Ojos azules (1) 《Steve Rogers》

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El ambiente estaba impregnado del olor del alcohol y del olor del humo de los cigarrillos. La música se escuchaba por todas partes, una melodía alegre que hacia retumbar el corazón de todos los presentes. Varias carcajadas se difuminaban con la música.

Mía miraba su entorno fascinada, no parecía importarle ni el humo ni la música que hacia que no pudiese escuchar sus propios pensamientos. Con una alegre sonrisa cogió el brazo de su hermano y le miró encantada, este le devolvió una pequeña sonrisa que quedaba tapada por la sombra de su gorra que iba a juego con su uniforme.

La chica estaba entusiasmada porque nunca antes había salido por la noche de fiesta a ningún lugar. Su padre, que temía que su hija terminara en un bar de mala muerte , no la permitía salir por las noches. La muchacha cansada le rogó a Bucky, su hermano mayor, que la llevase con él de fiesta antes de que se marchase a la guerra. A este no le parecía gustarle la idea pero el temor de no poder volverla a ver divirtiéndose hizo que se la llevase con él. La chica encantada se puso uno de sus mejores vestidos y salió a divertirse con su hermano.

Bucky la guió hasta una de las mesas de la sala y le hizo sentarse.

-No te muevas hasta que yo vuelva, ¿Entendido?- Dijo señalando a su hermana con el índice.

-Si mi capitán.- Dijo la joven llevándose una mano a la frente para hacer el saludo militar con una gran sonrisa en los labios.

Bucky negó divertido y se alejó de la mesa para acercarse a la barra sin quitarle un ojo a la chica.

Ella movía los pies debajo de la mesa al compás de la alegre canción. Miró a su alrededor dándose cuenta de que varios hombres de una mesa cercana, vestidos de militar como su hermano, no dejaban de mirarla y sonreír, ella se sintió incómoda y apartó la mirada, esperando que su hermano volviese rápido. Su vista se topó con unos ojos azules que la dejaron hipnotizada, azules como el océano y profundos como este , apartó la vista de los ojos y miró con detenimiento a quien le pertenecían. Un joven rubio, delgado, demasiado delgado, de más o menos su estatura la miraba con una mueca de vergüenza y un leve rubor en sus mejillas. La chica miró su camisa, se dio cuenta de que esta le hacía bolsa, quedando despegada de su cuerpo.

La chica se preguntó por qué aquel muchacho había captado su atención , ¿Tal vez sus ojos?, No lo sabía, pero una necesidad de hablar con él y preguntarle su nombre floreció de su interior.

Él también miraba a la chica, con verguenza y admiración. Ella le parecía bonita, tenia el pelo castaño recogido en una coleta y sus ojos eran de un gris perla que le dejó en una especie de trance que fue interrumpido cuando vio que ella se dirgía hacia él.

Tragó saliva y separó la mirada de ella.

Mía estaba nerviosa y no sabía el por qué. A cada paso que daba, el sonido de los latidos de su corazón resonaban más fuerte en sus oídos, pensaba que se quedaría sorda. Hasta que no estuvo a unos pasos de él, no se dio cuenta de la estupidez que estaba haciendo. Se plantaría allí y ¿qué le diría?. Los nervios la nublaron y no se dio cuenta de que ya había llegado a su lado y que él chico no la miraba a los ojos si no que su vista estaba clavada en el suelo. Respiró hondo e intentó captar su atención.

-Es una noche preciosa ¿Verdad?- Inmediatamente ella se riñó a sí misma por la estúpida frase que había salido de sus labios, sin embargo el chico sonrió al ver el parecido de esa frase con las que usaba su mejor amigo para ligar con las chicas.

Por otra parte, Bucky cogió las bebidas para regresar a la mesa, pero al darse la vuelta la sonrisa se esfumó de sus labios. Un minuto, un minuto había dejado de mirarla y ya no estaba. Dejó las bebidas con brusquedad haciendo que algunas gotas se derramaran por sus manos. Miró por todas partes hasta localizar a una muchacha de baja estatura hablando animadamente con alguien. Fue directamente a por ella pero al aproximarse vio con quien estaba hablando su hermana pequeña. Relajó sus hombros y un fuerte suspiro de tranquilidad le hizo desinflarse completamente. Ella estaba hablando con su mejor amigo, Steve Rogers. Una sonrisa se dibujó nuevamente en sus labios y se alejó un poco viendo como su amigo respondía a la conversación con gestos nerviosos y con un leve rubor en sus mejillas, nunca se le dio bien hablar con chicas.

Mía ya se sabía el nombre de aquel muchacho de ojos azules, Steve Rogers. Se dio cuenta de lo tímido que era, apenas la miraba a los ojos mientras hablaba y durante toda la conversación había tenido un leve rubor en las mejillas. A ella le pareció adorable y siguió interesándose por el chico.

A los oídos de ella llegó una de sus canciones favoritas y sin poder evitarlo una sonrisa surcó sus labios, interrumpiendo la conversación. Steve al verla sonreír de repente la miró confuso y vio como Mía daba un pequeño saltito que hizo que él también sonriera.

-Es mi canción favorita.- Explicó la chica feliz. Le miró unos segundos y siguió hablando.- ¿Le gustaría bailar conmigo?

Él se quedó mudo y negó con la cabeza sin que pudiera pronunciar palabra.

-Vaya, pensaba que era el chico el que pedía salir a bailar a la chica.- La voz de su hermano la sorprendió y vio como Steve y él se abrazaban amistosamente. Eran amigos.

Mía miró a su hermano interrogante, no comprendía como nunca había visto a aquel joven si era amigo suyo. ¿Es que su hermano se avergonzaba de ella?. Bucky se encogió de hombros y pasó un brazo por los de Steve.

Mía dirigió nuevamente su mirada a al muchacho.

-Normalmente si es así, pero dado que a Steve no se le veía muy confiado he decidido pedírselo yo.- Ella se sorprendió así misma, no sabía de donde había sacado tanta valentía para decir aquello.

-Yo...No sé bailar.- Se excusó el joven. Bucky les miraba divertido.

-Señor Rogers, yo tampoco se bailar, pero eso no me impide pasármelo bien.- Ella sonrió y le cogió de la mano arrastrándolo con fuerza a la pista de baile, siendo así como comenzó todo.

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