Capítulo 10: El pacto

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Capítulo 10: El pacto

Desperté de repente, un tanto sobresaltado. No estoy seguro de si eso realmente pasó o solo estuvo en mi mente. Pero si sé que no era mentira…

Miré a mi alrededor sin moverme demasiado -mi cabeza iba a explotar- y noté que Vannia y Felipe estaban ahí, en la habitación. Felipe se encontraba durmiendo en el suelo de la habitación, supuse que le había cedido la silla a Vannia. Esto lo comprobé cuando seguí observando la habitación: Vannia estaba sentada en una silla a la derecha de la camilla. Cuando notó que yo la observaba se levantó de inmediato y tomó mi mano.

-¿Cómo te sientes? –Me preguntó con un tono preocupado –¿Aún te duele la cabeza?

-Sí, aún me duele. Vannia pode…

-¿Quieres que llame a la enfermera? –Me interrumpió en medio de la oración

-No, estaré bien… Vannia, nece…

-¿Seguro? No tengo problema en ir a buscarla

-Vannia, -Le dije con un tono muy suave, para llamar más su atención –necesito hablar contigo

-¿De qué quieres hablar? ¿Qué ocurre, amor?

-Sobre mí, sobre mi salud…

-¿Te sientes mal? Necesitas algo?

-Vannia, tu solo déjame hablar a mí. Y responde sólo cuando te haga una pregunta

-Está bien

-¿Cómo estás?

-¿Yo? Bien… Pero, ¿qué tiene que yo esté bien?

-¿Cómo estás con todo esto que está pasando?

-Bien. Un poco decepcionada porque no me lo contaste, pero bien

-¿Por qué me mientes tú, ahora?

-¿A qué te refieres?

Vannia se veía tensa, preocupada. Ahora ella era quien tenía un secreto, pero este secreto no duraría demasiado… No podía quedarme de brazos cruzados sabiendo que ella no estaba bien por mi culpa. Debíamos conversar sobre el tema para tomar ciertas medidas…

-Sé que no estás bien. Y me gustaría que lo conversemos…

-¿Cómo lo sabes?

-Si te digo, no me lo creerías. Pero eso no importa. Vannia, ¿qué es lo que más te preocupa?

-Mmm… -Vannia vaciló un instante antes de responder –Perderte…

Al pronunciar estas palabras, su voz salió entrecortada y sus ojos color marrón se llenaron de lágrimas. De verdad ella estaba destrozada. No se cómo no lo noté antes… Jalé de su brazo para acercarla más a mi cuerpo y así poder abrazarla. La presioné contra mi pecho por unos instantes y luego le señalé que se recueste a mi lado.

-Nada malo va a pasarme –Le dije al oído -, te lo prometo. Y sabes que yo cumplo mis promesas

-Ignacio, esto es más serio… No se trata de vivir porque quieres… Hay cosas que simplemente no se pueden evitar, la muerte, es una de ellas…

-No me importa. Desafiaré todo lo que sea necesario para estar contigo

-Las cosas no funcionan así… No por querer algo, lo vas a conseguir…

-Con esfuerzo y perseverancia todo se consigue –Al oír estas palabras, Vannia se transformó en un mar de lágrimas –Creí que me conocías lo suficiente como para saber que nunca me rindo

-Lo se… Pero…

-¿Pero qué?

-No quiero hacerme falsas ilusiones… Si algo malo te ocurre…

-Nada me pasará

-¡¿Cómo lo sabes?! –Dijo alzando un poco la voz, pero no lo suficiente para despertar a Felipe –¡Todo puede pasar de la noche a la mañana! ¡Tú no puedes predecir el futuro!

-Vannia, tienes que dejar de pensar así… Esos pensamientos negativos no hacen bien a nadie

-Es que… Antes era positiva, pero todo me salía mal… Un día me decidía a aceptar la realidad, tal cual es: una realidad en la que todo puede pasar, y nunca sabes que será. Solo sabemos que pueden pasar tanto cosas buenas como malas. No podemos pintarnos el mundo color rosa…

-Entiendo que es difícil. Que no es bueno ser siempre positivo. Pero así como es malo ser solo positivo, también lo es ser negativo. Sólo te pido que me digas qué es lo que puedo hacer para ayudarte, para ayudarnos mutuamente…

-No mueras.

-Te juro que haré lo posible por estar aquí, con o sin ti a mi lado. No dejaré que la muerte gane esta batalla…

Luego de esta conversación, hubo un gran silencio… En el aire se notaba que algo malo pasaba –más aún con ese olor a hospital que a nadie le gusta –De pronto, Felipe despertó quejándose por un dolor de espalda:

-Te dije que no duermas en el suelo –Le reprochó Vannia

-Pero era lo mejor para ti. Además, si sacas el dolor de espalda, estuvo bastante bien…

Vannia seguía a mi lado, y Felipe se sentó del otro lado de la camilla. Cuando todos estábamos juntos, dije:

-Chicos, tenemos que hacer un pacto

-¿Un pacto? –Dijo Vannia sorprendida

-Sí. Un pacto de amistad.

-Por mi está de maravilla –Dijo Felipe -¿Y qué vamos a pactar?

-Ninguno de nosotros –Comencé a pronunciar el pacto que tendríamos -puede tener un secreto. Somos excelentes amigos, y los amigos confían entre ellos. Los secretos eran, son y serán de todos.

-También, -Agregó Vannia –si alguien está mal, lo dirá de inmediato, y todos lo apoyaremos.

-Y para terminar –Añadió Felipe –Seremos amigos sin importar los obstáculos, como la distancia.

Unimos nuestras manos. Estaba hecho. Éramos los amigos que saben todo de sus amigos. Nunca tendría que tener otro secreto…

Una Triste historia de amorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora