y acá estoy, con aliento a vomito y alcohol con ganas de seguir en ese estado lejos de la realidad, donde lo único que siento es la música a todo volumen y a gente gritar. Música que detesto y personas que no conozco o que no me interesa conocer.
me recuesto sobre la tapa del retrete, ya con la garganta inflamada y cansada de tanto vomitar. Pero eso no me detiene. El vomito fue una gran catarsis, uno de los mejores métodos de purificación del alma. No sirve, no para sacarte a vos, para eso no. Así que pongo otra de las delgadas tablillas sobre mi lengua.
El resto de las personas aquí y yo tenemos algo en común. Tenemos –teníamos– personas como vos entre nosotros que marcan una similitud; a partir de eso algunos pueden ser ricos otros apenas tienen el dinero suficiente como para comprar el "olvido", a otras le comparten. Hombres, mujeres, hermafroditas, abejas y seda, todo presente acá, en el inicio y fin del mundo.
Todos estamos acá para olvidar.
Las luces de neón son la clara señal de que el momento de llorar se terminó; hasta que se apaguen y vuelvan mañana.
Autodestrucción, muchos psicólogos y psiquiatras dictan; libertad momentánea, le llamamos nosotros.
Cada uno con lo suyo: marihuana, cocaína, heroína, LSD, éxtasis, y demás, todos miembros de nuestro club: "los obligados a olvidar"
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Narraciones de una ordinaria
PoetryEscribo porqué me gusta, y me gusta porqué escribo.