CAPÍTULO IX

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Las semanas comenzaron a pasar,  faltaban apenas unos días para el viaje en tren. De alguna manera tenía que oficializar mi noviazgo con Walkyria ante mi familia.
El sábado por la mañana, Walkyria llegó a mi casa, mi madre continuaba siendo su clienta.
Aprovechando su presencia, me dirigí a la vereda para verla; ambos fingiamos no conocernos, sólo nos comunicábamos con la mirada.
-Tobias, ¿que haces aqui?, no sabia que te gustaban las plantas.- dijo mi madre.
-Sólo salí a tomar un poco de aire.- dije con una sonrisa.
-¿No vas a saludarla?.- dijo Mamá.- Creo que ustedes dos ya se conocen.
Ambos nos miramos con cierto nerviosismo, me quedé en silencio sin saber que decir.
-Tobías, ¿acaso no la conoces?.- insistió mi madre.- Tu fuiste el que compraste las flores el primer sábado que estuviste; ¿lo recuerdas?.
En ese momento recuperé el pulso y la respiración.
-Si, la conozco.- contesté.- La chica de las plantas, es muy bonita.
-¿Quien es bonita?.- preguntó mi madre con asombro.
-Las plantas.- respondí sonrojado.- La que compre ese día.
-Claro.- insistió con sospecha.- Son muy hermosas.
-Ya debo irme, señora.- interrumpió Walkyria.- El próximo sábado regresare con las ortalizas que me pidió.
-Esta bien querida, aquí estaré.
La saludé con un simple adiós, como si fuese una extraña, y eso me destrozaba.
Esa misma noche decidí hablar con mi familia, enfrentarme a lo que fuera.
Estábamos cenando, respiré profundo para cargarme de coraje, para poder empezar.
-Escúchenme un momento.- dije con nerviosismo.- Necesito que me escuchen, es algo muy importante para mi.
-¿Pasó algo?.- preguntó mi madre.- Te noto algo angustiado, ¿estas bien?
-Estoy bien.- contesté.- No daré vueltas, iré directo al grano. Se trata sobre mi novia; quiero traerla a casa para que la conozcan.
-¿Y cual es el problema?.- dijo mi padre- Ella será bienvenida.
-¿Quien es ella?.- dijo Luján.- ¿La conozco?.
-Su nombre es Walkyria.- dije con carraspera.
-¿Es por eso que se miraban de esa manera esta mañana?.- preguntó mi madre con cierto temor.
Los tres intercambiaban miradas, sin emitir una sola palabra, simplemente se tomaban todo el tiempo del mundo para digerir la noticia.
-Tobías.- dijo mi padre.- ¿Tu te cuidas en cada relación?.
-Siempre lo hice, papá.- contesté.
-Eso es importante.- insistió.- ¿Por qué no nos dijiste nada antes?.
-Es obvio, ¿no?.- le dije.- No se como reaccionaran con esto, perdón si les fallé, pero soy feliz con ella.
-No tienes que pedirnos perdón.- dijo mi padre.- Tu te enamoraste, y eso es algo muy hermoso.
Trague saliva, y volví a respirar, ya no importaba nada más; estaba preparado para cualquier golpe en el corazón.
Mi padre se levantó de sus silla, y me abrazó. Eso fue suficiente para llenarme de fuerzas nuevamente.
-Ven aquí, Estefanía.- dijo papá.
Lentamente mi madre se levantó, acercándose con una sonrisa de aprobación.
-Ya te lo dije una vez, y te lo diré de nuevo. Quiero que seas feliz, y si ella lo hace, entonces no hay nada más que decir.- dijo mi madre con lágrimas en sus ojos.
-Invítala a cenar mañana.- dijo mi padre.
Luján continuaba sin decir una palabra, ella sólo observaba la situación.
-Luján, ¿tu no dirás nada?.- pregunté.
-¿Hace cuanto tiempo que salen, Tobías?.
-Creo que hace más de un mes.- contesté.- ¿Por qué?.
-¿Por qué no confiaste por lo menos en mi desde un principio?.- dijo con cierta decepción.
-No lo se, sólo no sabía como ibas a tomarlo.- dije con culpa.
-Antes de decirte lo que pienso, quiero que sepas una cosa.- insistió con seriedad.- Nosotros somos una familia, y no quiero que vuelvas a dudar de nuestro cariño, porque hagas lo que hagas estaremos apoyándote, lo hicimos siempre, y lo seguiremos haciendo.
-Perdóname, ¿puedes hacerlo?.- dije con una sonrisa.- Fue una situación muy complicada, lo siento.
-Claro que te perdono, ahora te diré lo que pienso de tu relación.- contestó.- Walkyria es muy hermosa, y si la amas, no te detengas; habrán personas que te juzgaran, pero no frenes por nadie, tu felicidad sólo depende de ti, y mientras te cuides, todo estará bien, podrán ser felices como cualquier pareja.
-Gracias, es muy cierto lo que dices.- respondí.
El resto de la noche les hablé de ella, de su historia. Ya todo estaba en juego, el camino estaba libre para poder continuar a su lado sin adversidades; las personas más importantes estaban a mi lado en esta historia, ya podía escribir sin miedo a salirme de la página.
Al día siguiente fui personalmente hasta su casa para invitarla a cenar, era un poco temprano, pero necesitaba verla y compartir mi felicidad con ella, decirle que éramos totalmente libres.
Llegué a su casa, y ella estaba de salida.
-Buen día.- le dije.
-Tobías, hola.- contestó sorprendida.- ¿Qué haces aquí tan temprano?.
-Quería verte, ¿no puedo hacerlo?- respondí con una sonrisa.
-Claro que puedes.- contestó.- llegas justo a tiempo, iba camino a mi vivero, y ya que estas, quiero invitarte a conocerlo.
-¿Hablas enserio?.- dije con asombro.- Pensé que ese era tu santuario secreto.
-Lo es, de hecho, serás el primero chico en conocerlo. Sólo mi madre y Ana fueron las privilegiadas de entrar.
-Me siento muy afortunado.- insistí con una sonrisa.
-No me hagas arrepentir.- contestó entre risas.- Necesito unos brazos masculinos para cargar todas mis herramientas de jardinería.
-Aquí los tienes.- respondí presumiendo.- Están a tu disposición.
Ella comenzó a reír, cargamos los elementos de jardinería, y partimos hacia el tan “misterioso vivero mágico”. El lugar no quedaba muy lejos, estaba a sólo unas cuadras de su casa; al lado de un cerro.
-Nadie viene hasta aqui, ¿cierto?.- pregunté.- Es como la base secreta del área 51.
-Lo es.- contestó entre risas.- Mientras sea oculto, nadie podrá robar mis plantas.
-Muy inteligente.- le dije.
Alrededor habían muchos árboles, telas de alambre, y redes oscuras que protegían a las plantas de los rayos dañinos del sol.
-Bienvenido a mi humilde refugio.- dijo sonriendo.- Adelante, voy a cerrar el portón.
Ingresé asombrado por tanta belleza, la vitalidad del lugar era fascinante; realmente era un lugar místico. En el medio del terreno había un árbol muy hermoso, era como el jefe de todos los tipos plantas que habían en su entorno.
-Esto es hermoso.- dije anonadado.- ¿Qué tipo de árbol es esté?.
-Es un Lapacho, sólo que es demasiado grande en comparación con los otro de su misma especie.- contestó.
-Vi muchos de estos, pero no sabia su nombre.- le dije.- ¿Por qué esté es más alto que el resto?.
-No lo se, cuando compramos este terreno el lapacho ya estaba aquí.- dijo acariciándolo.- Era lo único que había, entonces con mi madre nos pusimos a cubrir los alrededores con telas de alambres, y poco a poco fui plantando todo tipo de semillas, en sólo cinco meses habían crecido todas.
-¿Usaste algún químico para que eso sucediera?.- dije entre risas.
-Claro que no, es todo gracias a la ayuda del Lapacho.- contestó con seriedad.- El hizo que todo esto floreciera.
-Esta bien, te creo.- dije con sarcasmo.- Ahora dile al señor Lapacho que le agradezco por su sombra, me recostaré debajo de él.
-No me trates como loca.- dijo golpeando mi brazo.- Antes de recostarte, debemos trabajar. Hay que podar, cavar, sembrar, regar, cortar el césped, y por último, descansar.
-Ok, nos vemos después.- dije bromeando.
-Tobías, hay trabajo que hacer.- dijo mientras se colocaba los guantes.- Empecemos ahora, y estaremos desocupados antes del medio día.
-Esta bien, manos a la obra.
Toda la mañana hicimos las tareas, pasaron las horas, y ayudarla me agradaba mucho más, todo era dibertido a su lado.
A las dos de la tarde nos detuvimos a descansar, a mirar las enredaderas que colgaban sobre el vivero, era como estar en otro mundo; uno donde sólo se oían los pájaros y el viento golpeando los claveles.
-“Si empezamos ahora estaremos desocupados antes del medio día”.- dije con tono de burla.- Son las dos de la tarde.
-Olvide decirte que mi medio día comienza a esta hora.- dijo entre risas recostada bajo el árbol.
-Si, creo que te faltó aclararme ese pequeño detalle.- contesté.
-Ya terminamos, eso es lo importante.
-Si, es verdad; las espinas son un problemas secundarios.- dije bromeando.- ¿cierto?.
-¿No estas acostumbrado?, pensé que estabas preparado todo.- dijo con una sonrisa de picardía.
-Lo estoy, sólo bromeaba. Unas espinas no me hacen nada.- dije mirándola a los ojos.- Soy Muy fuerte como para quejarme por unas espinas.
-Muy bien, entonces me quedo mucho más tranquila porque se que  no tendrás problemas en ayudarme el próximo domingo nuevamente.- contestó con ironía.
-No, no tendré problemas en ayudarte, pero tendrás que darme un beso como agradecimiento.
-¿Es parte del trato?.- preguntó sonriendo.
-Sólo si tu quieres.
-Esta bien, sólo para que no digas que soy una ingrata.
La besé adorando su sonrisa, admirando su belleza, estar ahí, a su lado, era todo lo que estaba bien en mi mundo.
Me levanté del suelo para regresar a casa. Primero la acompañe hasta la suya, un caballero siempre debe hacerlo.
-Antes de irme quiero invitarte esta noche a mi casa.- le dije.- Habrá una cena familiar.
-¿Quieres que vaya a cenar tu familia?.- preguntó confundida.- Pero, ayer estuvé en tu casa, y nadie sabía nada de lo nuestro.
-Ya lo saben.- insistí con una sonrisa.- Están ansiosos por recibirte.
-¿Hablas enserio?.- dijo con nerviosismo.- ¿Que dijeron?.
-Lo juro, dijeron que soy afortunado al tener a mi lado una chica tan especial.
-No bromees, hablo enserio.- dijo con inomodidad.- ¿Que fue lo que sucedió?.
-Es cierto, dijeron eso.- respondí.- Ellos ya te aman, no tanto como yo, pero les caíste muy bien, no debes de preocuparte por nada.
Me abrazó, y suspiró, era el comienzo de una nueva etapa, una libre de cargas pesadas.
Esa noche mi padre hizo asado, mi hermana se encargo del postre y mi madre de las ensaladas; yo solo ordenaba la mesa, y repasaba cada detalle para que nada saliera mal.
De pronto sonó mi celular; era Walkyria desde la calle. Rápidamente abrí la puerta y la invite a pasar.
La primera impresión fue muy positiva para mi familia, todos la conocían de vista, excepto mi madre, ella tenía una relación más cercana como clienta semanal.
-Walkyria, cuéntame de tu vida.- dijo mi padre.- ¿Cuántos años tienes, hija?,¿estudias algo?.
-Si señor Eduardo.- contestó.- tengo veinte años, y estudio enfermería. Si todo sale bien, este año me recibiré.
Todos la felicitaron a la vez, y continuaron con sus preguntas.
-¿Ese es tu color de cabello natural?.- dijo Luján.
-Si, lo es.- respondió Walkyria con cierta incomodidad.
-¿Hace cuanto tiempo estas enferma?.- dijo mi madre.
Mi corazón comenzó a latir de nerviosismo, la pregunta era demasiado directa; sentía como un puñal me atravesaba por la espalda.
-Alto, detengan sus interrogatorios.- dije decepcionado.- Por favor, mamá, ¿tu pregunta es necesaria?, ¿realmente te interesa saber eso?.
-No me molesta, Tobías, sólo tratan de conocerme.- dijo Walkyria con una sonrisa.- No te lo tomes a mal.
-Perdón.- dijo Luján.- No se que sucede conmigo hoy, no tuve el mejor día.
-Perdón hijo, sólo me deje llevar.- dijo mi padre.
-Yo no pediré disculpas.- dijo mamá. Hice esa pregunta por una simple razón. No quiero que Walkyria sienta que la tratamos con “delicadeza por su enfermedad”, yo también estuvé mal, y se lo que se siente que nadie se atreva a decirte nada por miedo a hacerte daño. Yo sólo quiero que sienta lo que realmente es, una hermosa chica que tal vez en un futuro sea mi nuera, una joven muy valiente que arriesgó todo por amor, esa es mi forma de verla.
Las palabras de mi madre eran demasiado fuertes, y a la vez justas, divinas. Me mantuve en silencio agradeciéndole con una sonrisa, una vez más las palabras estaban de más.
-Muchas Gracias señora Estefanía, es muy lindo lo que dice, y lo comparto absolutamente.- respondió conmovida.- Sólo quiero que me traten como a cualquier otra persona, no soy más que nadie, pero tampoco menos.
-Tu lo has dicho querida.- insistió mi madre.- No cambies esa manera de ver la vida.
