Capítulo 23

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Era de madrugada entre tanto alboroto con Luisa y Tania olvidamos cerrar del todo las cortinas de mi habitación. Un tenue rayo de luz entraba y chocaba directamente en mi rostro, me levanté para correr aquellas livianas telas que cubrían el ventanal principal de mi recámara, mis amigas estaban tan profundas que jamás lo hubiera imaginado, Luisa quería los pormenores del detalle romántico que David había tenido conmigo así que la invité a pasar la noche con nosotras.
Caminaba despacio para no tropezar y por suerte la poca cantidad de luz filtrándose por el cristal era de mi ayuda, me quedé observando hacia afuera, la calle estaba solitaria y silenciosa todo ahí afuera parecía en calma. De pronto observé una sombra moverse entre las plantas del jardín en la casa de enfrente, un poco de claridad iluminó aquel rostro tan perfecto que yo conocía bien. Busqué mi telefóno celular y escribí para saber que pasaba.
—¿Qué haces despierto?
—Pensandote,
—¿Y porque estas fuera de casa?
—No podía dormir y salí un rato
—¿Llevas mucho tiempo ahí?
—Haces muchas preguntas.
—Solo responde.
—Quizá el mismo tiempo que llevas tu parada en tu ventana
—Eres un ordinario jovencito.
—Muero por darte un beso.
—¿Ahora?
—¡Ahora!
—Estás loco, vete a dormir.
—No pasa nada, ven, el clima aquí es muy agradable.
—Mis padres, van a matarme si se enteran. Lo sabes.
—Pues no te dejes ver y listo.

¿Que había de malo en salir un instante? ¿A las 2:00 de la mañana? Pues nada supuse. Tomé un abrigo y caminé sigilosamente por el pasillo hasta terminar en las gradas; observé a todos lados esperando no encontrar a mis padres y bajé lo más de prisa que pude. Salí por la cocina y en el jardín me esperaba David. No más me observó y se lanzó para besarme en los labios, su aroma embriagó mi ser y el sabor dulce de su boca me recordó que junto a él quería estar, nos acomodamos en la grama uno cerca del otro, tan cerca que nuestros cuerpos se rozaban. Por un momento nos quedamos contemplando el cielo azul repleto de vivaces estrellas, el silencio de la noche y el leve susurro del viento juguetón que movía las ramas de los árboles. A su lado todo me parecía tan hermoso habían en nosotros pequeños instantes que nos hacían sentir bien y olvidar el duro pasado que a ambos nos había tocado vivir.
De pronto de la nada un rayo muy fino atravesó el cielo, era una estrella fugaz, una estrella para nosotros, para pedir un deseo ¡juntos!
—¿La viste? Fue hermosa.
—Si fue increíble, jamás vi una antes.
—Yo veo dos a diario en tus hermosos ojos que se iluminan como luceros en medio del anochecer—. Sus palabras no podían ser más hermosas, todo lo era en aquella madrugada, ¡todo! Incluso el frío que mi cuerpo sentía al separarme de David.
—Eres demasiado tierno, no te pareces en nada a la persona que conocí.
—Se que al principio te lastimé mucho y te pido perdón por eso, porque fui un tonto, fui la peor versión de mi; pero tu has despertado lo mejor que tengo y voy a demostrarte a diario que te amo.
—Gracias por enseñarme a amar cuando pensé que no volvería a hacerlo nunca más.

Me quedé dormida entre sus brazos por un largo rato, no se cuanto exactamente; pero de pronto me desperté con uno de sus tibios besos en mi frente y supe que tenía que regresar a mi habitación antes de que saliera el sol y antes de que se dieran cuenta que no estaba en casa, no quería preocupar ni a mis amigas ni a mis papás.

Me quedé dormida entre sus brazos por un largo rato, no se cuanto exactamente; pero de pronto me desperté con uno de sus tibios besos en mi frente y supe que tenía que regresar a mi habitación antes de que saliera el sol y antes de que se dieran c...

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Besos AzucaradosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora