Quería quedarme en aquel lugar y comenzar de nuevo, no quería saber nada de David ni de Allan. Necesitaba olvidar todo lo que me habían hecho, lo feliz que fui con ellos fue solo una vaga ilusión, nada había sido real pues ellos no se habían enamorado como yo de ellos.
Mi teléfono recibió muchas llamadas y mensajes a cada momento; era David y quería saber donde me encontraba decía que necesitaba hablar conmigo, pero yo no quería verle su cara. Estaba demasiado dolida para tratarlo bien, solo pensaba en dejar pasar el tiempo y que el mismo se encargara de acomodar cada pieza en su lugar, deseaba ser sabia a la hora de tomar una decisión. Esta vez sería para siempre, amaba a David y lo extrañaba, a cada instante pensaba en él e imaginaba sus besos y su ternura. Pero más allá existía todo el dolor y la rabia que sentía por haber confiando en él, por haberle dado una segunda oportunidad cuando él no merecía ni una cuarta parte de mi cariño, seguía culpandome e insistiendo en lo tonta que fui al caer tan fácilmente en su juego, al creer en cada una de sus palabras, al enamorarme de cada gesto suyo, al corresponder a cada una de sus miradas y de sus sonrisas. El amor me dolía en aquel momento, quería no haber sentido lo que sentía; pero ¿Quién era yo para privarme de algo así? ¿Acaso uno elige amar y ser amado? ¿Es cuestión de decidir a quien el corazón quiere entregarle sus latidos? Pues claro que no y lo sabía perfectamente el amor sólo llega un día y ni siquiera te saluda, se mete dentro de ti, en tu cabeza, en tu alma, en tu corazón y te maneja a su antojo impulsandote a hacer cosas que nunca imaginaste que harías, no obstante al mismo tiempo sabes que esas cosas que eres capaz de hacer aún casi en contra de tu voluntad son las que te brindan una pizca de felicidad y te mantienen con esperanzas de que algo mejor pasará al día siguiente.
Mis amigas estaban tan contentas con el viaje, reían y me hacían sonreír. Le daba gracias a Dios y a la vida por haberlas puesto en mi camino, ellas eran como aquellas hermanas que nunca tuve, cada una diferente y a la vez con historias muy parecidas. Las amaba más que a nada en el mundo; estaban allí conmigo decididas a lo que fuera por verme feliz. Buscando ocurrencias en el baúl de sus memorias, cosas que fueran graciosas para levantar mi ánimo.
Esa tarde llegó Diego al restaurante del hotel me acerqué a saludar y me pidió que lo acompañara, me contó sobre Ena y lo mucho que la amaba. Era un buen chico, se le notaba en su actitud y en la forma de expresarse; me convenció de no darle espacio a los berrinches y a los malos ratos, dijo que el verdadero amor es solo uno en la vida y que si lo dejas escapar solamente por no tener el valor de perdonar puede dolerte para siempre. Su historia con aquella que era su novia me hizo ver que una vida feliz va más allá de un amor perfecto. Cada persona en el mundo lleva consigo dos bolas; una con las alegrías y una con las tristezas; depende de nosotros cual queremos agitar con más frecuencia, pues son propias; nadie más lo hará nunca por ti. Yo decidí que agitaría aquella que me recordara las cosas más importantes que la vida tenía para mi.
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Besos Azucarados
RomancePaula es una adolescente bastante lista e inteligente, aburrida, despistada y muy selectiva a la hora de hacer nuevas amistades. David es el más apuesto, frío, arrogante, el nuevo vecino y compañero de colegio que se cree más que los demás. Ella tie...