Pasión y Terror

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A pesar de todo...

Lo deseaba...

Me tiró bruscamente sentándo me en la cama. Se acercó a mí besándo me mientras le quitaba la camisa.

Me empezó a besar el cuello lentamente mientras que yo enredaba mis dedos en su pelo.

De repente se alejó y me observó por un segundo, pude notar como me miraba poseído por la lujuria.

Se acercó de nuevo y me arrancó el vestido, dejando mis pechos al aire.
Volvió a besarme mientras me acariciaba la espalda y yo a él su cuello.

Noté como su tez pálida y fría como la nieve paso a ser ardiente como el mismo fuego.

Me levanté tirando lo a el a la cama, me quedé de pie en frente suya y termine de quitarme lo que me quedaba de vestido, dejando que el me viera.

Ramsay ante eso me miró y se mordió el labio. Yo volví a besar le, esta vez con más fuerza, mientras le sujetaba la cara con mis manos.

Le bajé los pantalones dejándonos a los dos completamente desnudos.

Me subí encima suya y lentamente mientras le besaba hice que bajara su torso quedándose este totalmente tumbado.

Le dí un morreo en los labios para luego bajar a besar su definido cuello y sus pectorales marcados.

Finalmente lo introducí en mí y escuché un leve gemido procedente de él.

Empecé a moverme de arriba a abajo, aumentando el ritmo, aumentando los gemidos, aumentando el calor...

Hasta que los dos llegamos a nuestro máximo, y nos separamos con un salvaje beso, cayendo así los dos, cada uno a un lado de la cama.

Este sin decir nada se levantó de la cama, se puso sus ropajes y salió de la habitación.

Yo me quedé observando como se iba.

Me tapé con las sábanas, y me quedé dormida de inmediato.

Me desperté y seguía desnuda, así que me empecé a vestir, y ví que ya era de noche.

Mientras me vestía no podía dejar de pensar en lo que habíamos hecho, en lo que había hecho... Me había acostado con una de las peores personas de los siete reinos, con un monstruo, con un salvaje... con Ramsay Bolton...

No podía dejar de pensar en que aunque me costará admitirlo disfrute... Disfruté de la persona que torturaba a hombres y mujeres sin ningún motivo...

Me odiaba por ello.

Unos golpes en la puerta me alejaron de esos pensamientos.

- ¿Si?

-Mi señora.

-Pase.

-Le llaman para la cena.-dijo la muchacha con una sonrisita tonta.

La muchacha era de pelo castaño y ojos al igual que su cabello, bastante delgada y con pómulos sonrosados. Llevaba un vestido de cuero con bordados azules de terciopelo.

-¿Quién sois?

-¿Yo? Soy una humilde criada, no tiene importancia quien soy.-dijo sarcástica.

-Permitidme saber vuestro nombre.-dije más sería aun.

-Esta bien, esta bien... soy Myranda, hija del perrero, y vengo a servirla ya que vuestra antigua doncella ha sido...
Transportada ¡Si! ¡Eso! Transportada a otro lugar donde iba a servir con más eficacia.

Me quedé extrañada, ¿Transportada? Seguro que Ramsay la ha torturado hasta la muerte.

-Esta bien, Myranda, lléveme a cenar.

-Mi señora.-Hizo un gesto para que le siguiera.

Bajamos al gran salón, allí estaban todos, esperándome.

Ramsay se percató de mi llegada de inmediato, pero hizo como si fuera que no le importará. Me senté como siempre a su lado.

Esta vez el bastardo no portaba su sonrisa torcida de siempre.

Empezamos todos a comer, y nadie hablamos casi nada, excepto algunos asuntos que Roose Bolton le proponía a Ramsay y este aceptaba con un vale o moviendo la cabeza como diciendo si pero, con una dejadez atípica de el.

No entendía que le pasaba.

Antes de que finalizara la comida con el postre, Ramsay se levantó de la mesa sin hacer casi ningún ruido, solamente el crujido de su silla.

Pude notar como Roose y Walda se extrañaban, al igual que yo.

Terminamos de comer. No podía dejar de pensar en Ramsay, ¿Por qué estaba Así? ¿Por mi? No, No y no. No podía ser. El estaría acostumbrado a acostarse con miles de chicas, así que me quité esa idea de la cabeza.

Me dirigí a fuera a respirar un poco de aire fresco, necesitaba descansar de tantos pensamientos que hacían que me odiara más y más. Paseé por el patio, notando como la nieve me caía en la piel, haciendo que se me erizara la piel.
Por un momento estaba tranquila, aunque eso no duró mucho, ya que vi la puerta del sótano, y recordé todo lo sucedido...

Sin pensarlo mucho me adentré con miedo en aquel sótano. Al llegar, estaba todo oscuro así que encendí una antorcha.

Al entenderla se me salió el corazón, no podía creerlo...

Era... era mi antigua doncella, atada de mala manera en una especie de X.

Tenía medio torso desollado, le faltaban dedos de los pies, y tenía un mordisco de perro en el cuello.

No podía creerlo, no podía... pero tuve que hacerlo, lo tenía delante de mis narices.

Me acerqué a ella y le quité un esparadrapo que tenía metido en la boca.

-¡Matadme por favor! ¡Parad de torturadme! ¡No puedo más! ¡No puedo aguantar tanto dolor!-dijo sin percatarse de que era yo.

Me asustaron sus palabras.

-Tranquilizaos, soy yo, ______. Os sacaré de aquí.

-¡No! ¡Nos pillara! Siempre sale ganando... -dijo llorando.

Le empecé a desatar.

-Mi señora.

Me giré, era el bastardo, con el torso descubierto y manchado de sangre.

La doncella tenía razón... No sabía que pensar en ese momento, sólo tenía por seguro que no iba a salir viva de ahí.

Ramsay se acercó a mí, y me tiró al suelo con fuerza, haciendome daño.

Me raje levemente la pierna e hice una mueca de dolor.

Ramsay me miraba inexpresivo, este se fue a la puerta, la cerró con llave.

-Mi señora, quedaros a ver como la desollo.

- No...

- Si, os quedareis.-dijo inexpresivo, clavando sus ojos en mi alma.

-Por favor...

-¡Os quedáis u os mataré!-dijo con rabia en su voz.

No dije nada. De repente se acercó a mi con una daga y me la acercó al cuello.

-Haced lo que os digo.-dijo inexpresivo.

Sólo somos salvajes.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora