Capitulo 4: ¿Eres tú?

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Narra (t/n)____:
Zeke, Zeke, Zeke.
Ese nombre daba vueltas en mi cabeza una y otra vez. Había acordado con Kaneki y con Ayato que mañana iría a visitar a ese tipo. Pero tenía que arreglar mi mascara primero. Espero que Shiro haya podido acabar con ese par de engreídos.

—¿Está bien si te ayudo a reparar tu mascara?— Shiro entró a la habitación.

—No necesito ayuda— respondí secamente.

Mi mascara estaba partida en dos. Había probado con pegarla pero era un completo asco. Tendría que fabricar una nueva, después de todo mi relación con Uta me dejó algo bueno.

Las horas pasaban, eran las 4:40 a.m.

El silencio de la noche era un poco inquietante, esta vez, ni si quiera el ruido del aire al chocar contra los arboles me hacía compañía. Solo eramos mi mascara en proceso y yo. Estaba quedando casi idéntica a la anterior y eso me subía los animos, el único detalle que modifiqué, fué que esta me cubría ambos ojos, ahora solo cubría el izquierdo, dejándo libre mi único ojo que poseía kakugan.
Me la probé y me miré al espejo, estaba maravillada con el resultado, de no habermela roto, no la habría cambiado nunca.

Sin darme cuénta eran ya las 10:00 de la mañana. Se suponía que Ayato y Kaneki vendrían por mi a las 7:00 p.m

Salí de mi habitación, Kira y Shiro seguían dormidos. Par de inútiles olgazanes.
Preparé café y saqué unos trozos de carne que habían en el refrigerador. Comencé a desayunar, por primera vez en mucho tiempo era un desayuno tranquilo, sin gritos, sin quejas, nada, solo yo y mi comida.

Hasta que la puerta sonó.

—¿Quién?— grité.

—Nishio— respondió la voz de aquel idiota que tanto odiaba.

—Tsk... ya voy— me quejé y me puse de pié.
Abrí la puerta, el estaba detrás de esta con un rostro no muy agradable que digamos.

—¿Qué quieres? Estoy ocupada— me crucé de brazos.

—Voy a decir esto rápido— acomodó sus gafas —Estamos a punto de desatar una guerra con Argoiri, hemos perdido a Kaneki, y Yoshi Mura estaba pensando en que tú y Shiro pueden ser de ayuda para nosotros.

—Yo soy parte de Argoiri— dije sin pensar —Lo que decida Shiro no me interesa.

—¿Tú? ¿Parte de Argoiri?— dijo sorprendido.

—No me hagas repetirlo dos veces— respondí —Espera un momento— me dí la vuelta y me dirigí a la habitación de Shiro.

Tomé la orilla de su cama y la levanté, haciendo que el callera al suelo bruscamente y despertara de inmediato.

—Nishiki te busca— dije y salí de la habitación.

No supe que pasó con ellos después de eso, si mi tonto hermano decidía unirse a Anteiku no me opondría, después de todo sabe cuidarse solo.
Yo lo había pensado poco, pero mi decisión estaba tomada, me uniría a Argoiri y no volvería a este lugar en un muy largo tiempo.
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Eran las 6:30 p.m. salí de ducharme y comencé a vestirme. Revisé que todo estuviera en orden.
Pinté mis labios de un color rojo muy suave, peiné mi cabello y por ultimo decidí llevarlo suelto.
Volví a observar el reloj, 6:45 p.m.
Seguramente Ayato y Kaneki están a pocos kilómetros de mi hogar.
Me coloqué mi mascara y bajé las escaleras, Shiro y Kira estaban viendo la televisión.

—Me uniré a Argoiri— dije sin preámbulos. Llamando la atención de ambos.

—Es una broma, ¿no?— Shiro comenzó a tener tics en el ojo.

—Dime, ¿alguna vez e bromeado frente a ti?— lo miré directamente a los ojos y con un rostro neutro —No repetiré lo dicho, probablemente no vuelva en un tiempo, probablemente no lo haga nunca— comuniqué.

La puerta sonó y yo sabía perfectamente quienes estaban detrás de ella. No dije nada y salí de la casa.

—Hola (t/n)_____, que linda te vez— comentó Kaneki.

—Lo único que puedes ver es mi ojo, Kaneki— dije haciendo referencia a la mascara que llevaba puesta —Hola, Kirishima— sonreí, aunque sabía que no hacia falta.

—Ah, Hola— respondió secamente.

¿Qué le pasa a este idiota? ¿de un momento a otro se volvió tsundere?
No dije nada. Miré a Kaneki y me hizo señas para que los siguiera.
Comenzamos a caminar, el silencio que había era realmente incomodo.

Hasta que por fin llegamos a la base central de Argoiri.

—Primero te llevaré a dónde están Eto y Tatara, luego iremos con Zeke, el debe estar esperandote— dijo Kaneki.

Yo nuevamente no dije nada y asentí con la cabeza. Caminamos por pasillos un poco largos, demasiados ghouls iban y venían sin parar, todos me observaban extrañados.
Miré a Ayato, el desvió la mirada y chasqueó la lengua con molestia.

Entramos a una habitación enorme, que tenía una mes muy larga en el medio, en ella habían dos personas sentadas, al parecer Eto y Tatara.

—¿Tú eres Scorpion?— la chica dijo emocionada —¡Bienvenida a Argoiri! Esperamos que al final decidas unirte.

—Eto, ¿o me equivoco?— dije tratando de sonar mas amable, pero fué en vano.

—Así es, yo soy Eto y el es Tatara ¿cuál es tu nombre?— preguntó curiosa.

—(t/n)______..— respondí.

—Nuevamente te doy la bienvenida, ¿te quedarás?— sonrió.

—Pienso hacerlo— dije y escuché como Ayato comenzaba a atragantarse y a toser répetidas veces.

Me despedí de Eto y Tatara, caminé con Kaneki hasta el piso más alto de las intalaciones, una gran puerta de madera estaba frente a nosotros y el la abrió.

Pude apreciar una oficina muy ordenada y reluciente, podría decir que estoy segura de quién es el dueño. Un hombre alto, de unos 45 años, bien vestido, de cabello azabache y ojos rojo zafiro. Inmediatamente lo reconocí, Zeke Weir.

—Hola, bienvenida a Argoiri, soy Zeke Weir, jefe de esta gran comunidad, ¿podrías quitar tu mascara?— habló.

—Gracias por la bienvenida— respondí y obedecí. Quité mi mascara.
Pude ver su reacción al ver mi rostro.

—(t/n)_____... ¿eres tú?— pensó en voz alta.

—Vaya, pensé que me habías olvidado por completo— respondí.

—Hija— dijo al borde de lagrimas —Lamento no haberte salvado, tu madre no quería perder a ningun otro hijo en ese horripilante lugar.

—Todo está olvidado— respondí secamente —Escapé por mi propia cuenta, nunca hiciste nada por encontrarme de nuevo a pesar de que no habías muerto en realidad como las noticias decian, ¿por qué?— pregunté sin demostrar emoción alguna en mi voz.

—No querrías tenerme cerca, ¿entiendes? No es ni era fácil, nunca lo fué— respondió.

—Tienes razón, nadie te hubiese querido cerca— dije sin preambulos —Pero, aún así, te agradezco por haberme dejado casi 6 años en manos de Madam A y ese mundo, dónde si no luchabas, no vivías, aprendí muchas cosas que me han sido útiles desde que logre fugarme— lo miré —Ahora he venido a este lugar para formar parte de Argoiri... No por ti, sino por mi.

—Desde hoy, (t/n)_____ Weir, eres miembro del árbol de Argoiri, y si me lo permites, me dirigiré a ti como mi hija, que es lo que eres— dijo con un tono igual al mío.

Asentí con la cabeza y le sonreí por primera vez.

No me subestimes ➵ ayato kirishima.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora