Primer pétalo marchito.

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Ahí estaba nuevamente, sintiendo ese dolorcillo en el pecho cada vez que tenía que soportar los jugueteos de Yoongi y Hoseok frente a sus ojos. Trataba de no mostrar su malestar en la expresión y sonreía tan tiernamente como siempre lo hacía cuando alguno de los dos volteaba a verlo, aunque su estómago se sentía un poco más revuelto cada vez que pasaba.

Todos los días eran así para Jimin, siempre teniendo que fingir, siempre aguantando la tos y las náuseas, siempre soportando esos insanos celos que no debía sentir, siempre guardando pétalos y flores que se escapaban de su cuerpo en los bolsillos de sus pantalones para que nadie se enterara de lo que sucedía en su interior.

A veces tenía que conservar muestras de sus monstruosos sentimientos en la boca hasta poder escapar y escupirlos en alguna parte, donde se sintiera seguro y solo. Algo que agradecía mucho a su cuerpo y a su condición es que nunca le hubiera sucedido un episodio que lo dejara en evidencia en medio de una presentación, porque sinceramente no sabría qué hacer. No estaba dispuesto a dejar que alguien lo descubriera porque no tenía la cara para dar explicaciones de su desviado amor, y si pasaba lo obligarían a hablar de eso, aunque fuera a la fuerza. Preferiría morir antes que decirlo en voz alta.

Por eso agradecía nunca haber tenido que pasar por eso, en todos los años que llevaba luchando contra eso y contra el mismo, porque sí sucedía en público tendría que pasar por la vergüenza de abandonar el escenario y a sus compañeros, lo cual le obligaría a dar explicaciones, o tendría que mostrar eso que lo estaba matando por dentro a todo el mundo, y significaría no solo dar explicaciones, sino dejar que mucha, mucha gente dedujera su mayor secreto.

Creía que nunca había pasado porque, lo bueno- que era lo malo al mismo tiempo- es que al tenerlos cerca, poder compartir con ellos, abrazarlos e incluso besarlos amistosamente, lograba mantener la enfermedad bajo control la mayor parte del tiempo, pero había ocasiones- como esa- en la cuales su cuerpo se sobrecargaba de esa prohibida sensación de amor y los síntomas se manifestaban.

Aun así, se alegraba ligeramente por esa situación ya que si no fuera así, si el rechazo fuera demasiado directo y evidente, su cuerpo hubiera cedido hace mucho tiempo y no estaría allí, estaría muerto.

—Ven, Jiminnie— le llamó Hoseok y no le quedó más remedio que unirse al juego, aunque tampoco era algo que le disgustara demasiado.

Ya que la idea era hacer el ridículo, se puso a rapear con toda su habilidad- o falta de ella- moviendo su cuerpo con mucho swag y ante las risas de sus acompañantes, se le olvidó que sólo unos minutos atrás estaba sintiendo celos y al mismo tiempo odio por sí mismo, en cambio ahora estaba disfrutando de payasear con esos dos hyungs, amándolos un poquito más, como si no hubiera nada de malo en ello.

Pero ojalá, su cuerpo fuera tan llevadero y maleable como su mente, ojalá su cuerpo pudiera olvidarse de las cosas tan rápido, porque en el instante en que los dos raperos lo rodearon por los hombros con sus brazos, su estómago se revolvió y tuvo que salir corriendo al baño sin importarle que los demás lo vieran o lo siguieran. Y apenas llegó al cubículo, levantó la tapa y vomitó una buena cantidad de pétalos de rosas blancos y rojos, sintiendo no sólo el dolor de estómago y pecho, sino también la desesperación de tener que pasar por algo así sabiendo que eso mismo sería lo que terminaría por destruirlo.

Pronto unos golpes en la puerta le alertaron que debía deshacerse de cualquier evidencia, más aún porque no había tenido tiempo de poner seguro a la puerta, y bajo el agua y la tapa, justo en el instante en que la última manchita roja salía de la vista y Hoseok entraba por la puerta sin ver o imaginarse nada.

Se le quedó mirando unos instantes, con los ojos nublados por la preocupación, el cuerpo algo tembloroso por lo asustado que estaba, y el cuerpo bastante tenso al no saber muy bien cómo actuar.

Fading |HopeMinYoon|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora