Cinco

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Recostada en el sofá, usando un sencillo pijama de blusa y pantalón color rosa pastel, mi cabello sujeto en un moño desordenado y con un plato repleto de sandía sobre mi estómago, veía la televisión, completamente despreocupada. El día anterior había hecho la limpieza de la casa y la cena. Hoy me correspondía un merecido descanso.

Thomas se duchaba ya que tenía otro misterioso compromiso. Temía que le diera ansiedad con tanto estrés por la universidad y sus compromisos. Apenas tenía tiempo para escuchar mis quejas y eran muchas. Para empezar, Daniel y su maravillosa idea de copiarme; tardé una hora lavando las gafas ya que el chocolate era difícil de quitar y mi flequillo término tieso y feo. Necesitaba que Thomas me consolara o que cooperara cuando insultaba a Daniel.

— ¡Lorelai! — uh, tono de voz severo. Me regañaría.

— ¿Qué pasa?

Apareció en la sala de estar sosteniendo a la vista algo.

— Abandonaste tus calzones de hello kitty en el baño — me informó mostrándomelos.

Ah, con razón no los encontraba.

— ¿A poco no son súper monos? — sonreí divertida. Él los lanzó y con su buena puntería, cayeron en mi cara.

— No puedo saberlo con certeza — respondió secándose el cabello con la toalla. Abrió el refrigerador y sacó una botella de agua.

— ¿Quieres que te los modele? — propuse dándole una mirada insinuadora. Él rió casi escupiendo el agua. Yo también me reí a carcajadas.

— Hoy te toca ir de compras. La lista está en la puerta del refrigerador, mi parte del dinero está sobre la barra. Me voy en diez minutos. Confío en ti, ¿okay?

Repasé sus indicaciones y asentí con flojera. Sí, todo bajo control. Las compras eran la parte fácil. Lo complicado era transportar las bolsas.

— Ah, también no olvides que mañana es la boda — regresó de su habitación usando una chaqueta color... bueno, no sabía definirlo.

— Imposible. Ellie me envía mensajes desde hace una semana para recordármelo — era fastidioso. No era fanática de las bodas, dudaba que yo me casara y lo peor, mi pareja sería Daniel y sabía que la próxima vez que lo viera, lo querría golpear.

— Te recomiendo preguntarle a Daniel por su atuendo — añadió justo antes de salir.

¿Para qué hacerlo? Le informé del color de mi vestido. Simplemente conseguía un traje negro, camisa blanca y una corbata color azul cielo. No era difícil.


Thomas me abrazó rodeando mi cintura desde la espalda. No de una manera romántica, lo hizo para sostenerme. En cuanto vi a Daniel (ya que el cabrón se notaba a kilómetros de distancia) iba a atacarlo a muerte. Joder, ¿en serio era tan estúpido?

— ¡Suéltame! — le exigí retorciéndome furiosa.

— ¡Te lo advertí!— me recordó. Ah, a eso se refería con su recomendación.

Okay, no confiaba en Daniel, pero tampoco esperaba tal ridiculez de su parte. Cuando llegó con nosotros, se preocupó al ver mi estado. ¿Salía humo por mis orejas?

Daniel usaba un saco de vestir de largo normal color rosa. Sí, rosa, de tono suave, pero en definitiva rosa. Debía admitir que se le veía hermoso. Su rostro resaltaba más, incluso el aro en su oreja brillaba. Sonrió complacido al ver mi estado. Oh, búrlate lo que quieras, estúpido que lucía lindo usando un saco rosa.

Con las manos dentro de los bolsillos, extendió los brazos y continuó sonriendo. ¿Qué intentaba? ¿Acaso no me veía lo suficiente embobada?

— Ey, Thomas, te equivocaste de pareja — le dijo Daniel atrapando mi brazo y jalándome hacia él. Mi amigo finalmente me soltó.

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