Capítulo 35

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Me comprometí con Tony e íbamos a casarnos en unos meses, las cosas comenzaban a marchar de acuerdo a lo planeado mucho éxito con mi nueva pareja sentimental, un título como licenciada, socia de un excelente negocio dueña de mi propia vida, de mi apartamento, de mi auto y de coco.
Me sentía por fin realizada, tenía todo lo que quería y llevaba dos años de noviazgo con Tony, había viajado a su país para conocer a sus padres y a sus hermanos, eran personas muy agradables y me adoraban.
Tuve la oportunidad de invitar a Luisa a una cena navideña donde conoció a Lucas y desde entonces comenzaron a salir, se veían muy hermosos juntos y por tal razón mi amiga terminó mudándose a mi antiguo departamento, puso su propio consultorio y en poco tiempo llegó a convertirse en una psicológa infantil muy reconocida.
Justo cuando pensé que estába en la cima del triunfo, del éxito y de la felicidad. La pirámide perfecta se vino abajo, recibí la noticia más dura del momento aquello no se comparaba en nada al dolor que sentí cuando Allan murió, ahora tenía a una amiga y cuñada y a mis padres sintiendo el mismo dolor que un día invadía en mi pecho, en cuanto recibí la noticia viajé en compañía de Tony, Luisa y Lucas.
Mi hermano sufrió un terrible accidente de auto del cual no salió librado.
Aceptar aquella pérdida era lo más injusto del momento y en mi caso fue aún peor porque tenía que ser la fuerte, la que consolara a una amiga, la que mantuviera la fe viva en el alma de sus padres. Mis papás estaban tan destrozados que mi dolor se intensificaba no al pensar en Olvin sino al sentirme atada de manso sin poder quitar de ellos tanto sufrimiento que enmarcaba sus rostros. Con aquel dolor en mi interior las cosas entre Tony y yo se desbalancearon un poco y al darme cuenta que no pretendía apoyarme en todos los aspectos de mi vida, supe que no era la persona con quien quería formar una familia; las cosas terminaron entre él y yo pocos días después del funeral de Olvin, le regresé el anillo de compromiso y la mayor parte de regalos que me había obsequiado.
Mis padres vendieron la casa a petición mía, pues no quería que estuvieran solos en una cuidad tan alejada a la mía, se fueron a vivir conmigo y de la misma manera lo hizo Tania quien era como una hija para ellos y como una hermana para mi.
Al fin tenía conmigo nuevamente a las personas que más quería, era tiempo de darle un giro a mi destino, era como regresar a mi adolescencia pero desde otro punto de mi vida, disfrutaba de mi familia y de mis amigas.
Hubo una día en el que todos se fueron a dormir e intenté hacer lo mismo pero de un instante a otro vinieron a mi memoria mucho recuerdos de aquellos a quienes tanto amé, me sentí tan sola y tan vacía que extrañé a David y lloré por Allan. La noche estaba fría y las luces de la calle iluminaban con intensidad mi rostro al asomarme por el cristal de la ventana deseando transportarme a aquellos días en los que tenía la oportunidad de regresar junto a quien fue y era el gran amor de mi vida.

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Besos AzucaradosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora