La vida en Buenos Aires, Argentina, había sido en su momento muy diferente, eso cuando recién había llegado. Pero ahora era muy normal para él todo lo que sucediera en ese sitio donde ahora vivía. Y no podía negar era un buen lugar; era agradable.
Viajó allá para seguir sus estudios, pero no era porque prefiriera las Universidades argentinas, sino por el trabajo de su padre. Ser transferido hasta allá no era algo muy común, pues esto había ocurrido porque su padre conocía a varias personas de ese país que le hicieron una muy buena oferta de trabajo. Sin duda pudo haberle dicho que prefería quedarse en Japón con uno de sus hermanos, que ya trabajaban. La verdadera razón por la que había aceptado irse con él, era que ya no tenía nada que hacer en Tokyo, ni en Japón.
Luego de editar algunas escenas en su computadora, se levantó avisando que vendría en algunos minutos. Se dedicaba a la edición de anuncios publicitarios que se transmitían en la televisión y en algunos otros trabajos con computadoras o cosas relacionadas con la comunicación a través de lo digital.
En la empresa en la que estaba era fácil que se le encargaran tareas, y con el trabajo de estas conseguía lo suficiente para vivir y darse una buena vida. Salió de la sala para ir a comprar una soda a la máquina expendedora mientras buscaba su cajetilla de cigarrillos y planeaba ir a fuera para poder fumarse uno. Estaba en el segundo piso, por lo que salió a un pequeño balcón donde pudo sentarse y darle algunas caladas al filtro entre sus labios. Hace tiempo que fumaba, aunque no regularmente. Se mantuvo inhalando aquello, viendo el cielo sin ningún interés y en realidad sin pensar en nada. Sus días eran mayoritariamente tranquilos, sin ruido, con conversaciones comunes y gente común. De vez en cuando salía de la rutina dándose unos viajes a lugares apartados o saliendo con algunas personas que consideraba sus amigos.
Había aprendido su idioma con facilidad y por ello no se le complicaba relacionarse con los argentinos. Tenía varios amigos y amigas bastante agradables para él. En Japón no eran tan intensos como aquellos, y aunque él fuera más bien reservado a comparación de ellos, no le molestaba. No se creía serio, de hecho era bastante sociable y amable, pero ellos le sobrepasaban. Eran otro nivel.
Luego de terminar su cigarro fue el turno de beberse la lata de refresco que ya estaba menos congelada, pero no caliente. Deseaba tanto volver a casa y darse una ducha. Hasta imaginaba el agua helada recorriéndole la espalda. Volvió a su computadora luego de su descanso, sentándose de nuevo en aquella cómoda silla a su petición y enviando el trabajo terminado a sus superiores. Recibió un mensaje de que revisara un documento que le habían enviado por una red social con indicaciones para su nueva tarea. Era más fácil mandarlo por Facebook que por su correo electrónico, pues a su jefe de esa área siempre se le olvidaba su contraseña por tanto cambiarla según por la "seguridad". Pelmazo. Pensó con una sonrisa mientras iba directo a aquella página. En efecto, tenía el documento en sus mensajes y no tardó en abrirlo para poner manos a la obra.
Pero cuando recién se abría, el sonido de mensaje nuevo se hizo escuchar. Pensando era también de su jefe no tardó en ir y revisar. Su apacible semblante cambió en un cerrar de ojos al ver el remitente de aquello. Takashima Kouyou.
—Tienes que estar bromeando. —masculló en voz alta en su lengua natal, por lo que más de uno volteó a verlo por simple instinto.
Se negó en un principio en abrir dicho chat, pero la curiosidad fue más grande. ¿Qué quería? Hasta podría estarle invitando a su boda el desconsiderado ese. Las palabras que leyó a continuación fueron por demás sosas desde su perspectiva, estúpidas y hasta como si fueran burlas.
Él no cambia ni volviendo a nacer. Se afirmó quedándose unos segundos viendo su tonto "Jajaja" hasta que decidió cerrar el navegador y seguir con su trabajo.
Podía gozar de un muy buen humor hasta cuando estaba trabajando estresado, pero aquel mensaje simplemente le había revuelto. No podía creer que después de todo lo ocurrido le mandará eso como si solo hubieran sido amigos y no se hablaran hace un año. Eso hacía él con sus amigos: mandarles mensajes cortos donde decías cualquier bobada tan sólo para saludar.
Yuu no quería sus saludos. Claro que no.
— ¡Shiroyama!
— ¡¿Qué?! —gritó, azotando el mouse sobre el escritorio y volteando a ver furioso a un chico que ahora solo temblaba asustado. Tuvo que respirar profundamente para calmarse, haciendo un ademan con sus mano derecha—. Discúlpame, estaba perdido en mi cabeza.
—Lo... lo noté. Por eso te grité. Vos no me hacías caso —Se quejó el joven entregando una carpeta y marchándose casi al instante.
Todos murmuraban no pudiendo evitar mirarlo en varias ocasiones, excepto cuando les veía él. Yuu no se enojaba con facilidad, por eso, cuando gritaba, todos se extrañaban. Aunque no llegaba a ser violento.
Echó su cabeza hacia atrás, intentando no romperse el cuello, cerrando los ojos y estirando los brazos hacia arriba. Ya no podía pensar de forma normal. Tenía que deshacerse de sus pensamientos de una vez por todas. Fue al navegador, buscó la página e ingresó de nuevo. Fue directo al último mensaje recibido y escribió pensando muy bien las palabras pero sin detener sus dedos en ningún instante hasta que terminó enviándolo.
Con un suspiro volvió a cerrar la página y se puso de una vez a terminar su trabajo de ese día. Ni loco se quedaba horas extras.
En Japón, Kouyou se encontraba aún con el computador pero ahora en la mesa. A su lado estaba Suzuki platicándole su día de trabajo y cómo había sido felicitado por encontrar el hámster de la hija de su jefa en su propia oficina. Comían hamburguesas y bebían refrescos como si toda esa grasa no fuera a acumularse. Entonces vio aquel mensaje llegar a su computadora.
Imaginó era alguna amiga con las que estaba charlando, pero era ilógico porque solo se había marcado en los mensajes y no en la ventanilla del chat. Soltó la hamburguesa casi como reflejo al ver el propietario.
Shiroyama Yuu
¿Seguro que el único idiota no eres tú? Mira que ser tan descarado.
Mejor vete a escribir lo lamentable que es tu vida para hacer una de esas novelillas sin futuro que creas.
Seguro y una televisora te la compra para una telenovela. Así de patético eres.
Bastardo.
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PENSÉ EN TI
FanfictionSe amaron siendo inexpertos en ese juego tan complicado. Después de tanto tiempo ya nada debía ser igual. Ya no debería doler el pasado, ni el ahora. Todo estaba olvidado. ¿Verdad? ¿Qué...