#17: Se agota el tiempo

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- Ya era hora- resoplé, recuperando el aire perdido y secándome el sudor de la frente-. Si con 20 años no era capaz de esto...

- Normalmente aprendes algunos trucos cuando empiezas a volar de niña- explicó Julius, posándose de nuevo en el borde del acantilado. Me senté a su lado y me eché el pelo hacia atrás, mirando mis piernas colgantes sobre las rocas limadas por el mar-. Sin embargo aprendes rápido dadas las circunstancias. 

- No tengo opción- ladeé la cabeza-. Paris y los últimos se irán mañana por la noche, y cuando sea mi hora de partir debo estar preparada. 

Un resoplido de Kaleb sobre mi cabeza revolvió mis cabellos, haciéndome reír un poco. Gracias a su llegada había cambiado, la Dawn tímida, temerosa y reservada ahora sólo ocupaba el 50% de mi ser. Estando con Julius podía ser sarcástica, competitiva e incluso agresiva. Ya no me amedrentaba pasar al lado de Vector o Venus, los reyes de Albe habían dejado de representar unas figuras enormemente peligrosas para mí. Ahora, sólo eran los dos principales enemigos.

Julius fue a añadir algo, pero escuchamos a alguien venir corriendo hacia nosotros y por tanto nos levantamos enseguida, alertas por si era necesario escapar o pelear. Nada más lejos de la realidad: sólo era Shelly, jadeando y con los ojos desorbitados en cuanto nos vio. 

- ¡Tenéis que volver! ¡Ya!

- ¿Qué ocurre?- me tensé, creyendo que el último escape había salido mal.

- ¡Dave ha descubierto más cosas y una en concreto tiene que ver contigo!- me miró, llena de nerviosismo. 

Julius y yo entrecerramos los ojos, extrañados.

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- No, imposible- insistí-. Yo no...

- La gran mayoría de ángeles como tú adquieren ese don- Dave ignoró mi desconcierto y siguió hablando, casi tan alterado y emocionado como Shelly-. Sólo se da un caso de doble alma cada tres o cuatro siglos, y son sólo unos pocos en toda la historia los que no han desarrollado capacidades extra. 

- Por ejemplo- la doctora se inclinó sobre el libro y empezó a leer los casos registrados-. Fergus Wood, ángel oscuro con reflejo de serpiente y lobo, fue capaz de manejar a voluntad el fuego, tanto el de las antorchas como el que él mismo creaba. Helena Mist, ángel pura con un oso y un águila, fue conocida en Albe como la señora del cielo gracias a su poder de aire. Ellos son sólo dos ejemplos de un historial de ángeles poderosos, y tú acabas de formar parte.

- ¿Pero por qué yo?- me exasperé, no podía asimilar que tal vez tendría que controlar un poder demasiado fuerte-. Yo no crecí en un ambiente propicio, y aunque tenga a Kenya y a Kaleb como prueba de mi doble vínculo no quiere decir que... 

- Es tan sólo una posibilidad, aunque sería triste si no desarrollases nada- meditó Julius-. Los ángeles así se pueden contar con menos de 10 dedos en toda nuestra historia, e incluso puede que hayan más sin datar. Tengan poderes o no, son un grupo extraordinario. 

- Por lo que he leído los poderes se relacionan con los elementos- el bibliotecario siguió leyendo-. Fuego, aire, tierra y agua. Si logran poseer alguno de éstos automáticamente se vuelven los Magnos de la ciudad.

- ¿Magnos?- repetí, sin entender.

- Es como Albe y Furve, nombres en latín. Magno es grande, por ende los Magnos son los "grandes" ángeles con poderes adquiridos de la naturaleza. Pero más adelante hay algo muy curioso, una leyenda sobre el líder de los Magnos, un ángel con un único aunque peligroso reflejo. 

- Cuentan que, desde que aparecieron los primeros ángeles capaces de controlar uno de los cuatro elementos, también aparecería alguien que los manejaría todos. Aún no ha llegado el momento, pero dicen que cuando Lypsis aparezca...- Shelly se cortó al hablar, tragando saliva preocupada. Julius se acercó para seguir por ella.

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