(Narra Alice)
Alice, como la mayoría de días, hizo su camino hacia casa sola. Repasaba mentalmente la manera de cambiar la ropa que le ponían sus padres en la maleta por otra que le gustara.
<<Si siguen así, cuando cumpla los 18 me tiro por un puente >> pensó.
Una manzana antes de llegar a su casa, había un pequeño bar, y como siempre que pasaba por ahí, se sentaba en la barra a merendar.
-Hola, Veronica-saludó con la cabeza a la camarera- ¿Me pones lo de siempre mientras me cambio?
-Ya no hace falta ni que me lo preguntes -respondió esta mientras caminaba hacia una mesa para pedir la cuenta-. Corre ves.
-Gracias -le contestó.
Caminó hasta el baño de empleados, ya que no quería hacer mucha cola en el de clientes mientras se cambiaba.
Se quitó la falda y le dio la vuelta. Por detrás había cosido una que sus padres consideraban "la más apropiada para el colegio", una a cuadros, típica de los uniformes de colegios caros. Ahora era reversible.
Se quitó los zapatos de tacón y los guardó en la bolsa, después sacó unos calcetines altos hasta la rodilla, a juego con la falda, que de paso tapaban el tattoo de henna que llevaba esta semana en el tobillo y parte del pie; encima se puso las manoletinas colegialas negras, que su madre le obligó a llevar cuando se le rompieron las Kickers en cuarto de primaria.
Para colmo, sacó una camisa blanca y un chaleco de lana entre negro y azul marino, que hacía juego con los calcetines altos y los zapatos.
Se puso todo esto sobre la camiseta que llevaba,. Ahora. era el turno de las extensiones de colores. Se las guardó en un bolsillo oculto de la mochila.
Sonrió. Si su madre encontrara las extensiones esmeralda, zafiro y rosa chicle...Alice podía imaginarla pensando a quién le habría arrancado tal mata de pelo. Aquello lo pagaría con una charla constructiva sobre el buen comportamiento. Siempre que Alice no era "perfecta", sus padres se preocupaban. A ella no le gustaba mentirles pero, en su opinión, no le dejaban alternativa.
Se hizo una coleta y se quitó el maquillaje con una toallita. Le llevó unos minutos quitárselo por completo. No es que fuera extremadamente pintada, pero no podía quedar ni rastro de sombra de ojos, ni pintalabios, ni siquiera un poco de colorete. Sus padres eran muy observadores.
Ella los quería, pero ojalá no fueran tan... conservadores con todo lo que hacía. Algo más despreocupados, quizás. Finalmente, se quitó las brillantes y sonoras pulseras, y se quitó el lazo del pelo.
Ya completamente cambiada, salió del baño. Fuera le esperaba en la esquina de la barra, un vaso de plástico que ponía su nombre.
Se sentó, con el familiar hambre que sentía cada vez que Verónica le preparaba su batido favorito. Batido de chocolate, con virutas de chocolate, nata en la superficie, y además sirope de chocolate de lo más apetitoso. Adoraba el chocolate.
Se bebió el batido en un par de sorbos sin dejar descansar a la pajita. Estaba a punto de levantarse cuando alguien se sentó a su lado, en la barra del bar, sin dejar de mirar y escribir en un cuaderno.
Era un chico de su edad, es más, le sonaba haberlo visto en el instituto.
<<¿Y a mi porque me suena tanto?>> pensó Alice.
-Necesita un cambio de look. Sí siempre va a así por voluntad, sería el hijo perfecto de mis padres.-esto último lo dijo para si misma en voz muy baja, pero no lo suficiente.
-¿Que? -preguntó el chico levantando la mirada del cuaderno y mirándola- ¿Me estas hablando a mi?
-Eh... Sí y no -él se volvió hacia ella y la miró confuso, lo que le permitió ver que tenía los ojos de un bonito azul celeste.
-Hablaba para mi misma, pero igualmente te digo que necesitas un cambio de look.
-¿Look? ¿De mirar, en inglés?
-No, de que necesitas un cambio de imagen porque te vistes como si quisieras que te pegaran una paliza.
-Me visto como tú -cerró su cuaderno con un solo movimiento y la miró de arriba a bajo -, pero con pantalones. No creo que me quedara bien la falda, ¿no crees?-dijo sonriendo y levantando una ceja.
-Normalmente no me visto así, sólo cuando mis padres me ven -sus labios formaron una mueca-. Pero bueno, yo puedo ayudarte ¿quieres hacer un cambio de look o no?
-Eh... ¿lo dices en serio? -Alice asintió. El chico se lo pensó un poco, incluso abrió su cuaderno y revisó unas cuantas hojas, después se pasó la mano por el pelo castaño oscuro perfectamente peinado y con un notable exceso de gomina-. Claro, ¿Por qué no? ¿Sueles ofrecerte a hacer cambios de imagen a los desconocidos?
-Solo cuando me siento generosa-respondió levantándose del taburete y dejando dos euros sobre la barra.
-Genial...
- ¿Nos vemos aquí otro día y ya pensamos que cambiamos?
-Sí, claro -dijo mientras volvía a pasar hojas de su cuaderno y leía en algo que parecía ser una tabla-. Puedo el viernes por la tarde, el sábado todo el día, lunes y jueves a esta hora...
-Yo vengo aquí a merendar todos los días -le interrumpió Alice. Ella no tenía ningún problema en llamar a su padre y decirle que tardaría un poco más porque estaría con un amigo - cuando puedas hablamos.
-Perfecto, entonces... -el chico tocaba su cuaderno con fingido interés- Nos vemos.
-Sí. Nos vemos... -Recogió su bolsa del suelo y se la echo a los hombros- ¿Como te llamas?
-Jonás. ¿Tú?
-Alice.
-¿Alice? -repitió él- Creo que eres la primera Alice que conozco... ¡Ah, no! Hay una en mi instituto -dijo mientras se colocaba bien las gafas-, es muy rara, y tampoco es que tenga muchos amigos.
-Hum... -murmuró Alice, a sabiendas que hablaba de ella-. Quizá no sea tan rara... Es decir, no debes juzgar un libro por su portada.
Se despidió de Verónica y de Jonás con la mano y salió del bar a grandes zancadas.
Entró en casa alegre y pidió permiso a sus padres. Estos dudaron al principio, pero después aceptaron.
Alice subió a su habitación, cogió lo que creyó necesario, y subió al coche en el que su padre la llevaría a casa de Marina.
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Inadaptadas
Ficção AdolescenteCuatro chicas que se conocen en el cuarto de baño del instituto, se convierten en mejores amigas. Ellas creen que no consiguen adaptarse al mundo, o que el mundo no consigue adaptarse a ellas, de ahí el nombre de su grupo “Inadaptadas”. Andrea, es...