Capítulo 17

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23 de Agosto

Donghae observó fijamente sus manos mientras seguía jugando con ellas de forma nerviosa. Estaban sobre unas sábanas a rayas y sus ojos estaban fijos en ellas porque no quería levantar su mirada, ni mirar alrededor ni siquiera por un segundo. Una lágrima silenciosa bajó por su mejilla y estuvo indeciso entre limpiarla o llevar sus manos hacía sus oídos para hacer que todos los sonidos que habían estado torturándolo por tanto tiempo desaparecieran. Sin embargo, terminó haciendo nada; continuó observando sus manos, solo esnifó silenciosamente y mordió su labio para contener otro sollozo.

¿Cuánto tiempo había pasado? ¿Ya estaba oscuro afuera? Seguramente lo estaba - pero Donghae no levantó su vista para asegurarse si realmente era así. Quizás ya era medianoche, no dudaría de eso. No le importaba demasiado esas cosas, realmente no. Pero pensar en ellas le impedía pensar acerca de dónde estaba y en lo que había pasado para hacerlo estar allí, a él y-

No, no empezaría a pensar en ello y tampoco empezaría a pensar en la otra persona que le hacía compañía.

Era al revés, de hecho. Donghae le hacía compañía - ¿siquiera tenía permitido hacer eso? Seguro, todos los demás habían dicho que podía y habían estado de acuerdo con que estuviera sentado allí. Pero no le había preguntado a él, no tenía su permiso. Tal vez no quería tenerlo cerca; tal vez era mejor si Donghae se iba. Aunque no había manera de preguntarle si estaba bien que se quedara allí.

Un alto pitido llenó sus oídos; provino justo desde su lado y lo forzó a sollozar de nuevo. Hubo algunos más bajos y erráticos pitidos antes de que la máquina produciéndolos se volviera silenciosa de nuevo, solo siguió haciendo esos usuales y continuos sonidos que había escuchado por horas. Los dedos de Donghae se enterraron en su propia piel, casi arrancó la goma cubriéndolos mientras lágrimas calientes bajaban por sus mejillas. Los sonidos que oía eran horribles y comenzó a odiarlos más y más con cada segundo que pasó escuchándolos. Pero, por otra parte, eran la única cosa que le impedían venirse abajo, justo como lo había hecho hace algunas horas.

Oyó pasos acercándose, irrumpieron el pitido a su alrededor y se detuvieron muy cerca de él. Los sonidos que la otra persona hacían eran tan silenciosos que casi no podía oírlos y no quiso saber lo que estaba pasando. Probablemente solo era un chequeo, intentó decirse esto a sí mismo, no había nada de qué preocuparse.

Los pasos se escucharon una vez más luego de unos minutos y esta vez se detuvieron justo a su lado. Una mano gentil se posó sobre su hombro y lo apretó cuando la persona a su lado se inclinó un poco para estar más cerca de él.

—Sabes que puedes tocarlo, ¿cierto? Estoy segura de que estaría contento de saber que estás aquí.

Donghae asintió y dejó escapar otro sollozo, el más alto de todos hasta ahora. Su hombro fue apretado cuando bajó su cabeza, permitiendo que más lágrimas salieran de sus ojos. La voz femenina que escuchaba era suave y amable mientras lo calmaba silenciosamente, y las palabras de consuelo que dijeron permanecieron en sus oídos hasta que pudo recomponerse de nuevo.

—No lo lastimará. Y aunque ahora está profundamente dormido, estoy segura de que lo notará. Solo inténtalo.

Su hombro fue apretado una vez más antes de que pudiera oír que la otra persona se alejaba y solo unos segundos más tarde estuvieron solos de nuevo. Donghae mordió fuertemente su labio y su mirada se dirigió muy lentamente por sobre las sábanas hacia su derecha. Fue solo un poco, pero su visión se hizo borrosa una vez más tan pronto como vio la pálida mano apoyada sobre las sábanas justo a su lado. Sorbió su nariz y muy lentamente liberó sus propias manos para llevarlas titubeantemente hacia las del otro; sus toques fueron delicados y cuidadosos cuando rodeó una de ellas con sus dedos, y tuvo que evitar estremecerse cuando notó lo fría que estaba.

Between Sleeping and WakingDonde viven las historias. Descúbrelo ahora