Chapter eighteen

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Alonso rara vez veía a su padre; y sí lo hacía era por muy poco tiempo y en un estado algo desagradable.

Él amaba a su padre; aun lo hacía, pero simplemente no le gustaba en absoluto cuando notaba como su padre gritaba diferentes barbaridades por la casa, cuando su madre intentaba detenerlo terminaba con feos morados en sus brazos; él siempre que los veía formaba un puchero y, cuando su padre se iba; miraba a su madre, preguntándole después porque los tenía.

Las cosas no habían cambiado y no sería la excepción esa noche. Aunque su padre no acostumbraba estar en casa, decía él que por cuestiones de trabajo, llegaba a esta siempre en un fin de semana, a altas horas de la madrugada, sabiendo que su esposa lo esperaría en la sala.

Esa noche Jos dormía plácidamente con un brazo enroscado en la cintura del menor, su nariz enterrada entre el suave cabello del menor y sus pies entrelazados bajo las mantas.

El menor suspiro al sentir la respiración contra su nuca, la fuerza ejercida en los brazos de su novio y la calidez que brindaba Jos.

Decidió que debería liberarse un momento de los brazos de Jos, ya que en verdad necesitaba ir al baño; después de lograrlo (ejerciendo mucha fuerza) y hacer sus necesidades, volvió a la habitación.

Dio un pequeño salto cuando escucho la puerta ser azotada, después pasos torpes resonar contra el suelo de madera.

Estar asustado sería poco, aunque sentía mucha más curiosidad por saber si sus pensamientos no lo engañaban. Se acerco a las escaleras, siendo escondido por una pequeña proporción de pared al final de estas.

—Pensé que nunca más pondrías un pie en esta casa. Ese fue nuestro acuerdo mutuo—su madre de oía molesta, aunque no sabía identificar la razón.

Su padre solo venía a visitarlos, ¿Por qué ella lo recibía así?

—Oh, mujer. ¡Qué ingenua! Yo solo vengo por mi hijo, ¿por qué vendría a verte a ti?—el estado de ebriedad en su voz era completamente revelador. Arrastraba las palabras pero podía mantenerse aun de pie.

Sus padres comenzaron a discutir en voz cada vez más alta; su madre se levanto de golpe al ver como él intentaba tocarla, asqueada de sentir el tacto de aquel hombre que amo hace años.

—¡Aléjate de mí!—exclamo, dando un manotazo en el hombro de su esposo; Denial frunció el ceño mientras miraba con mala cara a la mujer frente a él.

—¡Y una mierda! ¡Te toco si se me da mi jodida gana!—dio un golpe en la mejilla de castaña, tan fuerte que hizo girar su rostro dejando así la marca de su mano en ella junto a un leve cosquilleo.

Alonso ahogo una exclamación, retrocedió unos pasos evitando hacer algún ruido que lo delatara. Aunque, siendo torpe en todo momento, sin poder evitarlo, resbalo un poco haciendo que su pie se deslizara hacia el frente sacando un chillido de suelo.

—Rayos—murmuro cuando el silencio reino en la sala, decidido a huir de la escena se intento colocar de pie pero una voz lo detuvo.

—Alonso—llamó Denial, una gran sonrisa en su rostro mientras llamaba a su hijo.

Alonso bajo las escaleras lentamente; observo a su madre, la cual le rogaba con la mirada que volviera a su habitación, una mano sobre su mejilla mientras una salvaje lágrima se deslizaba por su mejilla. Aun así, su padre lo miraba con una gran sonrisa que se agrandaba a cada paso que daba. Rogaba internamente a que Jos se despertara.

—Hola campeón—sonrió incomodo, tratando de que no se notara, junto sus manos frente a él comenzando a jugar con sus dedos—¿Cómo has estado, pequeño? Lamento no venir muy seguido—colocó su brazo sobre los hombros del menor, haciéndolo tensarse un poco ante la incómoda situación pero Alonso sonrió.

—No te preocupes, es lindo que estés aquí, p-papá

—Sí. Es cierto, pero ahora debo hablar un poco con tu madre, ¿puedes ir a la cama? Iré contigo después—asintió nervioso, sonrió tímidamente para después subir las escaleras y lanzarse sobre Jos en cuanto entre a la habitación.

