Fuerte Terror

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Al fin habíamos llegado a Fuerte Terror. Las puertas se abrieron y nos adentramos. El bastardo se bajó del caballo y seguidamente me hizo un gesto para que me bajara yo también, así que me bajé. Ramsay me extendió la mano y yo la acepté y le seguí, estaba nerviosa, nunca le había dado la mano al bastardo.

-Padre. -dijo Ramsay al abrazar a un hombre, que pues era Roose Bolton o eso supuse.

-Hijo mío, ya os echaba de menos.-dijo siguiéndole el abrazo y dandole unas cuantas palmadas en la espalda.-Ya os habéis encargado de...

-Sí padre. -dijo interrumpiendo le y sonriéndole.

Roose Bolton asintió sonriendo.

-Ramsay esta es Lady Walda, ahora vuestra madre.

Ví como el bastardo se quedó perplejo al ver a esa mujer.

-Encantada Ramsay. -dijo Walda con una voz chillona.

Ramsay le dio un beso en la mano y le sonrió con cierta rabia.

-¿Y vos? -dijo Roose Bolton mirándome, y de repente Walda y Ramsay se giraron hacia mí.

-Yo... Yo soy _______ Cerwyn hija del señor de Cerwyn. -dije un poco nerviosa.

-¿Y qué hacéis aquí?-dijo Roose Bolton serio.

-Yo...

-Es la prueba del juramento de fidelidad de los Cerwyn, padre. -Dijo Ramsay interrumpiéndome.

-Esta bien, ordenaré que os preparen vuestros aposentos.

-Gracias...

Ramsay se fue hablando con su padre.

-¿Queréis dar un paseo?-dijo Walda.

-Claro...-dije un poco más calmada.

Empezamos a dar un paseo, aunque era un poco incómodo ya que ninguna de las dos nos atrevíamos a articular palabra.

-Mi señora... -dijo el bastardo acercándose.

-¿Si...? -dije mirándole seria.

-Ya tenéis vuestros aposentos listos, permitidme que os los enseñe.-dijo sonriéndome.

-Está bien mi señor.

Me despedí de Walda con la mirada y le seguí. Subimos las escaleras y nos adentramos en una habitación.

-Espero que esté a vuestro gusto mi señora.-dijo dando vueltas por la habitación.

-Sí, gracias.-dije dandole la espalda.

-Asearos y poneos cómoda, es lo que os recomiendo para sentiros mejor después de este largo viaje.

-sí.-dije asintiendo con la cabeza.

Ramsay se asomó por la puerta he hizo un gesto, y de repente entró una chica en la habitación.

-Esta será vuestra doncella, ordenad lo que sea y ella os hará caso inmediatamente, sin rechistar, y si no, avisadme.

La chica al escuchar eso le miró con miedo, pero sin decir nada.

-Está bien mi señor.-dije asintiendo.

-Preparadle un baño a la señora.-le dijo a la doncella.

Ella inmediatamente preparó un barreño y trajo agua en jarras.

-Disfrutad del baño mi señora, os veo para la cena.-dijo sonriéndome y saliendo por la puerta.

La doncella se acercó a mi y empezó a quitarme el vestido.

-Tranquila, puedo yo. -dije apartándola.

-Pero, Ramsay dijo que os sirviera.-dijo acercándose a mi.

-¡Yo puedo! -dije apartándola y sin querer tirándola al suelo.

La doncella me miró con ojos quebradizos y empezó a llorar.

-Por favor... Dejadme hacer lo que Ramsay dice... Si no...-dijo con voz cortada y llorando.

-¿Si no... Qué?-dije asombrada al ver la reacción de la doncella.

La doncella se levantó y dejó de llorar inmediatamente.

-Nada. Sólo estoy para serviros señora.

-Está bien. -dije asintiendo.

Me metí en el barreño y empezó a asearme.

-¿Y cómo es Ramsay?

-¿Ramsay?-Le cambió completamente la expresión de la cara.- Es muy buen hombre.

Me quedé mirándola seria, esperando a que me dijera la verdad.

-Lo único que os recomiendo es que hagáis todo lo que él os pida.-dijo con voz cortada.

-¿Si no qué?-dije nerviosa.

-Ya estáis lista.-dijo ignorando mi pregunta y yéndose de la habitación con lágrimas en los ojos.

Salí del barreño, me sequé y me empecé a vestir.

-Mi señora, la cena ya está lista. -Dijo la doncella.

-Ahora mismo bajo.

La doncella se fue y bajé al comedor. Estaban todos sentados con la comida por delante y esperándome.

-Lo... Lo siento por la tardanza.-dije nerviosa y agachando la cabeza.

-No pasa nada querida.-dijo Roose Bolton.

-La próxima vez no tardéis tanto, mi señora.-dijo sonriéndome.

Me senté lejos de bastardo. Empezamos a comer en silencio y de repente el bastardo se levantó alzando una copa de vino.

-Padre, Madre, mi señora... ¡Brindemos! ¡Brindemos por la muerte de los Stark y brindemos por que nuestra casa está consiguiendo lo que se merecía desde hace tiempo! ¡Brindemos por la casa Bolton y por vos, padre, el guardián del norte!-dijo sonriéndome.

Yo le miré entristecida pero seria y aparté mi mirada, y todos brindamos con una copa de vino, y bebí con rabia.

-Bueno, sigamos comiendo.-dijo Roose Bolton.

Terminamos la cena y me fui afuera a respirar un poco de aire fresco.

Me acerqué a un callejón oscuro y escuché una respiración.

-Siempre leal... Siempre-dijo una voz débil que venía del callejón.

Entré en el callejón oscuro y los perros empezaron a ladrar, por lo que me asusté.

Y,  de repente,  escuché un silbido y todos los perros callaron, yo, tenía el corazón en la mano.

-¿Qué hacéis aquí? No podéis estar aquí, mi señora, deberíais estar durmiendo en vuestros aposentos.-dijo inexpresivo.

-Lo... Lo siento mi señor...-dije nerviosa.

-No volváis aquí nunca, a menos que yo os lo pida, o si no, recibiréis un castigo.

-¿U-un castigo? -dije entrecortada.

-Claro, las personas que no saben como comportarse merecen un castigo, ¿No creéis? -dijo sonriéndome.

Sólo somos salvajes.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora