Capítulo 3

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Sesshomaru se quedó pensando por un buen tiempo. Lo que Inuyasha le dijo no podía ser cierto, ¿qué le pasó a esa muchacha tan dulce para convertirse esa mocosa insoportable? Éste llega a su departamento, estaba cansado, por fin ya era viernes en la tarde. Ingresa a su habitación y se dirige directamente a la ducha. El agua caliente comienza a relajarlo lentamente. Luego de 20 minutos ya estaba listo para descansar hasta que suena el timbre.

-Sea quien sea lo mataré – dice molesto. Abre la puerta y se sorprende, aunque no lo demuestre, de que su pequeño hermanito se encuentra a la entrada de su departamento con un par de maletas

-Vaya, creí que te emocionarías más – dice burlón.

-¿Qué haces aquí Inuyasha?

-Me vengo a vivir contigo – esboza una gran sonrisa, lo que a Sesshomaru le irrita profundamente

-Olvídalo, lárgate, no te quiero aquí – el menor no lo escucha y entra a la sala de estar.

-Esto sí que es grande, estaremos cómodos los dos aquí.

Sesshomaru lo deja, no está de humor para discutir, dejará que se quede un par de días, luego lo echará como el perro que es. Le enseña la habitación de invitados y se encierra en su cuarto. Por ahora no quiere saber de nadie, sólo desea dormir... fue una semana horrible.

Han pasado un par de semanas y en la Universidad todo está igual, Kagome y Sesshomaru discutiendo como perros y gatos, Inuyasha detrás de Kikyo y Sango mirando de lejos al profesor que le saca suspiros, Miroku. Éste había llegado hace unos días, era el nuevo profesor de actuación, sus ojos azules y su color de cabello eran perfectos para la pequeña Sango, se había enamorado a primera vista... el problema, un mujeriego cualquiera.

Kagome estaba molesta, furiosa, quería darle una patada al odioso profesor de Literatura, ya era la 4ta vez que discutían en la sala de clases, él odiaba que no prestara atención y ella detestaba que no la dejaba dibujar. Kagome había pasado un par de veces a la oficina del Director de carrera para poder sacarse aquel taller, pero era imposible, era obligatorio.

La azabache bufaba por los pasillos, estaba harta. No podía soportarlo ni un minuto más, deseaba matarlo y poder disfrutar viéndolo agonizar. Bueno, no es que ella fuera una asesina, pero ese hombre sacaba todos sus instintos.

-Uuuuh!!! Muchachas, salgamos a beber algo! – decía emocionada Kagome al entrar a la habitación de Sango, en éste se encontraba ella y Kikyo.

-¿Qué pasa? ¿Aún no te reconcilias con el profesor? – preguntó divertida Kikyo

-Claro que no!! No me interesa, sólo pienso en divertirme y sacarme este estrés que tengo! Vamos, acompáñenme!!! – la joven las mirada con cara de perrito

-Esa cara no va a funcionar Kagome – decían las dos amigas al unísono – Ya tenemos planes

-Que son buenas amigas!! – dice irónica – ya verán, me divertiré tanto que estarán muertas de envidia.

-Si claro, como no – a Kikyo no le gustaba mucho esa personalidad de Kagome, la quería mucho pero a veces la joven era irritante.

-Invitaré a Bankotsu a que salgamos a bailar – dice con sonrisa pícara

Ambas amigas se miraron entre sí asombradas. Bankotsu era el hombre más deseado en toda la Universidad, bueno, más bien, eso decía él. Aunque la verdad es que Kagome lo encontraba muy guapo, su cabello largo trenzado, esa piel bronceada, esos músculos marcados y esa sonrisa derretían a cualquiera.

Kagome se retiró de la habitación y fue directo al edificio de los chicos. Estaba entusiasmada, quería bailar, beber y perder la conciencia. Su semana fue del asco, pues peleó las veces que vio al profesor Sesshomaru, además que sus pesadillas volvían con más frecuencia. Estaba harta del pasado y para olvidarlo quería divertirse.

Reescribiendo el pasado [EN PAUSA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora