Tres

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Algo estaba mal conmigo. Daniel me desagrada, no lo dudaba. Entonces, ¿por qué efímera mente lo consideré... tierno? Aparté ese pensamiento, era ridículo. Quizás la lluvia o correr tanto me había afectado. Bajé la guardia o algo similar.

En cuanto la lluvia se calmó, pagamos los cafés y salimos del local, Daniel regresó el cubre bocas a su lugar.

— ¿Te importa si uso los auriculares? Son para amortiguar el ruido — explicó sin despegar la mirada del cielo.

— Okay.

Se los puso y caminamos juntos, ahora sin prisa, por las aceras, bajo la lluvia, en silencio. Envié un mensaje a Ellie disculpándome por desaparecer e inventé una excusa. Guardé el celular antes de que se mojara y atrapé a Daniel observando mi rostro, por tercera vez. Esto se estaba convirtiendo en una horrible costumbre. Sacudí la mano frente a sus ojos y gesticulé un "basta, baka".

Él leyó mis labios correctamente porque frunció el ceño y estuvo a punto de comentar algo, pero un grito lo impidió. Uf, qué bueno.

— ¡Lorelai! — se trataba de Ellie, sostenía con un brazo una caja blanca y con la otra mano, el paraguas. — Acabo de recibir tu mensaje. ¡Me asustaste!

Sonreí en modo de disculpa y maldije al recordar que cierto susodicho estaba a mi lado. Joder, mal interpretaría la situación. ¿Debía culparlo como niña pequeña por haberme secuestrado?

— Gomenasai, surgió un inconveniente — sí, los nervios se apoderaron de mí y una de las pocas palabras que sabía sin problema en japonés, salió de mi boca.

¿Por qué continuaba haciéndolo?

— Lo importante es que estás a salvo... con Daniel. Hola — no ocultó su impresión, tampoco su mirada acusadora y mucho menos el pulgar alzado en señal de aprobación. Me golpeé la frente.

— Hola, Ellie — saludó el peli negro indiferente. Ah, claro, hace unos minutos estaba casi debajo de la mesa temblando por el miedo y ahora actuaba como si nada le importara. Pfff, ya no me creía la actitud.

— Bueno, ahora que te encontré, quiero que me acompañes a otros asuntos pendientes, ¿por favor, Lorelai? — lo que sea para alejarme del emo acosador que toqueteó mi cara. Asentí frenéticamente y permití que entrelazara su brazo con el mío. Ay, como esas mejores amigas de la televisión.— Adiós, Daniel. Cuida ese cabello.

Bye-bye Day — le dije sin girarme a verlo.

Así fue como me deshice de él.

**

Cepillaba mi cabello aburrida. Era domingo y me habían dado el día libre en el club. Lastimosamente, no tenía amigos para hacer planes y sentía un repentino entusiasmo por hacer actividades. Me conformaría con ir a ver tiendas, aunque no comprara nada. Thomas tocó a mi puerta y asomó la nariz.

— ¿Estás desnuda? — preguntó preventivo.

— Sí.

— ¿Coreanos candentes? — curioseó. Ahogué una risa, ¿cómo recordaba las buenas bromas?

— Encontré smut de calidad y estoy muy ocupada — alargué el "muy" y sonreí divertida.

Al cabo de unos segundos, entró por completo y dio un vistazo a la habitación. Inseguro, se sentó en la cama y percibí su mirada en mí.

— No hemos hablado desde que te mudaste acerca de por qué dejaste la universidad y te mudaste a Nueva York — wow, fue directo.

Suspiré y me giré, con las manos en el regazo y una expresión serena, respondí:

bad seedDonde viven las historias. Descúbrelo ahora