Mis primeros días fueron totalmente raros, me la pasaba encerrada mirando la televisión y leyendo algún libro interesante por suerte tenía conmigo muchos de los que aún no había leído, creo que en aquel viaje mi maleta contenía más libros que ropa. Por las tardes tomaba un buen café en la cafetería de al lado y salía a caminar, en cuanto me aburría regresaba a casa.
Luego de una semana estaba echa un completo desastre, estar sin hacer nada no era lo mío y las clases en la universidad habían sido canceladas casi por un mes así que tenía tiempo de sobra para hacer lo que quisiera. Decidí que buscaría un trabajo si pensaba valerme por mi misma no tenía porque darle a mis padres la carga de un apartamento, alimentación y universidad. Pronto encontré un puesto como bibliotecaria de medio tiempo; no requería de experiencia, el sueldo era relativamente bueno, quedaba a sólo unos pasos de mi apartamento y lo mejor de todo me quedaba tiempo suficiente para ir a la universidad. Comencé a conocer nuevas personas, algunas de ellas frecuentaban bastante la biblioteca y mantenía una relación un poco más cercana incluso más que con mis vecinos. Habían días en los que mi estado de ánimo no era el mejor y solamente quería tomar mis cosas y volver a casa, de pronto comenzaba a llorar amargamente y ya no podía pensar con claridad, lloraba tanto que terminaba dormida sin darme cuenta. Otras veces con mi ropa empapada en llanto y con mucho dolor en la cabeza. Intentaba ser fuerte y al día siguiente sólo despertaba y me ponía en pie triunfante porque había sobrevivido un día más. Así fui acostumbrandome y entonces comenzaron las clases en la universidad, mi trabajo y el estudio me mantenían lo suficiente entretenida como para pensar en tomar malas decisiones. Mis días se volvieron una rutina; me despertaba tomaba un baño, elegía ropa semiformal, desayunaba y me iba al trabajo, salía a las doce del mediodía, volvía a casa, comía, nuevamente tomaba un baño elegía ģropa más casual y me iba a la universidad, volvía en la noche justo para la cena y en cuanto terminaba con mis tareas, buscaba un libro que leer. Se terminaba el día y me iba a la cama de pronto ya era la mañana siguiente y había que repetir todas las actividades del día anterior. No supe cuanto tiempo pasé así, pero de pronto ya estaba en vacaciones de fin de año, las calles de aquella cuidad se vestían de gala con sus luces navideñas que adornaban todos las tiendas y casas. Para esos días me visitó Luisa, la había extrañado lo suficiente como para recibirla con un enorme abrazo; los días que estuvo conmigo me trajeron alegría y me hacían sentir confortada. Me contó como iba todo en aquella pequeña ciudad donde crecí, pregunté al fin por David, el tiempo había pasado y seguía extrañandolo pero no deseaba regresar a su lado, me había acostumbrado a la soledad y de algún modo aquello me había ayudado a ser quien era.
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Besos Azucarados
RomancePaula es una adolescente bastante lista e inteligente, aburrida, despistada y muy selectiva a la hora de hacer nuevas amistades. David es el más apuesto, frío, arrogante, el nuevo vecino y compañero de colegio que se cree más que los demás. Ella tie...