Capítulo 28

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Amaneció y estabamos listas para marcharnos. Teníamos la intención de estar fuera de la cuidad por una semana, ese sería suficiente tiempo para pensar y analizar de una mejor manera lo que estaba sucediendo. Mis padres me dieron el dinero suficiente y un poco más, hicimos reservación en un pequeño hotel que quedaba a sólo pasos de la playa, Luisa y Tania estaban más que preparadas con sus maletas en la puerta, a mi me faltaba meter sólo unas cuantas cosas era tan impulsiva a la hora de salir de viaje que en realidad una maleta no era suficiente para siete días.
Le habíamos confiado a mis padres y a Olvin para donde íbamos, pero Luisa evitó comentarle detalles a Noel, pues no queríamos sorpresas con David.
El autobús tardó un poco más de las cuatro horas y luego tomamos un taxi hasta el hotel, el ambiente que se respiraba era bastante agradable. El invierno había terminado unas semanas atrás y aunque sólo podíamos disfrutar de dos estaciones en el año es decir verano e invierno. Siempre habían unos meses que el clima era agradable ya que no hacía frío, ni calor, el sol no salía del todo; solamente lo necesario para mantener cálido el lugar y a veces por las tardes llovía un poco.
Todo ahí parecía muy tranquilo, nuestra hora de llegada fue cerca del almuerzo, subimos nuestras maletas y bajamos al pequeño restaurante con vista a la playa, la brisa jugaba con nuestros cabellos y mecía de un lado a otro las grandes palmeras, a lo lejos se veía el muelle. Esa tarde nos dieron ganas de hacer muchas cosas, el cansancio en nuestros cuerpos no nos detuvo para nada, el azul de aquel mar nos invitaba a entrar en el agua así que listas con nuestros trajes de baño decidimos nadar por un rato, después caminamos sobre la arena mojada, mis amigas fueron por unos refrescos así que me senté a esperarlas, observando para un lado y para otro lo hermoso que me rodeaba de pronto un joven se acercó.
—Disculpa, ¿Puedo preguntarte algo? —Sonrió.
—Adelante —le dije.
—¿Vives en este pueblo? —interrogó.
—No —contesté. —De echo sólo vine de vacaciones con mis amigas —añadí.
El brillo en sus ojos y su dulce sonrisa me hicieron pensar en David.
—¿Te sucede algo? —me pregunto.
—No... descuida estoy bien —le contesté.
—¿Puedo ayudarte? —preguntó nuevamente.
—De verdad estoy bien —le dije.
—Me llamo Diego —musitó extendiendo su mano.
—Soy Paula, mucho gusto.
—Quizá te vea luego, por ahora necesito encontrar una dirección.—¿A quién buscas? —interrogué.
—A mi novia se llama Ena.
—Espero que la encuentres pronto y que todo te salga bien.
Se despidió y lo vi marcharse.
¿Porqué razón busca a su novia? ¿Estarán enojados acaso? ¿Ella se habrá venido al pueblo sin que el se diera cuenta? ¿Tendrán problemas como los que tengo yo con David? Mi cabeza se llenó de interrogantes y poco después Luisa y Tania aparecieron cuestionandome sobre Diego, querían saber quien era y para que se había acercado a mi. Conté lo que había sucedido minutos antes de que volvieran y ambas se sentaron una a cada lado dejándome a mi en el medio después me abrazaron y comencé a llorar sin poder controlar lo que sentía en mi interior.

 Conté lo que había sucedido minutos antes de que volvieran y ambas se sentaron una a cada lado dejándome a mi en el medio después me abrazaron y comencé a llorar sin poder controlar lo que sentía en mi interior

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Besos AzucaradosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora