- Shelly, espero que no tengas nada que hacer- fue el saludo de Julius al entrar en una sala llena de aparatos que jamás había visto. Todo allí se veía moderno, sólo podía reconocer una especie de cama elevada bastante delgada y un escritorio, detrás del cual una corta melena blanca se dejó ver.
Sus ojos eran tan opacos y claros como una piedra de ojo de tigre, pero su expresión atenta le otorgaba a su mirada un brillo muy curioso. Su cabello no era tan distinto del tono de las paredes, carecía de cualquier tono, y seguía teniendo algo que la hacía ver distinta. Ella en sí era a lo mejor de unos 100 años, muy hermosa y de aspecto confiable. Si Julius la saludaba de esa forma sería por algo.
- Tampoco hay mucho trabajo desde que acabó la guerra- suspiró ella. Se me puso la piel de gallina al escuchar su melodiosa voz, tanta dulzura al hablar no podía ser posible.
- Es gracioso que lo digas- cerró la puerta una vez Kenya entró a mi lado-, porque mira a quién te traigo.
Apenas ella puso su mirada sobre mí su expresión cambió de aburrida a emocionada. Saltó en su asiento y se presentó delante de mí con un par de zancadas, mirándome de arriba abajo muy rápido.
- ¿Quién es?
- Una de las secuestradas en el asalto al núcleo de Furve- resumió Julius-. Estuvo doce años como esclava, ahora mismo tiene diecinueve. Necesito que hables con ella, se llama Dawn.
- Hola- sonreí muy leve, recibiendo de inmediato una enorme sonrisa de su parte.
- Hola, cariño- frotó mi brazo-. Yo soy la doctora del palacio, Shelly Star. Dime Shelly, no me gustan las formalidades.
- Vale- ensanché mi sonrisa, sintiéndome bien en su presencia.
- ¿De qué tengo que hablarle?- preguntó mirando a Julius. Fue cuando se giró que vi a su reflejo animal, durmiendo en su hombro y usando el cabello de su dueña como manta: una rata blanca bastante grande.
- Seré breve- Julius se cruzó de brazos-. Mi padre intentó forzarla aprovechándose de su ignorancia, pensaba que era una broma pero no, esta chica en serio no tiene ni idea sobre lenguaje sexual.
- No es raro- puso una mueca triste-. Así resulta más sencillo vender esclavas, es odioso tener ángeles como ella como juguetes ignorantes.
- No soy ignorante- intervine-. Todo lo que estaba haciendo el rey me resultaba raro...
- Pero no sabías qué quería- me recordó Julius. Me mordí el labio y aparté la vista, dándole la razón en silencio.
- Ven, cielo- Shelly me rozó el hombro para que la mirase. Me señaló una silla delante de su escritorio, en la cual me hizo sentar. Ella ocupó de nuevo su sitio, dejando la mesa entre nosotras. Me recordaba a las citas médicas a las que me llevaba mi madre de pequeña, en cierto modo era nostálgico-. Te explicaré todo muy despacio, ya que eres nueva en esto.
Asentí. Kenya estaba sentada a mi lado, con la cabeza apoyada en mis piernas. Julius y Elijah se habían quedado cerca de la puerta, mirándonos a las dos en completo silencio.
- ¿Te importa?- Shelly sacudió la mano en el aire, dándole a entender al único hombre presente que se fuera-. Lo último que necesita es alguien del otro género.
Con un resoplido Julius se marchó, no sin antes señalar la puerta para indicarnos que estaría justo en la entrada.
- Veamos- la vi tomar aire-. Dawn, ¿sabes cómo se llama tu parte íntima?
- No lo diré en voz alta- volví a negarme como con el príncipe.
- Es natural- rió por lo bajo-. Nadie te va a hacer nada por llamar las cosas con su nombre- sacudí la cabeza-. Está bien, entonces digamos V y P, ¿mejor?

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Libertatem
RomantikAlbe. Furve. Dos ciudades tan iguales y a la vez tan diferentes. El mundo siempre ha estado dividido en dos: los ángeles puros viven en Albe, los ángeles oscuros pasean por las calles de Furve. Cuando estalla la guerra en Stella, el punto intermedi...