Naranja

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Puedo ser tan tonta en tu presencia y actuar como una nena, cambiar instantáneamente a una madre cuando necesitas ayuda, preocuparme como si de mi propia vida se tratase, intentar realizar la opción más favorable para cuidarte y enredarte en veinte de mis bufandas favoritas si afuera hay viento.
Luego probablemente quedarme tildada mirándote si te sacas el buzo y por debajo tenes una remera corta. No es algo que pueda controlar eso es lo peor, que por más de que me convendría no hacerlo lo hago igual. Terminando nuevamente en el baño, haciendo absolutamente nada y todo a la vez, tantos cambios y contradicciones vueltas rutina.
Tu risa más aguda que tu voz común, la forma en la que tu tic en el ojo parece un guiño tranquilo y tu sensibilidad a las cosquillas vuelve a transformar cualquier sentimiento.
Descubrir cosas, una por una, juntas, de a poco, siendo una redonda en una melodía de semicorcheas constantes. El olor a café y el cambio de clima más frío a uno más cálido al entrar a casa, eso significas, conformidad y paz, la certeza de que alguien te quiere y lo demuestra. Incluso en los momentos fuera de nuestra zona de confort, de novedad, el sentimiento de tus brazos rodeándome haciéndome saber que no estoy sola, que lo que sea nuevo lo padeceremos o disfrutaremos juntas.
Y me pregunto nuevamente cómo la misma persona desata tan distintas reacciones, tan favorables y encarecidas reacciones a la vez.
Me pregunto que es, cómo sucede y por qué, pero ya no me importan esas preguntas iniciales, me interesa el momento con vos, nada más que eso.

Narraciones de una ordinariaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora