Epilogo

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-No debiste haber hecho ese salto- regaña Yuuri serio, están de vuelta en  Hasetsu después del 4CC en el que Otabek se colgó la medalla de plata- Aun no te sale del todo, podrías haberte lesionado- dice frunciendo el ceño, el kazajo permanece solidificado frente a el, manos en los bolsillos del pantalón y mirada perdida en algún punto de la playa, el mayor se cuela entre el y la baranda del seguridad del muelle reclamando su atención, recarga su espalda sobre esta sintiéndola fría al contacto.

-¿Te preocupas por mi?-pregunta el menor distraído sin mirarle a la cara.

-¡Por supuesto!- medio grita el mayor dándole un golpe en el pecho, molesto     -mal agradecido de mierda- refunfuña mientras da un salto sentándose sobre la barandilla de seguridad colocando las manos a sus costados sintiendo como estas se enfrían al contacto con el metal.

Otabek ríe por su comportamiento infantil mirándolo por primera vez en todo el rato.

-Solo bromeo- le dice alargando su mano descansándola sobre la del mayor que disfruta del calor que los dedos contrarios le proporcionan, se quedan un rato así mirándose sin decir nada, sumidos en un silencio cómplice.

-¿Sabes?-le pregunta el japonés
rompiendo el mutismo, inclina la cabeza un poco y entrecierra los ojos adorablemente – si tuviera la oportunidad de comenzar mi vida de nuevo, te juro que intentaría encontrarte antes- sus mejillas se colorean un poco sintiéndose avergonzado mientras se talla la nariz que se ha enfriado con el aire, viendo como las comisuras de la boca del menor se alzan en una bonita sonrisa.

-A mi no me importaría haberte conocido antes o en 50 años, de cualquier manera te amaría tanto como ahora- cometa el menor aun sonriéndole, Yuuri lo imita, una sonrisa floja se posa en sus labios, sus pies se balancean sin tocar el suelo y piensa que la capacidad que tiene para querer al kazajo aumenta con las horas.

-Casémonos- dice de repente Otabek descolocando a Yuuri que tiene que aferrarse a la barandilla para no caer de espaldas, eleva sus cejas y abre la boca sorprendido, el kazajo se ríe de su reacción- no ahora, por supuesto, quizás podrías venir a Kazajistán conmigo, mi abuela, la del queso de cabra- aclara innecesariamente haciendo reír al mayor- me dejo una pequeña casa en Astana donde podríamos vivir.

Frunce el ceño a la espera de una respuesta, tiene los pómulos y las  orejas enrojecidas, Otabek a menudo parece preocupado por lo que hace difícil leer sus expresiones, pero con Yuuri es directo, vulnerable y honesto con sus sentimientos, como un color primario, el mayor puede leer su nerviosismo, se acomoda las puntas del cabello que se le han movido con el viento mientras se balancea hacia delante sobre la punta de sus pies.

Yuuri se lo medita un poco, las cosas con el kazajo fluyen rápidas, tal vez demasiado, pero no le asustan, quiere conocer todo del menor, incluso la cosa más pequeña, "el me ama" piensa "y yo lo amo a él", todo lo demás queda insignificante, pasando a segundo término.

-Me encantaría- acepta soltando una risita nerviosa que al menor le parece adorable, Yuuri lo jala de las trabillas  del pantalón acercándolo- no te vas a librar de mí en lo que te queda de vida-le advierte divertido, sus manos frías le toman el rostro acariciando las mejillas delicadamente.

-Cumpliré mi condena gustoso-acepta el kazajo riendo, su aliento tibio empañando los lentes del mayor que está sentado sobre la barandilla quedando más alto por lo que Otabek tiene que pararse de puntas para alcanzarlo, Yuuri se ríe de él antes de inclinarse y besarlo, con el menor cada beso se siente especial, como si fuera el primero.

Yuuri interrumpe el beso, las mejillas enrojecidas y una pequeña sonrisa traviesa, se lleva una mano a la barbilla frunciendo el ceño como si estuviera pensando algo muy importante.

-¡Oh!- dice irguiéndose de repente- ¿estamos enamorados cierto?- pregunta divertido como si lo acabara de descubrir.

Otabek se ríe negando con la cabeza, atrae el cuerpo del mayor que enreda su cadera con sus largas piernas manteniéndolo cerca, pasa sus brazos por la pequeña espalda en un abrazo apretado, Yuuri se queda quitecito, tratando de escuchar la respiración del menor, el ruido de las olas, las gaviotas, el viento y todos los posibles universos se desvanecen perdiendo importancia, cierra los ojos sintiendo el calor del cuerpo contrario envolverle ceñidamente, los brazos fuertes y cariñosos le sostienen dulcemente,  suspira dejándose llevar por el momento que durara una eternidad en su alma.

Con este pequeño epílogo terminamos este fanfic, muchas gracias por todos sus lindos comentarios, siempre los leía todos y lograban alegarme el día.

Espero regresar pronto con algo nuevo.

Nos leemos pronto.
Akivapotter

There and back again [Otayuuri]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora