Un leve rayo de sol entraba por la rendija de las cortinas, dando justo en mi cara. Arrugué los párpados y me giré, frotando mis ojos y bostezando, sintiendo el calor de la luz en mi nuca. Me reí en silencio, si me daba en la cara era odioso y si chocaba en mi nuca me dejaba atontada.
Me senté procurando no mover demasiado las sábanas, mirando a mi lado y comprobando que, tal y como Julius había dicho, no nos habíamos pegado dormidos en ningún momento. Él se encontraba bocarriba, con la cabeza ladeada hacia mí, un brazo sobre su cabeza y el otro surcando su vientre.
La iluminación era mínima, pero me permitió ver algo extraño. Shelly me había dado otra forma más simple de llamar a la zona de los hombres, "miembro", y eso justamente fue lo que me preocupó. Por alguna razón estaba hinchado, tensando un poco la sábana sobre él y haciéndolo ver más grande de lo que debería.
Sin saber qué hacer, pensando que a lo mejor algún insecto le había picado, acerqué mi mano y lo intenté bajar sin éxito. Me sentía avergonzada por tocarle justo ahí, aunque la incertidumbre de qué era lo que le ocurría me ganaba. Lo empujé otra vez, recibiendo un gruñido de Julius como respuesta. Seguía dormido, sin embargo reaccionaba a mis toques.
Tragué saliva y opté por apretarlo, pensando que a lo mejor si encontraba el punto de la hinchazón podría bajarla. El resultado fue peor de lo que imaginaba: con un leve apretón, Julius acabó por abrir los ojos de golpe y mirarme enfadado, empujándome hasta caer de espaldas y quedar él sobre mí.
Por instinto lancé mis manos contra su cara para defenderme, tardando sólo dos segundos en tenerlas apresadas por las suyas. Sacudí las piernas, y se puso en medio hasta impedirme cualquier tipo de defensa.
- ¿Se puede saber qué hacías?- frunció el ceño, con el rayo de sol dándole en el rostro de forma casi mágica, dejando zonas a la luz y otras en sombra-. ¿Acaso no tuviste suficiente con las explicaciones de Shelly ayer?
- Lo vi hinchado- balbuceé-. Pensaba que un insecto te había picado o algo...
Alzó una ceja, como si no terminase de creer mi triste aunque verdadera excusa, y soltó el aire retenido por la nariz. Se dejó caer a un lado y se puso de pie, abriendo las cortinas, cegándonos a los tres por un instante. Elijah gruñó y Kenya escondió la cabeza bajo la cama.
- Esa inocencia tuya mata- se hizo el pelo hacia atrás con los dedos, desviando la mirada.
- Sé perfectamente que ése es tu miembro- me senté-, ¿pero por qué está así?
- Porque es de mañana- respondió simple. Al verme ladear la cabeza miró hacia el techo, buscando otra forma de hacérmelo ver, y cuando me miró de nuevo se cruzó de brazos-. Doy por hecho que Shelly no te explicó lo que es una erección.
- Sí me lo dijo, es lo que le pasa a los hombres cuando se excitan.
- ¿Entonces cómo es que no sabías qué me pasaba?
- No creo que te excites dormido- ahora alcé yo la ceja.
- Tienes tu parte de razón- admitió-. Te lo explicaré más tarde, ahora ve a tu habitación a darte un baño.
- No quiero que tu padre vuelva a hacer lo de anoche- temblé. La presencia de Julius me daba respeto, pero la de Vector era como una manta de pánico. Su figura poderosa consiguió hacerme sentir aún más pequeña, y tras entender qué era lo que pretendía conmigo en su cama me daba aún más miedo estar cerca de él.
- Haremos lo siguiente- se sentó en el borde de la cama-. Fuera de estas cuatro paredes fingiré despreciarte, como si sólo fueses una sirvienta, así nadie sospechará que te estoy ayudando.
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Libertatem
RomanceAlbe. Furve. Dos ciudades tan iguales y a la vez tan diferentes. El mundo siempre ha estado dividido en dos: los ángeles puros viven en Albe, los ángeles oscuros pasean por las calles de Furve. Cuando estalla la guerra en Stella, el punto intermedi...