Parte 3: Margaritas.

50 3 0
                                    

— Entonces, ¿está diciendo que nuestro vuelo se atrasó y tendremos que esperar durante "aproximadamente" dos horas por un aviso que tal vez sea para pedirnos esperar todavía más porque no están seguros de que el avión pueda despegar? — formulé la pregunta entrecerrando los ojos para intimidar al hombre de la recepción del aeropuerto.

— Así es. Son cuestiones de clima — añadió manteniendo una voz fingida de amabilidad.

Bufé, ¿qué cangrejos?

— ¡Está soleado! — señalé desesperada.

— Pero el pronóstico del tiempo indica que lloverá pronto — informó y después me pidió que tomara asiento.

Furiosa, regresé donde Daniel, el cual dejé de encargado para cuidar las mochilas mientras yo preguntaba lo del supuesto retraso. En cuanto me vio, retrocedió asustado por mi expresión.

— ¡Dos horas, Day! — chillé haciendo un puchero. Era injusto. Me crucé de brazos y pateé mi maleta, sólo se tambaleó.

Ya estábamos en el área de espera de los vuelos, por lo que no podíamos irnos.

— Mierda — musitó.

— Inaceptable. ¿Cómo se atreven a avisar de último momento? Joder, no es como si estuviera súper feliz por llegar a California pero es de madrugada...

— Son las siete — aclaró Daniel.

—... y tengo mucho sueño — finalicé casi lloriqueando.

Daniel, coincidió con mi última queja. Miró a su alrededor, se sentó con la espalda reclinada en la pared, estiró ambas piernas y brazos. Con las manos me indicó que me acercara mientras fruncía los labios. Aish, lucía como un niño pequeño.

— ¿Qué? — pregunté sin entender.

— Ven, Rory — me dijo.

Quizás era por la falta de horas de sueño y el coraje por el retraso del vuelo, que no me molesté en pensarlo dos veces y sólo me recosté en el hueco entre sus piernas. Permití que sus brazos me rodearan y usé uno de ellos como mi almohada pegando la mejilla. Suspiré y también abracé al que me rodeaba.

— Gracias — ronroneé cerrando los ojos, complacida por el calor que me proporcionaba su cuerpo y el gran gesto de permitirme recostarme contra él.

— Por lo menos te callaste — murmuró.

Al cabo de unos diez minutos, me dormí, pero sentí su cabeza caer sobre la mía. El sueño también lo venció. A pesar de mi cansancio y falta de cafeína en mi sistema, no pude conciliar el sueño por completo. Los ruidos de aeropuerto me fastidiaban y poco a poco iba siendo consciente de que estaba en los brazos de Daniel. Sí, el idiota que hasta hace poco admití que me gustaba pero como era yo, me aseguraba que él jamás me correspondía aunque Thomas me explicara con manzanas que era súper evidente que sí y luego cuando yo lo negaba, contenía sus ganas de golpearme con la silla más cercana.

Suspiré pesadamente. ¿En qué cangrejos estaba pensando cuando lo invité a California conmigo? En primera, "se suponía" que no lo soportaba, en segunda, no quería que conociera a mis padres en su situación de planes de divorcio. El problema era que me daba miedo enfrentar esto sola. Usualmente estaría tranquila con Thomas a mi lado, sin embargo no podía viajar por la universidad.

Has llegado al final de las partes publicadas.

⏰ Última actualización: Sep 20, 2019 ⏰

¡Añade esta historia a tu biblioteca para recibir notificaciones sobre nuevas partes!

bad seedDonde viven las historias. Descúbrelo ahora