II

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Cuando la alarma sonó, no tenía ni la más remota idea de dónde estaba, qué día era, o siquiera cómo se llamaba. Hizo que su celular dejara de sonar con un manotazo y se sentó en su cama mirando a la nada, buscando poder recapitular y saber qué rayos tenía que hacer.

Oh cierto, era su primer día en la nueva escuela. Y a este paso llegaría tarde.

Como exhalación, corrió al baño a tomar una rápida ducha para luego vestirse y aún con el cabello húmedo, poder cepillar sus dientes, colocarse sus lentillas y vestirse con apuro. Al no tener nada en su pequeño refrigerador, decidió que lo mejor sería comprar algo en el camino para comer. Por último, tomó sus cosas y salió como alma que lleva el diablo hacia el que sería su primer día en aquella nueva institución desconocida.

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Definitivamente, aquella escuela tenía algo raro.

Ahora que se había puesto sus lentillas, podía observar los rostros de las personas claramente que estaban circulando por los pasillos, confirmando su teoría de que nadie allí se encontraba totalmente sólo y que los grupos que se formaban, eran de a pares.

También notó que la mitad de esos chicos poseían esas extrañas marcas en su rostro, como la muchacha de ayer ¿Tal vez algún tipo de fraternidad o sociedad secreta? Supuso que sería bastante descortés preguntar directamente y que lo mejor sería aprender por su cuenta.

Consiguió algunas miradas mientras iba por los pasillos al ser el nuevo, por su curioso cabello rubio y, por lo más seguro, por el hecho de ir solo.

Con su nueva adquisición gastronómica (la cual constaba de una manzana y un yogurt bebible, sabía que luego se comería una vaca entera en el almuerzo) buscó su casillero par tomar aquello que fuera necesario para comenzar sus clases, que, por cierto, comenzaban en un poco menos de quince minutos. Luchando por avanzar en los pasillos que parecían en esos momentos un hervidero de gente -un poco empujando, otro poco tropezando-, chocó sin querer con un chico algo más bajo que él.

Parecía ser varios años menor que él, de cabello rubio algo alborotado, pero en cuanto notó como maldecía, supuso que esa forma de hablar no podía ser la de un niño de 10 años.

—Fíjate a quién te llevas por delante, idiota— exclamó algo molesto el chico más bajo.

— ¡Disculpa, en verdad lo siento!— exclamó él —Soy nuevo y voy algo apurado, lo lamento. Me llamo Seungkwan, un gusto, espero— finalizó haciendo una pequeña venia.

—Ah, claro, supongo que por eso estás solo, descuida, ya hallarás a tu compañero, mi nombre es Jihoon, trata de no llevarme por delante muy a menudo ¿Si?— ¿«Compañero»? pensó algo confundido Seungkwan —Ven a verme durante el almuerzo, te enseñaré el lugar y seguramente, aclararé varias cosas para tu confundida mente, he visto tu rostro en cuanto he dicho la palabra "Compañero", ya entenderás luego. Nos vemos luego, Seungkwan — se despidió el más bajo con una leve risa, justo en el momento en que el timbre para ingresar a clases, sonaba.

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Quedó algo pasmado al entrar a su salón, pues no había más de 5 personas con la misma edad, y el profesor -de no más de 30 años- tenía sus piernas sobre su escritorio, como si se estuviera en un día de playa mientras vigilaba a los alumnos.

Se percató de que allí, nadie tenía las extrañas marcas negras y que, por la incomodidad respirable del ambiente, la mayoría debían de ser nuevos tal como él. Los bancos eran para dos personas pero todos se encontraban sentándose solos, aunque, sorprendentemente, había suficientes para sentarse de forma individual. Buscó un lugar vacío en el fondo para pasar desapercibido, por suerte, daba a una ventana.

Voodoo DollDonde viven las historias. Descúbrelo ahora