Dudas

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En el camino apenas pronunció palabra. Se mantenía refugiado en el silencio, observando cómo se alejaban de la ciudad. Era cierto que debieron pasar muchos minutos hasta lograr salir de donde se apreciaba en su esplendor la urbanidad. Y poco a poco, menos casas y locales se vieron. Si hubiera una forma de saber dónde hubo terminado todo aquello que fuera de la ciudad, Kouyou hubiera trazado una línea y quedarse del lado más verde. Pero fue bastante perezoso para notar el momento indicado.

Podía escuchar algunas de las conversaciones que llevaban a cabo las tres personas que le acompañaban. Hablaban los tres en japonés y se distinguía con facilidad quién no era de ahí. Como era normal en pensar una y otra vez en lo que le abrumaba; recordó esa vez que Reita habló por primera vez en inglés. Se había reído tanto que le terminó faltando el aire. Akira no era bueno con ese idioma, aunque se había esforzado mucho los últimos años.

Sacudió sus cabellos con cierta frustración, ganándose la atención de quien iba a su lado. Y recordó que a Yuu tampoco le había dicho nada sobre lo de Akira.

—Me vas a preocupar —pronunció, acariciando de forma suave los cabellos castaños que cubrían su oreja izquierda.

—Tuve una discusión con Akira. Eso es todo —Sólo quería que dejara de hacerle preguntas. No tenía ganas de ellas.

—Tal vez no debimos irnos hoy, entonces.

Se encogió en hombros, dándole a entender que le daba igual. Yuu muy pronto se encontró abrazándolo, no dejando de acariciar su cabellera, queriendo animarle.

Pasaron unas horas hasta que se vieron frente a las pequeñas cabañas rentadas. Ambas, poseían una fachada tradicional. Parecía como si llevaran decenas de años, pero recién habían sido remodeladas en el interior. El exterior no demostraba lo moderno.

Cada quien bajó su equipaje para llevarlo a su lugar indicado. Kouyou cargó sus maletas, siendo seguido por Yuu para entrar a la misma cabaña. Desde que abrió la puerta, pudo comprobar que no estaba en mal estado, gracias a la ausencia de un esperado rechinido. Llevaron todas sus maletas a la habitación que compartirían. La recámara poseía dos camas individuales, cada una con su buró. Había un pequeño ropero en la pared que quedaba frente a las camas. Era casi seguro que sólo cabría la ropa de uno de ellos.

Yuu se tiró de inmediato sobre una de los colchones, dañando lo impecable que se encontraba. Las sábanas de color café se arrugaron alrededor de su figura y se hundió para darle comodidad. De reojo, vio a su pareja sentada sobre su cama, arreglando al parecer su maleta. Se puso de pie y empezó a empujar la base de la cama en dirección a donde estaba la ajena. Takashima giró su cabeza extrañado. No tuvo que preguntar por lo que hacía, pues la respuesta no se hizo esperar.

—Me parece mejor que durmamos juntos.

— ¿Por qué mejor? —Curioseó, cerrando de nuevo su maleta y dejarla a un lado.

—Porque a mí me lo parece, ¿ya? Es lo que quiero.

No sé quejó y terminó acostándose él también. Casi al instante, el mayor le hizo compañía. Se colocó junto a él y rodeó su cuerpo con uno de sus brazos, habiendo dejado su mejilla contra su hombro. Kouyou le veía con total atención, pasando su brazo por debajo de su cuerpo para corresponder a su abrazo. De nuevo podía compartir una cama con el moreno, sentirlo tan cerca de él mientras estaban acostados.

Cuando más jóvenes, dormir con él era de los mayores placeres. Había llegado para calentar de nuevo. Yuu podía hacer que se olvidase de cualquier señal de frío. Su presencia era cálida.

Se inclinó para dejar algunos besos contra su frente y poco a poco desplazarse por sus mejillas. Yuu rió un poco, antes de que le obligara a besarle en los labios. Una de sus piernas pasó sobre su cintura, apretándola. Y esa mano sobre su pecho no quiso esperar en brindarle caricias. Caricias tan dulces como sus labios.

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