Mientras Denial miro a su esposa, sonriendo maliciosamente.

—Sé que te preguntas que hago aquí—avanzó dos pasos hacia ella, la morena no retrocedió—Solo vengo por lo que es mío.

—No hay nada aquí de tu pertenencia. Tú tienes tu propia familia ahora y si no he pedido la orden de alejamiento es por nuestro hijo.

—Lo sé, mujer. Joder, claro que lo sé. Por eso mismo vengo—bufó—Alonso es mi primogénito. Él vendrá conmigo—Columba abrió sus ojos ampliamente, mirando al hombre frente a él—Me llevaré a mi hijo y no pondrás resistencia. ¿Entendido?—no espero una respuesta y subió las escaleras, escalón por escalón hasta llegar a la habitación de su hijo.

Abrió la puerta con cuidado tomando aire para darle la noticia a Alonso; aunque sus ojos se abrieron en demasía al ver la escena frente a él.

Alonso abrazada el torso desnudo de Jos con sus pequeños brazos, mientras Jos lo sujetaba de su pequeña cintura mientras sus frentes se encontraban juntas.

—Por dios—susurro el hombre, se alejó de la puerta aun algo aturdido y bajo las escaleras para encontrarse con su mujer sentada en un sillón—Dejas a Alonso estar con un chico jodidamente mayor, Columba. ¿Me estas jodiendo?—ella sonrió amarga, mirando a su marido.

Él sabía perfectamente la orientación de su hijo; no le molestaba en lo absoluto. Su hijo no dejaría de ser hombre únicamente por gustar de otros hombres. Lo que si no estaba completamente de acuerdo era es la vestimenta del menor.

Aun así trataba de dar su mayor esfuerzo para apoyarlo.

—Jos es una persona que merece a Alonso. Ganó mi total confianza.

—Joder, ¿Qué te sucede? ¿No piensas que él podría solo estar utilizando a nuestro hijo?—casi gritó, sus manos se alzaron en el aire mostrando un gesto de preocupación demasiado dramatizado.

—¿Te importa siquiera?—Preguntó con acidez—nuestro hijo te adora. Eres como un héroe para él y tú nunca estas aquí. Jamás sabrás sobre sus citas porque me engañas con cada mujer que está a su alcance. No mereces verlo, no mereces saber de él—sus ojos lagrimearon, recordando las incontables veces que olía diferentes perfumes en la ropa de su esposo. Rio con amargura—. No mereces estar en su vida.

¿Engañaste a mamá?—ambos voltearon a mirar las escaleras. Tan absortos en su discusión que no tomaron importancia a ser escuchados—Papá, vamos, dímelo. ¿Engañaste a mamá?—volvió a preguntar el menor, sus brazos rodeando el torso de Jos mientras lagrimas comenzaban a caer de sus ojos azules.

Ahora opacados por la tristeza.

—A-Alonso y-yo

—¡Engañaste a mamá!—gritó haciendo sobresaltar a las tres personas a su alrededor—Siempre estuve aquí pensando que eras el mejor padre que pudiera tocarme. Uno que se preocupaba por mí, mandaba dinero cada fin de semana sin importar que su esposa no lo aceptara. ¡Todo lo hacías por lástima!—chilló, sus ojos picando por las lágrimas—, pero aun así continuo pensando igual. Y me siento tan sucio por eso, porque no eras más que un saco de mentiras, papá. No quiero nada de ti, n-no qui-quiero volver a verte—soltó el torso de su novio. Subió las escaleras restantes para después ingresar a su habitación azotando la puerta de paso.

—Señor...—hablo Jos—debería irse de aquí. Como podrá ver, su familia no desea su presencia en este momento—habló lo más civilizado que pudo; de todas maneras se trataba del padre de su novio.

Denial asintió; miro por última vez a Columba y hacia las escaleras queriendo captar a la habitación de su hijo. Solo por última vez.

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Besos en las nalgas, Axx

Pretty Innocent [Jalonso]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora