No es lo mismo

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-¡¿A ti qué coño te pasa hoy?! -grita Will Dixon a su hijo menor -¡Es el quinto disparo seguido que fallas! ¡¿Es que no te he enseñado nada?!

Daryl se encoje ante sus palabras como si fuese un niño pequeño.
El viejo Will... físicamente es sólo la sombra de lo que fue; Un hombre alto, descomunal que imponía con la mirada, ahora no es más un ancianos desgarbado cuyos huesos crujen con cada paso que da. Pero para Daryl sigue siendo aquella bestia que le hacía orinarse en sus pantalones en cuanto escuchaba el motor de la furgoneta acercándose a la casa.
Cualquier cosa era motivo para enfadarlo: ¿Suspendía en el colegio? Golpe de cinturón, ¿Se metía en algún lío? Quemadura de cigarrillo, ¿Se le resbalaba un vaso de las manos? Paliza.
Ya no hay golpes, pero los insultos continúan y casi que le hacen más daño. Pero cada día que pasa es un día menos a su lado. Tarde o temprano se alejará de él y no volverá a verlo hasta el día de su muerte, en el cual, meará sobre su tumba.
-Puto marica inútil de mierda, no sirves para nada, no haces nada bien. ¡Eres escoria!
Daryl camina por delante de él, con los hombros caídos y los puños apretados escuchando la retahíla de insultos que tiene reservados para él. Pero por una vez no le reprocha nada, tiene razón, es un inútil, para una cosa que creía que se le daba bien y ahí está, fallando un disparo tras otro.
No entiende qué le pasa, pero no consigue concentrarse. Normalmente un día de caza se le hacía corto, era intenso, lo disfrutaba, ahora le aburre, se le hace eterno, ya no es lo mismo.


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-2kg de Tomates
-1 bolsa de zanahorias
-1 Caja de cervezas
-6 cartones de leche

Carol revisa la lista de la compra una y otra vez mientras empuja el carro recorriendo los pasillos del supermercado. Debe de estar todo, no puede faltar nada, si no lo encuentra en ese supermercado deberá ir a otro a buscarlo.
-Yogures
-Queso
-Embutido

Debe dirigirse a la sección de fríos.
"Frutas y verduras"
"Bebidas"
"Frutos secos y golosinas"
"Bebés"

Se para en seco, una fuerza mayor le obliga a mirar hacia esa sección coronada por carteles enormes de bebés sonrientes, comiendo, jugando, caminando...
Sonríe amargamente. 6 años de matrimonio, 6 años intentándolo, 6 años de frustración llantos y palizas cuando cada 28 días su período le anunciaba con intensos cólicos que en su interior no estaba creciendo ninguna vida...
Ya le da igual, casi que es mejor así, prefiere recibir mil palizas y ser llamada puta estéril antes que traer un hijo a esa miserable vida.
¿A quién pretende engañar? Algo dentro de ella se muere por sentir unas pataditas en su vientre, los únicos golpes que con gusto recibiría, sostenerlo en sus brazos por primera vez, disfrutar de su olor a vida nada más nacer, amamantarlo, mecerlo con ternura, cuidar de él y amarlo como ya lo ama a pesar de que ni siquiera exista.
Se limpia una solitaria lágrima que cae por su rostro y vuelve a su tarea.
Se congela cuando al entrar a la zona de neveras un hombre de espalda ancha, cabello rubio y chaqueta de cuero mira distraído la etiqueta de algún producto. Son sólo unos segundos hasta que él levanta la cabeza y puede ver con claridad unos almendrados ojos color café.
Suelta el aire que no se había dado cuenta que estaba reteniendo.
No es él, y no sabe si sentirse aliviada o defraudada, no entiende esa extraña necesidad que tiene de verlo. ¿Para qué? Se prometió que sólo sería una noche, sólo una y ya está.
El hombre la mira extrañado, casi preocupado al verla allí plantada sin moverse, con la boca entreabierta y mirando fijamente a la nada con los ojos muy abiertos en una expresión de absoluto terror.
-¿Está bien señora? -pregunta con una sincera amabilidad con una mano sobre su hombro.
Ella reacciona, asiente lentamente y se revuelve ante avergonzada antes de alzar la cabeza y encontrarse con su rostro.
Es atractivo, le recuerda a él, pero no tiene sus ojos, no es lo mismo.


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Está en el mismo antro, en el mismo taburete, vistiendo la misma ropa, bebiendo el mismo alcohol a casi la misma hora donde la vio por primera y última vez hace 13 días y 23 horas.

Sólo una nocheDonde viven las historias. Descúbrelo ahora