Capítulo 17

701 66 21
                                    

-¡No! Eso no es verdad – Kagome lloraba a mares, no podía creer lo que Naraku le decía.

-Querida – dice tomándola de la barbilla para que lo viera a los ojos – No te miento, ¿qué saco yo con hacerlo? Inuyasha era un bastardo que siempre estorbaba, pero ahora ya no está – sonrió – Me deshice de él

Kagome abrió los ojos al escuchar aquella confesión - ¿Qué es lo que dices? –trató de sonar fuerte – Inuyasha tuvo un accidente.

-Exacto. Pero digamos que ayudé un poco – Naraku rió fuertemente – Ya me estorba. Él iba a comentarte que estaba en la ciudad, pero yo quería más dramatismo.

-Eres un maldito – Kagome le gritó, no podía creer todo lo que oía – Inuyasha no merecía morir y menos de esa manera – la fortaleza que había logrado adquirir se esfumó.

-No seas ingenua Kagome. Inuyasha merecía tanto como yo, las penas del infierno.

-En eso último estamos de acuerdo – Kagome trataba de zafarse pues aún tenía atadas las manos.

-Vamos Kagome. Esto fue un alivio para ti. Además el muy imbécil pudo despedirse de ti.

-¡Eres un mal nacido! – Kagome no podía evitar llorar.

-No llores, no me gusta verte así, más bien, prefiero ver tu rostro lleno de miedo – Naraku se le fue acercando lentamente hasta besarla.

La azabache sin esperar más muerde a Naraku, haciendo que su lengua comenzara a sangrar.

-¡Aaag! Hija de puta – abofeteó fuertemente – Por esta estúpida actitud tuya, me encargaré de eliminar a Sesshomaru para que por una vez te des cuenta que nadie podrá salvarte de mis manos.

-¡Noooooo! No te lo permitiré – La azabache sacó todas sus fuerzas e impactó directamente con Naraku haciendo que ambos cayeran y se golpearan fuertemente en el piso – No te atrevas a tocarlo.

-¡Suficiente! – ahora Naraku era quien estaba encima de la joven – Eres muy osada o muy estúpida para defenderlo – dijo muy enojado – Soy tu esposo, así que ¡OBEDÉCEME! Y QUÉDATE QUIETA.

-Eres un asco – Kagome le escupió nuevamente en la cara – Yo amo a Sesshomaru

-¡BASTA! – Naraku golpeó fuertemente la mejilla de la azabache haciendo que apareciera un moretón – Mira lo que me has hecho hacerte – la toma y le acaricia la mejilla golpeada

-No me toques – Kagome ladea el rostro – Déjame sola.

-Kagome, entiende que estamos tú y yo, y que no hay nadie más – se levanta – Acostúmbrate a eso.

El ojirrojizo sale hecho una furia de la habitación golpeando la puerta muy fuerte, haciendo que la azabache pegue un brinco.

Naraku caminaba con pasos furiosos por la casa. Detestaba las palabras de amor que Kagome profesaba hacia Sesshomaru. Lo odiaba de una manera tal, que decidió ser él mismo quien acabara con el peliplata.

-Ni siquiera te darás cuenta quien fue. Me lo debes, Sesshomaru.

****

Sesshomaru no daba crédito a todo lo que había ocurrido en su apartamento. Al llegar vio la puerta tirada con impactos de balas, varias decoraciones estaban chuecas también con impactos. No había señal de Kagome, ninguna. Por más que llamara a su teléfono móvil éste piteaba y luego aparecía el buzón de voz.

-¡Maldición! Me las vas a pagar Naraku. No permitiré que la lastimes otra vez.

Sesshomaru decidió dejar que los policías hicieran su trabajo y se dirigió al hospital. Debía de saber que había pasado exactamente, y el único que podía contarle era Bankotsu, sólo esperaba que el mocoso no se muriera.

Reescribiendo el pasado [EN PAUSA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora