CAPÍTULO XVI

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Como de costumbre desperté casi por la tarde, algo tipico en epoca de vacaciones. Al rato de levantarme Mauricio paso por mí para ir al río, Nicolás estaba esperándonos allí para almorzar con nosotros. Al llegar, Lurdes, Jazmín y Andréa también estaban junto él.

-No me contaste que ella también estaría.- le dije a Mauricio.

-Pensé que te agradaría.- respondió con una sonrisa de complicidad.- No puedes engañarme Tobías, te conozco lo suficiente como para darme cuenta de que sientes algo por Andrea.

-Ella es linda.- dije con timidez.

-¿Sólo es linda?.- insistió.

-Es hermosa.- contesté entre risas.- Muy hermosa.

-Entonces no te tortures, amigo.

-¿Qué quieres decir?.

-Quiero decir que debes permitirte amar, tal vez ella llego para sacarte de esa tristeza que llevas por dentro. 

-No lo se, siento que aún es demasiado temprano para pensar en eso.- respondí.- Probablemente lo mejor será que todo fluya.

-Jamás es demasiado temprano, y a veces es demasiado tarde.- dijo reflexionando.- El amor es como la vida, no siempre es fácil, y no siempre trae la felicidad, pero si no paramos de vivir; ¿por qué deberíamos parar de amar?.

Asentí con la cabeza y bajamos de la camioneta para sentarnos en la orilla al lado de los demás.

-¿Puedo sentarme aquí?.- le dije a Andrea.

-¿A mi lado?.- respondió con una sonrisa.

-No, al lado del río.- insistí entre risas.

-Siéntate, hazme compañía.- me dijo.

Me senté a su lado con los pies sumergidos en el agua fresca mientras el sol nos castigaba con toda su furia veraniega.

-Recibí tu mensaje.- le dije.- Yo también la pase muy bien, me divertí demasiado.

-Me alegro mucho, fue una linda noche.- respondió.- Al principio quería desaparecer de esa fiesta, pero después ese deseo cambio.

-Yo igual, no la estaba pasando nada bien al principio.

-Por lo visto el mal momento al comenzar la fiesta fue algo recíproco.- dijo entre risas.

-¿Qué sucedió?.- pregunté.- Vi que muchos chicos quisieron bailar contigo y terminaste rechazándolos.

-Eran unos idiotas, engreídos.- contestó.

-¿Todos?.- insistí.

-No, antes de que tu llegaras hubo un chico que por poco lo consiguió.

-¿Y que fue lo que pasó con el?.

-Nada, hasta que abrió su boca.- respondió bromeando.- Cuando dijo “las traigo muertas a todas” supe con seguridad que hacía alusión a sus neuronas.

-Si que es un idiota.- dije con una sonrisa.- Que suerte que llegué para salvarte.

-No seas petulante, tal vez yo te salve a ti.

Solo sonreí una vez más, dejando la respuesta a su criterio. Terminamos de almorzar y esperamos unos minutos para mojarnos en el río, me quite la playera y comencé a refrescarme.

-¿Vienes?.- le dije.- El agua está muy buena.

Andrea se quitó la blusa y se adentró al rio presumiendo sus curvas dibujadas por el mismísimo Dios. El resto de la tarde la pasamos allí, hasta que empezó a anochecer.

MIRADAS EN LA LUNADonde viven las historias. Descúbrelo ahora