sabés que te amo, así, con esas palabras tan enrolladas. tengo miedo de vos, de que me digas que estabas equivocado cuando me susurraste que me querías.
es muy clara la diferencia entre nosotros, yo no podría estar más segura de lo que te estoy diciendo, vos, en cambio, no sabes que actitudes tomar.
es triste, ya no sé qué hacer más que encerrarme en mí misma a esperar que tu partida no duela tanto.
noches frente a una avenida abrazados, lágrimas en las paredes de la institución, besos sobre tu almohada, ¿es que acaso todo eso no significó nada para vos?
mientras que vos buscabas más sentimientos que pudieran llenar tu vacío interno, yo estaba ahí, en la puerta de la habitación donde te dije que iba a estar, esperando que vengas, que toques aquella plancha de madera con tus nudillos y que me salves del silencio capaz de trastornar la mente de cualquiera.
pero, como de costumbre, jamás llegaste.
minutos, horas, días o hasta años pasé allí dentro, donde la realidad temporal se ve afectada por una gran cantidad de botellas rotas en el suelo, cuerpos desnudos, insignificantes e insípidos sobre el colchón, ceniceros hasta el tope de Dios sabrá que clase de venenos se hallará en las cenizas de aquellos cigarros. sin necesidad de hablar, solo de saciar, y ni siquiera, temporalmente ese hambre depredador de cuerpos que no eran el tuyo. era costumbre hacer catarsis luego de que esos envases vacíos cruzaran el umbral, rompiendo esas botellas de whisky añejo que pedían seguir siendo bebidos.
recuerdo el cansancio denotado en tu mirada, pero nunca podés ver el mío.
te necesité y no estuviste, te necesito pero espero que no vuelvas aunque sea lo que más quiera en este momento.
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Narraciones de una ordinaria
PoesíaEscribo porqué me gusta, y me gusta porqué escribo.