Capítulo 4: Un pequeño obstáculo

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Capítulo 4: Un pequeño obstáculo

Miré a mí alrededor. Estaba sudando. Había sido un sueño, una pesadilla.

Miré la hora. Las 8:20 estaba treinta minutos retrasado. Cuando volví en mí, me levanté lo más rápido que pude. No desayuné. Sólo salí corriendo de casa para llegar al trabajo lo más pronto posible, aún estaba a tiempo de llegar a la hora.

No tengo idea de cómo, pero llegué a la hora, incluso antes. Como ya estaba donde debía estar, me relajé e inicié mi jornada laboral.

Estaba trabajando de lo más bien, cuando comenzó a dolerme la cabeza, no le tomé mucha importancia, debió ser por la pesadilla, que no tuve una buena noche.

-¿Estás bien? –Me pregunto un compañero de trabajo

-Sí, -No podía decir la verdad –Estoy bien, gracias

-¿Seguro? No tienes buena cara…

-Estoy bien, solo es un pequeño dolor de cabeza, se pasará

Luego del trabajo, fui a dar un pequeño paseo, para despejar mi mente. Fui al parque, estaba sentado en una banca, observando a los pájaros. Después de un momento, decidí volver a casa.

Cuando llegué a casa, lo primero que hice fue recostarme un momento. No quería dormir porque podría tener otra pesadilla. Pero el dolor me venció, intenté dormir, pero cuando estaba a punto de lograrlo, alguien llamó a la puerta.

Era Felipe. Había olvidado que íbamos a ir a trotar un momento

-Pasa –Le dije

-¿Listo para ir a trotar? –Me preguntó ya adentro

-De hecho, ¿No lo podríamos dejar para mañana? Es que no me siento muy bien…

-Sí, claro, ¿pero estás bien?

-Sí, no es nada. Solo un dolor de cabeza

-Ok. ¿Nos vemos mañana?

-Claro

Cuatro días han pasado desde su partida. No he podido dormir muy bien, casi todas las noches aprovecho de hablar con Vannia, es el momento en que ambos estamos desocupados.

Creo que Felipe le comentó que el otro día tenía dolor de cabeza, pues al día siguiente que le dije a Felipe, ella me llamó en la tarde, como a las seis.

-¿Cómo estás? –Fue lo primero que me dijo cuando conteste la llamada, ni siquiera dijo “Hola”

-Bien –No podía decir lo del dolor, no quería preocuparla por una estupidez, pero ya era demasiado tarde

-Felipe me dijo que ayer tenías dolor de cabeza, ¿estás mejor?

-Sí, no fue nada. Es que tuve una mala noche, y por eso me dolía

-¿Seguro que estás bien? –No dejaba de insistir

-Si mi amor, estoy de maravilla

-¿Tenías pesadillas? ¿Sobre qué eran?

-Sobre perderte. –Guardé silencio por un instante –Te amo y jamás dejaré que algo nos separe –Ella no supo que decir, o eso supuse, pues se quedó en silencio. Luego de un momento, respondí para romper el silencio –Te amo.

-Yo también

-Mmm lo siento, me tengo que ir

-Sueña conmigo

-Lo haré…

Su voz sonó tan dulce, creo que jamás oiré una voz más dulce que la de Vannia. La amo. La amo como nunca amé a nadie.

Pasaban los días, y mi dolor de cabeza seguía, me atrevería a decir, que cada vez era peor. Ya no sabía qué hacer. Felipe me decía que debía ir al médico, si el dolor seguía, podría ser algo más grave. Pero yo me reusé, no pensaba en ir al médico:

-Ignacio, si no vas al médico por tu cuenta, te obligaré a ir. E iré contigo –Me dijo un día, cuando yo no quería ir

-No iré, no es nada grave. Debe ser por lo de Vannia, aún no sé cómo mantener una relación a distancia

-¡Si no vas, le diré a Vannia!

-¡Nooo! ¡No puedes decirle! –Vannia no podía saber de esto, se preocuparía por mí, y vendría para acá en lugar de trabajar. No puedo permitir que lo haga por mí…

Una Triste historia de amorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora