Capítulo 19

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Siguieron llegando buenos momentos. Olvin regresó a casa con un título de Maestría en su poder, mis padres estaban tan felices y orgullosos de mi hermano que constantemente me contagiaban a mí.

Mi hermano conoció a Tania una noche en que ella y Luisa se quedaron a dormir en mi casa, se gustaron desde el principio desde ese momento en que sus miradas se encontraron a la hora de la cena y yo los presenté. En lo personal jamás me imaginé que la mejor amiga de Mónica terminaría siendo mi amiga y cuñada. Olvin tenía veinte y siete años, Tania veinte y dos, pero juntos me parecían la pareja perfecta.

Luisa y Noel hablaban de casarse constantemente, me sentía contenta por ellos y entusiasmada por mi mejor amiga pronto tendríamos fiesta y muchos preparativos por organizar.

Así también siguieron llegando momentos tristes para nosotras, un día el padrastro de Tania le pidió que se marchara de casa, mi amiga no había conocido a su papá y desde que su madre murió quedó bastante desamparada; aquel cruel hombre había intentado aprovecharse de ella y al no obtener su resultado la echó. Tania llegó a casa de Luisa completamente empapada ya que afuera caía una gran tormenta, el agua había lavado los rastros de sangre sobre su rostro, pero se notaban las heridas por ciertos golpes recibidos, el color negro del delineador en sus ojos resbalaba por sus mejillas y su cabello destilaba agua. Había acudido a Luisa para que mi hermano no se enterara, pero sus cálculos habían fallado ya que Olvin había llegado minutos antes con un paraguas a recogerme. Luisa y yo estábamos asustadas de ver a Tania tan descontrolada ya que ella nunca nos había contado lo que le estaba pasando. Nosotras asumimos que las cosas continuaban igual que cuando su mamá estaba en vida, había pasado un mes desde su muerte y la mayoría del tiempo nos la pasábamos en la universidad y de resto en casa de Luisa o en la mía, era raro irnos a quedar a casa de Tania y cuando lo hacíamos ella tenía la costumbre de poner llave a la puerta de su habitación desde adentro y todas las veces colocaba un sofá pequeño respaldando la puerta de madera. Luisa y yo siempre le preguntamos que pasaba y porque hacia aquello, pero su respuesta siempre era la misma, que le gustaba sentir total privacidad y que así se sentía en su propio espacio sin que nadie interrumpiera su ambiente. Debimos suponer que algo no andaba bien, pero nunca se nos cruzó nada por la cabeza; fuimos bastante tontas e ingenuas al pensar que si había cualquier cosa fuera de lugar Tania nos lo haría saber éramos sus mejores amigas y las mejores amigas se cuentan todo, todo el tiempo, era lo que yo pensaba.

Olvin estaba consternado de ver a su novia tan maltratada y desamparada.

— ¿Tania que te pasó? —la interrogó con su voz llena de ira.

Ella se quedó en silencio sin saber que decir.

— ¿Tania que te pasó? —Volvió a preguntar—. Dímelo por favor —suplicó.

Ella comenzó a llorar y en ese instante no supo que decir, la llevamos hasta la habitación de Tania y cambiamos su ropa mojada. Olvin caminaba de un lado a otro esperando una respuesta y yo trataba de calmarlo, pero era imposible estaba molesto e incómodo por no saber lo que pasaba. Cuando mi amiga estuvo un poco más tranquila y la hicimos entrar en razón nos contó lo que había pasado y Olvin no dudó en salir en busca de aquel cruel hombre le golpeó muy fuerte y le hizo saber que Tania lo tenía a él, Olvin y yo llevamos a mi amiga a casa acomodamos mi habitación para que pudiera quedarse conmigo mientras encontrábamos una solución para que pudiera estar bien.

 Cuando mi amiga estuvo un poco más tranquila y la hicimos entrar en razón nos contó lo que había pasado y Olvin no dudó en salir en busca de aquel cruel hombre le golpeó muy fuerte y le hizo saber que Tania lo tenía a él, Olvin y yo llevamos a mi...

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Besos AzucaradosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora