Capitulo 11: Cambio.

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Narra (t/n)_____:
Desperté nuevamente. Estaba oscuro. Lo único que podía apreciar en el cielo eran estrellas, observé el reloj, eran las 3:18 a.m.
Escuché mi puerta abrirse lentamente. Yo cerré los ojos intentando fingir que estaba dormida...

—Es horrible verte así, (t/n)____... ¿cuándo sucedió todo?— escuché la voz de Ayato —Yo no pude hacer nada para ayudarte— sentí que acarició mi cabello —Lo siento— lo escuché sollozar... el estaba... ¿llorando? —Lo siento tanto, por no haberte dicho nunca lo que querías escuchar en su momento, por esperar a que fuera demasiado tarde para darme cuenta de que... te amo— apretó las sabanas.

Apreté los ojos con fuerza y los abrí lentamente. Encontrandome con su rostro empapado con lagrimas y su mirada en el suelo.

—Te perdono— susurré y puse mis manos en sus mejillas, secando sus lagrimas.

El levantó la mirada y se sonrojó al instante.
Me abrazó con fuerza y comenzó a llorar con aún más intensidad.

—Ayato por favor no...— volví a susurrar y acaricié su espalda.

Era increíble como una persona que pareciera ser tan fuerte pudiera derrumbarse en solo cuestión de segundos, y de esta manera tan insensible.

Yo odiaba profundamente verlo así.

Levantó la mirada y me observó fijamente a los ojos. Estabamos a pocos centimetros.
Le sonreí con un poco de dificultad.

Comenzamos a cortar la distancia que quedaba entre nosotros, y cuándo pude darme cuenta, el me había besado.
Era la primera vez que sentía el calor de sus labios, no pude evitar soltar una lagrima mientras pensaba en todo lo que había pasado.
Lo amaba. Lo amaba a pesar de tantas cosas y tantas diferencias, me había enamorado de el de una forma inexplicable.
Aunque me cueste admitirlo había deseado este momento por mucho tiempo, y ahora, no quiero que se termine nunca.

Nos separamos y el recargó su frente en la mía, sin despegar nuestras miradas.
Yo seguía sonriendo y el me respondió. Podía sentir que una sensación de alegría invadía mi cuerpo rápidamente. Su sonrisa, su jodida y hermosa sonrisa era ángelical.

Hasta que Shiro entró por la puerta.

—Alejate de ella— dijo con notable enojo.

Ayato se separó de mi y tomé su muñeca antes de que pudiera ir sobre Shiro.

—Ayato no— jalé su brazo.

—¿Qué diablos te sucedió y por que este idiota no hizo nada para evitarlo?— preguntó.

Ayato puso su mano sobre mi boca para que yo no pudiese hablar.

—Si te importa, ella no puede hablar mucho ahora— respondió antes de que yo pudiera hacerlo —No me percaté en el momento que sucedió, y no pude ayudarla— dijo con frustración.

Shiro lo miró con impotencia y gruñó enojado.

—¡Por tu culpa ella casi muere, ¿no lo vez?!— gritó furioso.

Aparté la mano de Ayato y hablé antes de que me lo impidiera.

—¡Cierra la boca ya!— levanté la voz —No puedes venir a las 3:00 a.m. únicamente a esto, ¿qué diablos quieres? Tú nunca me has ayudado en nada, no tienes derecho a reprochar; si e vivido hasta ahora es por mi, y si casi muero también lo es— lo miré con impotencia.

Unas lágrimas salieron de mis ojos al sentir el desgarrante dolor que se produció en mi garganta después de hablar tanto. Era un dolor infernal.

—Largate— susurré y comencé a tocer fuertemente.

Sentí como mi respiración se cortaba y el dolor en mi gargante se hacía a un más insoportable.
El me miró y salió de la habitación dando un portazo.

La venda que se encontraba enrollada en mi cuello comenzó a sentirse húmeda. Coloqué mi mano en ella y el olor a sangre fresca invadió mis fosas nasales.

—Llamaré a Yuma— dijo Ayato y salió corriendo de la habitación.

En menos de 5 minutos volvió junto con él y comenzó a curar mi herida rápidamente. Sentí un inmenso alivio cuando me dijo que ya todo estaba en orden.

—Te prohibo rotundamente que vuelvas a pronunciar palabra alguna dentro de dos semanas— me miró con el ceño fruncido —De lo contrario, perderás tus cuerdas vocales y quedarás completamente muda— salió de la habitación, notablemente enojado.

No me subestimes ➵ ayato kirishima.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora