(Narra Hayley)
Hayley llegó contentísima a casa. Le encanta hacer nuevos amigos. Y más si se trataba de Marina Campos. Cogió las llaves de la maceta derecha que colgaba en el techo del porche, abrió la puerta y volvió a dejar las llaves en su sitio. Del pueblo del que procedía, no había costumbre cerrar con llave, había mucha confianza entre los vecinos. Tanta, que incluso se dejaban la puerta abierta muchas veces, por si alguien necesitaba algo urgente como una tirita, agua fría, sal… Todos allí se conocían y nunca nadie abusaba de la confianza vecindaria. En cambio en España habían tenido que eliminar algunas de sus costumbres como dejar la puerta abierta de par en par, pero se negaban a cerrar con llaves continuamente y llevarlas siempre consigo. Simplemente las dejan siempre en la maceta para abrir, y volver a dejarlas en su sitio. Hayley giró el pomo de la puerta principal y entró. Vio a su madre hablando en inglés animadamente por teléfono. Sonrió. Hacía tiempo que no veía a su madre tan contenta. Seguramente estaría hablando con una de sus amigas o con la tía Jenn.
Hayley pasó la cocina, y se dirigió hacia su habitación. Una vez allí se desprendió rápidamente de la mochila tirandola al suelo y se tumbó boca arriba en la cama, pensando en sus amigas. Se reunirían después. Antes de que le diera tiempo a pensar lo que se pondría su madre la llamó.
-¡Cariño, ponte al teléfono! ¡Es papá!- gritó su madre, emocionada.
Hayley se levantó bruscamente de la cama, tropezó con dos pares de zapatillas, la lámpara de su habitación y la cómoda del pasillo, de lo rápida e entusiasmada que andaba. Hacía mes y medio que no recibía noticias de su padre. Solo se comunican por cartas. Su padre es un médico sin fronteras que ahora mismo está en Irak, en una ONG.Ayudaba a la gente que lo necesitaba ya fuera con medicamentos o ayudando a conseguir hogares. No se veían en persona desde las navidades pasadas.
-Hola papi.-dijo Hayley con los ojos brillantes.
-Hol-a cariñ-o.-respondió su padre al otro lado de la línea.
Se oía algo entrecortado, debía de haber poca cobertura. Rara vez su padre encontraba un teléfono que funcionara correctamente. Sinceramente a ella no le importaba lo más mínimo.
-Te echo de menos.
-Yo a t-í más. Ahora mismo te-ngo ganas de cog-er un av-ión e ir a casa a abraz-arte y no soltarte hasta mañana.
-Hazlo.
-Mi amor…-su padre sonaba apenado-Tengo q-ue…
-Sí. Lo sé papá. Era una broma.
-Eres toda una list-illa.-rió su padre-Ojal-á pudiera estar cont-igo… ¡Pero…!- dijo más animado.
-¡Pero qué!- sonrió Hayley.
-Pakistán ha acep-tado los tratados de p-az de India. Aho-ra Cachem-ira vuelve a s-er de Ind-ia. Cada vez hay men-os enfermos s-in hogar… y n-o más bomb-as.
-¡Eso significa que… que… que…!- gritó Hayley a punto de que los ojos se le desorbitaran.
-Vuelvo a casa.
Hayley gritó emocionada mientras daba saltitos por la cocina. Su madre, que estaba sentada en el sofá de la sala de estar la miraba con ternura y sonreia. La cocina y la sala de estar estaban en la misma habitación. La casa no era muy espaciosa, que digamos.
-No te emociones, no voy enseguida.
-No importa, el caso es que vienes. Y vienes para quedarte.- dijo al borde de las lágrimas de alegría
Hayley escuchó la risa entrecortada de su padre. <>-pensó ella
-¿Cuándo vienes?
-El trimes-tre q-ue viene. Cariñ-o tengo que irme. Os llamaré lo an-tes posible. Lo prom-eto.

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Inadaptadas
Novela JuvenilCuatro chicas que se conocen en el cuarto de baño del instituto, se convierten en mejores amigas. Ellas creen que no consiguen adaptarse al mundo, o que el mundo no consigue adaptarse a ellas, de ahí el nombre de su grupo “Inadaptadas”. Andrea, es...