Continuamos cenando, oyendo chistes de papá, y hablando sobre el cuidado de las plantas. Al rato mi mamá sacó los álbumes de fotos, y comenzamos a recordar momentos del pasado.
Ya se había hecho tarde, y debía llevarla a su casa.
Estábamos por salir, cuando mi madre recordó la pregunta que había desatado mi rabia durante la cena. 
-Walkyria, al final no respondiste mi pregunta.
-Lo siento, ¿cuál era la pregunta?.- dijo confundida.
-¿Hace cuanto tiempo enfermaste?.- dijo tomando su mano.- ¿Estas haciendo algún tratamiento?.
-Cargo con esto desde que nací.- dijo con nerviosismo.- No quise hacer tratamientos, mi madre si los hizo desde que enfermo, y nada cambio hasta hoy. Simplemente no quiero ser un conejillo de India para los médicos, quiero vivir una vida, cada etapa, y no padecerlas.
-Respeto tu decisión.- dijo mi madre.- Pero, ¿no crees que es un poco egoísta?, digo, hay muchas personas que te aman.
-Si, señora Estefanía, al principio lo vi desde ese punto.- contestó.- Pero, de todas formas moriré algún día, a todos nos llega la hora, entonces yo sólo esperaré ese momento como cualquier otra persona.
-Tal vez tengas razón, jamás lo vi desde esa perspectiva.- dijo mamá.- Hagamos de cuenta que no dije nada, ¿esta bien?.
-No se preocupe, me agrada mucho hablar con usted.- respondió con una sonrisa.
-Olvide decirlo.- dije interrumpiendo.- ella irá con nosotros, mamá. Perdón por avisarte un poco tarde.
-¿A dónde iré?.- dijo Walkyria sin entender nada.
-No te preocupes, hijo.- contestó mi madre.- Será un placer viajar con ella, igualmente ya lo sabía.
-¿Lo sabías?.- pregunté confundido.- ¿Quién te lo dijo?.
-Nadie me dijo nada.- respondió entre risas.- Sólo que tu padre no puede ocultarme nada, puedo detectar cualquier pensamiento suyo.
-Perdón, hijo.- dijo papá con una sonrisa.- Tu madre tiene telepatía sobre mi.
-Esta bien, después hablamos.- contesté.- Gracias mamá.
-¿De que hablas Tobías?, ¿Qué tren?.- preguntó Walkyria nuevamente sin comprender.
-Te explico en el camino.- le dije sonriendo.- Vámonos antes que se haga más tarde, después tu madre tendrá un mal concepto sobre mi.
Walkyria se despidió, y quedaron con mi familia en organizar otra cena juntos. 
Caminábamos los dos lentamente hacia su casa; las calles estaban vacías, y las estrellas decoraban el cielo en ausencia de la luna.
-En unos días iremos a un viaje en el tren de las nubes, y compré un boleto para que vayas conmigo.- dije abrazándola mientras caminábamos.
-¿Yo dije que si iría?.- contestó bromeando.- Porque al perecer tu ya diste por hecho mi aprobación.
-Perdón por no avisarte antes.- dije besándola.- Sólo que olvide decírtelo antes, todo salió de un momento a otro.
-Esta bien, iré si tanto insistes.- dijo ansiosa.- Será divertido.
-Claro que lo será, sólo porque estarás conmigo.- respondí.
-No empieces con tu arrogancia.- dijo golpeándome otra vez en el brazo.
-¿Por qué siempre el punto de tu descarga es mi brazo?.- dije entre risas.- Tienes una fascinación extraña por hacerlo.
-No lo se, es lindo.- contestó.- Si no dices otra idiotez, no tendré que golpearlo.
-Entonces jamás dejaras de hacerlo.- insistí bromeando.
En un momento ella se puso sería, algo pensativa; nos detuvimos en la vereda de su casa mientras continuaba extraña.
-Tobías.- dijo casi susurrando.- ¿No crees por momentos que en solo un mes hicimos muchas cosas juntos?.
-Claro que no.- dije observándola con una sonrisa.- Esto es sólo el comienzo, aún falta tanto por vivir.
-Espero que continues a mi lado, no quiero vivir nuevas aventuras sin ti.
-Voy a estar, lo prometo.- respondí.
Lentamente se adentró, ansiosa por viajar junto a mi familia.
Regresé a casa, y me acosté deseando ser como la luna; que puede verla todas las noches desde su ventana.
Es extraño volver a sentir que alguien te espera, que está deseando que pasen las horas para verte, para estar contigo y explicarte las cosas que pasan por su cabeza. Volver a sentir que alguien te necesita, que te provoque, que te busque. Alguien que aunque te tenga sentado a su lado; siga pensando en ti.

MIRADAS EN LA LUNADonde viven las historias. Descúbrelo ahora