Décimo pétalo marchito.

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Un solo día había pasado, y le dolía la cabeza terriblemente de estar pensando que hacer. Quería operarse, quería vivir, quería ser feliz haciendo lo que amaba, pero no quería perder a Hobi. Era una decisión realmente difícil, porque si se operaba, no solo perdería a la persona que más había amado en toda su vida, sino que posiblemente también perdería la música al no poder trabajar de manera adecuada con Hoseok.

Quizás por ese terrible destino que no mejoraría, tomará la decisión que tomará, es que estaba allí encerrado en su estudio llorando como si viviera de ello. Odiaba llorar, pero no podía evitarlo, estaba tan confundido que era lo único que su cuerpo hacía, aun si el trataba de resistirse a ello.

Además que sus recuerdos no le ayudaban para nada. Estaba pensando en cuando conoció o Hoseok, recordando como habían chocado en uno de los tantos pasillos de la empresa cuando el menor apenas venía siendo contratado como trainee. Él, como siempre, gruñó disgustado masajeándose el brazo que se había golpeado en la colisión, pensando en una sarta de insultos para quien había osado empujarlo, pero antes que pudiera comenzar con la perorata, el chico al que no había visto llevó su mano hacía el brazo que se acariciaba, masajeándolo también.

Yoongi se tensó, odiando a la persona que no sabía respetar a los demás ni siquiera siendo desconocidos, pero cuando levantó la cabeza para saltar a la yugular de semejante idiota, sé quedó descolocado al encontrarse con ese tierno rostro que tenía el ceño fruncido en preocupación y un adorable puchero de disculpa en los labios.

—Lo siento mucho, amigo, ¿te lastime bastante, cierto?— murmuró el chico desconocido, todo inquietud e inocencia, haciendo imposible que Yoongi le gritara todo lo que quería— Realmente lo lamentó, si lo necesitas te puedo cargar.

—Me golpeaste el brazo, no las piernas— masculló, sin poder quitar aún su expresión malhumorada.

—Ay qué idiota soy, tienes razón— rió entonces el desconocido— pero realmente lo lamento, ¿me perdonas?

Aun enfurruñado, asintió, pero realmente quería sonreírle a ese chico tan lindo y adorable que acababa de causarle un hematoma y un ataque al corazón.

A partir de ese día, ya sabiendo quién era el chico desconocido, no había podido dejar de sentir su corazón atacado por esa personalidad tan opuesta a la suya que le daba ganas de ser más feliz, de ser más cariñoso, y de... amar. Se había enamorado en pocos días de él, y agradeció mucho en su interior que se fueran a convertir en compañeros de grupo y de vida. Se sintió feliz al notar que era una de las personas más cercanas a él, y que Hobi parecía apreciarlo también.

Pero conforme iba pasando el tiempo, conforme convivían como grupo, entendió que era sólo aprecio, y que era similar al que Hoseok demostraba a todos los demás miembros del grupo. Al principio eso no le dolió tanto, porque aun lo tenía, aún era suyo en la misma medida que siempre lo había sido, pero al ir notando que el aprecio de J- Hope era diferente al ir dirigido al pequeño Jimin, entendió que sus sentimientos eran suyos, y que Hobi no lo era.

¿Y si nunca hubiera pasado?, pensó calmando por un momento el llanto, ¿y si nunca hubiéramos chocado?

Lo hubieras amado igual, le respondió su conciencia, haciendo que volviera a llorar.

Unos toques en la puerta, lo sobresaltaron y pusieron nervioso. Trató de callarse los sollozos y fingir que no había nadie allí, pero los toques se volvieron más fuertes y urgentes, no dándole opción a nada más que abrir. Pero antes prendió su televisión y entró a netflix, buscó la película más dramática que se encontró y la adelantó hasta la mitad. Que no descubrieran por qué estaban llorando, era mejor que creyeran que era un sensible cursi en cuanto a películas se trataba.

Fading |HopeMinYoon|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora