CAPÍTULO VIII

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Llegué a casa de Walkyria. En el camido habia comprado helado para la cena.
-Adelante, hijo.- dijo su madre con amabilidad.
-Buenas noches, señora Estela.- respondí con una sonrisa.- Traje el postre para esta noche.
-No te hubieras molestado, querido. Muchas gracias, lo pondré en el refrigerador.
Me adentre a la casa mientras la señora Estela guardaba el helado. Al instante apareció Walkyria, ella estaba deslumbrante.
-Buenas noches.- me dijo.- Pensé que llegarías más tarde.
-¿Estas insinuando que siempre lo hago?.- dije entre risas.
-¿No estoy en lo correcto?.- insistió con una sonrisa.
-Mejor cambiemos de tema.- contesté besandola.
Nos sentamos mientras su madre servia la cena, insistimos en hacerlo nosotros, pero ella se negó. La señora Estela se encontraba mucho mejor, el descanso le había sentado muy bien.

Mientras cenabamos, le contaba un poco de mi vida, ella tenía que conocerme, después de todo, yo era su "nuero".
Terminamos de comer, y la señora se levantó a buscar el postre. Rápidamente Walkyria aprovechó la corta ausencia de su madre para hablarme en secreto.
-Tobías necesito pedirte un favor.- dijo casi susurrando.- No quiero que menciones nada sobre mi enfermedad, a ella no le hace nada bien tocar ese tema.
-No estaba en mis planes hablar sobre eso.- contesté.- No te preocupes por mi.
-Ella seguramente te hablará de su problema.- insistió en voz baja.- Tú sólo escúchala, y no digas nada.
-Como quieras, no diré nada.
Su madre regresó a la mesa con el helado, y la advertencka de Walkyria comenzó. La señora Estela empezó a relatarme su historia, quería que yo la conociera de verdad.
-Hace muchos años me contagie, no importa como, ni cuando.- dijo entristecida.- Fue el segundo momento más doloroso de mi vida, pero pude salir del mal, lo hice por mi hija.
-Eso es lo que importa, señora Estela.- contesté con una sonrisa.
-El primer momento más doloroso, fue la muerte de mi marido.- me dijo.- Y no voy a mentirte, aún no consigo salir de ese abismo de tristeza.
-Es algo que no logramos superar jamás.- respondí.- Pero aprendemos a vivir con nuestras cargas, y seguimos caminando a pesar del peso.
-Eres un buen chico Tobías, puedo verlo sin necesidad de utilizar mi percepción.- dijo tomando mi mano.
-¿Usted percibe cosas?.- pregunté.
-Olvidé contarte esa parte.- contestó.- habrás oído algún rumor sobre mi, algunos dicen que soy bruja.
-Los rumores no se conocen, sólo se oyen.- le dije.
En ese momento recordé lo que Mauricio me había contado, sobre la muerte de un niño en manos de la señora Estela a causa de una brujería.
-Todo es mentira, no soy bruja.- dijo sonriendo.- Puedo ver en tu rostro cierto pensamiento, ¿recordaste algo que te contaron?.
No sabía que responder, temia decir algo que la lastimara. Pero era inútil intentar ocultar la verdad, de todas maneras, ella percibiria.
-No puedo mentirle a usted.- dije un poco avergonzado.- Recordé algo que me contaron, es acerca de un niño.
Ella se puso un poco melancólica, era como si ese recuerdo la perturbara de alguna manera.
-Tranquilo hijo, en este pueblo dicen muchas cosas.- dijo con carraspera.- pero yo te contaré mi verdad. Todo comenzó una noche, cuando una mujer vino desesperada a pedirme ayuda. La pobre cargaba con su hijo en brazos, el estaba agonizando de fiebre, y los médicos no podían bajarla.
Me acomode en la silla mientras intentaba recrear lo sucedió, escena por escena.
-Rápidamente recoste al niño en mi casa, y comencé a rezar mientras preparaba un medicamento casero. Después de un rato, su fiebre desapareció, el niño se calmó, y pudo regresar a su casa.
-¿Y entonces que pasó?, ¿por qué murió?.- pregunté intrigado.
-Después de esa noche, ella debía traerlo durante nueve días a la misma hora, para rezar y pedirle a Dios que lo salve.
-¿Usted sabe que sucedía con el niño?.
-Lo supe desde el primer momento.-contestó.- Lamentablemente el niño había sido víctima de un trabajo muy pesado, no habían muchas posibilidades de salvarlo, pero la fe jamás se pierde.
-Es cierto.- le dije.
-Todo se derrumbó en la sexta noche. Comencé a sentirme mal, y tuve una recaída por mi enfermedad. Walkyria me llevo al hospital sin pensarlo dos veces, e inmediatamente me internaron. Fueron los peores tres días de mi vida, yo tenía que estar con el niño, me necesitaba.
En ese momento sus ojos se humedecieron, pero respiró profundo, y continuo.
-Cuando regresé a casa, ella estaba parada en la vereda con su hijo en brazo. Con sólo verla supe que el pequeño estaba muerto. Recuerdo que ella se acercó, no paraba de gritarle, y repetir de que "yo había asesinado a su hijo". Comenzó a reunir a muchos vecinos en la vereda de mi casa, y fue así como el rumor de que yo era una bruja llegó a todo el pueblo.
-Pero, ¿por qué?, ¿entonces el niño de verdad murió por un trabajo de magia negra?.- dije sin entender.
-Claro que si.- respondió.- Hay personas malas en el mundo, personas sin alma.
-No puedo creerlo.- dije suspirando.- ¿Por que dijo que usted era una bruja?, ¿por que la gente le tiene miedo?.
-Porque ella afirmó que yo habia entregado el alma de su hijo, al diablo.
-Es muy triste, pero usted no tuvo la culpa.- dije intentando consolarla.- Usted la ayudo hasta donde pudo, solo Dios podía pararlo.
-Es cierto, pero si yo no hubiera enfermado, si tal vez hubiese terminado con las nueve noches... el estaría con vida.- dijo secando sus ojos.
-No digas eso mamá.- interrumpió Walkyria.- Yo se todo lo que hiciste por salvarlo, Tobías tiene razón, sólo Dios podía ayudar a esa mujer.
Realmente todo era diferente, los rumores que circulaban eran falsos. Por lo menos ahora, yo sabía la verdad.
Después de un rato, la señora Estela se acostó.
-Supongo que ya debo irme.- le dije a Walkyria.- ¿Estarás bien?.
-Yo si, espero que mi madre también.- respondió aflijida.
-Lo estará, es una mujer muy valiente.
-A veces tengo ganas de salir, y callar a todos los que hablan de ella son saber la verdad.
-Dios sabe la verdad.- respondí.- Eso es suficiente.
-Tienes razón.- dijo besandome.- Gracias por venir, fue una cena muy hermosa.
-La hermosa eres tu, la cena sólo estuvo deliciosa.- contesté con una sonrisa.- Ya debo irme.
-¿Nos vemos mañana?.- preguntó.
-Nos vemos el año que viene.- dije entre risas.
Regresé a mi casa, caminando lentamente por las calles desiertas de Purmamarca. Apenas me acosté, me dormí profundamente, el día había sido demasiado largo, y con muchas emociones.
Los dias de la semana transcurrieron rápidamente, en un solo salto ya era la última noche del año. Una vez más me vestí para la ocasión, y con muchas ansias esperaba la hora para decirle adiós a un año inolvidable, esperando a que el próximo sea aún mejor.
Extendimos las copas hacia el cielo, y comenzamos a escribir una nueva historia, repleta de nuevas oportunidades.
Esa noche Walkyria fue a la casa de Mauricio, nos encontramos allí, llevaba puesto un vestido blanco, y el pelo suelto, era un ángel, un perfecto ángel.
-Feliz año nuevo.- le dije besándola.- El año pasado fue la última vez que te vi.
-Sólo pasó una semana.- respondió con una sonrisa.- Tu fuiste el de la idea de vernos nuevamente está noche.
-Y no me arrepiento.- le dije.- Te haré una pregunta, ¿quieres ser mi historia de este año?.
-No quiero ser tu historia.- contestó con una sonrisa.- Quiero ser el libro que jamás terminarás de leer.
-Eso muy fue cursi.- dije entre risas.
-Lo aprendí de ti.
Los planetas estaban alineados sobre mi, todo parecía un sueño del cual no quería despertar jamás. No se como pasó, creo que nunca voy a entender como es que la quise en tan poco tiempo. Porque aunque me dieran mil oportunidades para escoger a otra persona, la escogería a ella sin dudarlo. Porque la quiero como para volvernos chinos de risa, la quiero como para ir a los lugares que mas frecuento y decirle que ahí es donde me siento a pensar en ella, la quiero como para no dejarla ir jamás; la quiero como se quiere a ciertos amores, a la antigua, con el alma y sin mirar atrás.

MIRADAS EN LA LUNADonde viven las historias. Descúbrelo ahora