Capítulo 11: Un poco de esperanza

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Capítulo 11: Un poco de esperanza

Estaba despierto, pero no podía mantener los ojos abiertos –La luz era demasiado potente -. Estaba conversando con Felipe cuando una enfermera, acompañada de la doctora Hernández, ingresó a la habitación

-¿Cómo te sientes, Ignacio? –Preguntó la doctora

-La verdad, nada bien. Siento que mi cabeza va a explotar. Y con la luz, es peor…

-Lo siento… -Dijo lamentándose ella –Justo de ese tema te quería hablar. Si no les molesta, ¿me podrían dejar a solas con el muchacho para examinarlo?

Vannia me miró como diciendo “Yo no me moveré de aquí” . Y fue en ese instante en que Felipe la vio, le tomó la muñeca y le dijo:

-Vannia, mejor salgamos un momento. Después Ignacio nos dirá que ocurre

Vannia no tuvo más opción que salir de la habitación, pues éramos tres contra uno.

Cuando ambos salieron, la doctora me pidió que me sentara a la orilla de la cama para comenzar con un examen de rutina. Me examinó completamente, pero yo mismo pude notar que las cosas estaban mal…

Cuando quiso revisar mis reflejos en las rodillas, yo no sentí nada, lo cual me asustó bastante. No es buena la falta de reflejos, me deja muy vulnerable a los accidentes…

La parte del examen en que más sufrí, fue cuando me hizo seguir una potente luz con la vista. En ese momento, mi cabeza casi estalla…

Al fin termino el examen. Mire a la doctora Hernández como preguntándole que era lo que me ocurría. Después de un instante, al fin dijo:

-Ignacio, no hice salir a tus amigos para examinarte, pude hacerlo en frente de ellos

-¿Entonces por qué los corrió?

-Porque necesitaba hablar contigo primero. No sabía si tu querrías que ellos supieran…

-¿Doctora? ¿Qué es lo que me pasa? ¿Es muy grave?

-Si –dijo sin dar más rodeos-. Es grave… Aun no es seguro, por lo que te haremos un último examen…

-Pero, ¿Qué es…? –Dije con apenas un hilo de voz

-Ignacio, hay muchas posibilidades de que tengas un tumor cerebral…

Cuando oí esas palabras, no supe nada más de lo que la doctora dijo. Un tumor cerebral… Eso no podía ser cierto… Tenía que ser una especie de broma… Pero no lo era. Los doctores no juegan.

Cuando volví en mí, noté que la doctora me observaba preocupada:

-¿Te sientes bien? Luces pálido…

-Mmm… Si… -No sabía que pensar, todo esto era demasiado para mí –Doctora, ¿cómo le diré a mis amigos?

Ella me miró antes de responderme. Se acercó a mí y sentó junto a mi cama. No entendía por qué, pero ella tenía una gran sonrisa en la cara.

-No te lo tomes tan así.

-¡¿Pues qué quiere que haga?! ¡¿Me está diciendo que puedo tener un tumor cerebral y quiere que esté tranquilo!? ¡¿Cómo es eso posible?!

-Cálmate. Hay una opción. Una posibilidad…

-¿Cuál? –Le interrumpí antes de que ella finalice su frase

-Primero está la posibilidad de que no sea un tumor, recuerda que no es seguro aún. Y también que si es un tumor, lo descubrimos a tiempo, se podrá solucionar

Eso me hizo sentir un poco mejor, supongo que antes no había entendido eso, creo que lo había tomado como que definitivamente tenía un tumor, pero no era así…

De pronto, recordé algo… Mis amigos… Vannia y Felipe estaban del otro lado de la puerta, esperando a que ésta se abra y yo les diga lo que me acababa de decir la doctora. No podría decirles eso. Pero tampoco podría no decirles. Hicimos una promesa, y las promesas, se cumplen…

-Doctora, necesito pedirle un favor –Dije con un poco de timidez

-Dime

-Mis amigos… -No sabía cómo decirlo, no era fácil –Podría… Por favor… -Las palabras no salían de mi boca, tomé aire y le dije –Yo no puedo decirle a mis amigos esto, pero deben saberlo, ¿le puede decir usted?

-Claro –Ella me miró por un momento –Eres joven, no te mereces esto. Estoy segura que no tienes un tumor…

-Gracias –Fue lo único que pude decir, tenía razón, soy joven y solo hacía falta un poco de esperanza...

Una Triste historia de amorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora