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Septiembre estaba comenzando y ella aún no podía creer que ya tenía viviendo ahí casi tres meses, había sido difícil al principio adaptarse al lugar, el primer cambio brusco había sido las personas , pues no tenían ese acento que a ella tanto le gustaba, pero pronto lo superó. Una calidez igual , la alegría y lo amigable que eran los mexicanos fue algo que ella honestamente pocas veces había visto en otros países que no fueran de latinoamerica y se sintió muy bien recibida por sus vecinos, otro cambio brusco al que siempre se enfrentaba cada que llegaba a un lugar nuevo, era bastante cómico la verdad, pero ella había crecido usando dólares como su moneda nacional y después los euros, regresar a los pesos mexicanos había sido una experiencia muy interesante.

El día de la independencia de México estaba muy cerca , muchos locales y restaurantes de la ciudad ya poseían los distintivos adornos tricolores y la noche anterior había visto una exposición de mariachis en el malecón. Tenía tantas ganas de viajar hasta Guadalajara la capital del estado, ahí la fiesta era de otro nivel y el tequila abundaba. Con pesar recordó que estaba tratando de dejar el alcohol de lado, si quería ser una mejor persona debía controlar también ese pequeño detalle.

Frente a ella apareció la casa que había alquilado semanas después de su llegada al país, estaba ubicada en un lugar tranquilo , no era una zona lujosa como en la que había crecido en Florida ni tampoco tan privilegiada como en la que había vivido junto a Alex en España , si embargo era muy segura y estaba a unas calles de las playas, no podía pedir nada mejor.

El barrio era un lugar muy interesante y pintoresco, algunas casas vecinas estaban pintadas de colores vibrantes como el verde, el rosa incluso había una de color amarillo, eso le pareció fascinante desde el momento en que había llegado, la suya contrario a esto era completamente blanca.

Tenía solo una planta, un jardín algo descuidado y para su sorpresa también tenía una alberca, en realidad no tenía nada que envidiarle a los lugares donde había vivido anteriormente, lo mejor de todo era que estaba ella sola en completa libertad.

Aceleró el paso, sus piernas le exigían un descanso pues conforme pasaban los días corría al menos medio kilometro más , otra cosa interesante era que sus vecinos en su mayoría eran personas mayores, era muy lindo estar rodeada de abuelitos. Una de sus vecinas la saludó cuando la vio pasar frente a su casa, Emma le sonrió sin quitarse los auriculares de sus oídos y solo cuando estuvo dentro de su nuevo hogar se permitió respirar, de no ser porque un medico la había autorizado no se exigiría tanto, aún le sorprendía lo rápido que su cuerpo estaba sanando, ya no había rastro de su antiguo embarazo.

Apenas cruzar la puerta de entrada se deshizo del calzado deportivo y el resto de su ropa, su cuerpo tembló al sentir el agua fría recorrer su piel bajo la ducha, mantuvo cerrado los ojos varios segundos meditando lo diferente que ahora era su vida, contar las cosas buenas que habían llegado a ella le ayudaba a mantenerse en el presente y no retroceder a ese pasado que estaba tan reciente y que seguía doliendo.

Tenía una nueva y muy bonita casa.

Tenía un nuevo trabajo que le gustaba.

Tenía... se tenía a ella misma y con eso bastaba.

Algunas cajas llegaron días después que ella y seguía sin desempacarlas, en su mayoría eran ropa, algunos libros y adornos que había comprado en España. Tenía miedo de abrirlas y desencadenar que esos recuerdos llegaran a ella como un remolino incontrolable, no estaba lista para eso todavía.

El turno nocturno y su carrera matutina por la ciudad la habían dejado exhausta, así que tomando una sudadera verde y un short de mezclilla se dispuso a dormir bajo la luz del sol que se colaba por la ventana. Un par de horas logró dormir ,de nuevo unas manos grandes y fuertes la recibieron en su sueño y una boca a la que conocía bien recorría cada centímetro de su piel.

El camino de Emma.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora