IX

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P.O.V. _____
Tres meses, habían transcurrido tres meses desde que perdí comunicación con Yuri Plisetsky.

Desde que el decidió que todo quedara en la nada, que todo se fuera por la borda.

—¿No tienes hambre?— entró Yuuri a mi habitación, sacandome de mis pensamientos.

—No— respondí sin despegar mi vista de la pared.

Escuché como cerraba la puerta y caminaba hasta mi cama, sentandose en la orilla de esta, justo a mi lado.
En un rápido movimiento me atrajo hacia a el, envolviendome completamente en sus brazos, podía escuchar como su corazón latía calmandamente.

—No deberías seguir pensando en él, _____, lamento tener que decirtelo, pero el parece estar intacto— dijo sin soltarme.

Solté un suspiro pesado, sabía a lo que se refería, probablemente él ya haya conocido a alguien más, Yuuri sabía algo, pero no queria verme mal, lo sabía, lo conocía tan bien como para saberlo con cada una de sus acciones y palabras hacia a mi.

Inevitablemente unas lagrimas salieron de mis ojos a pesar de que luché por contenerlas, pero, ya no podía más.

—Gracias por preocuparte— sonreí entre lagrimas.

—Eres mi hermana, a pesar de que ahora seas una amargada, yo te conozco tan bien como para saber que estás verdaderamente mal.

—Hey, cuida tus palabras Katsuki— dije tratando de reir.

El me sonrió mostrando su blanca dentadura, besó mi frente y me apegó más a el. Yo sabía que el idiota me quería, pero nunca antes le permití estar tan cerca de mi en estas situaciones, como hoy, en este preciso instante.

Siempre respondía de mala gana, e incluso lo insultaba, ahora me sentía tan mal por haber hecho eso, realmente Seung me había cambiado mucho desde lo que sucedió.

Me costaba recordarlo sin sentirme tan usada y burlada.

Era la primera vez que tenía una relación formal, o eso me hizo creer que era... como también fué la primera vez que mi corazón se hizo añicoz, al igual que mis esperanzas de haber encontrado a la persona correcta.

Hace 9 meses y dos días exactamente, creí haber encontrado a una persona que de verdad se había interesado en mi. Y también se fué.

Cualquiera que me conociera recién y escuchara mis pensamientos pensaría que se trata de lo más absurdo, incluso dudarían si soy yo quién está pensando todo esto en este instante.

Hoy tenía que ir al colegio después de las vacaciones, un nuevo ciclo escolar iniciaría.

Misaki había dejado de buscarme, se había alejado de mi como Yuri lo hizo. Estoy segura de que se hartó del trato que yo le daba, de mi actitud y respuestas, de que núnca pude reir sonoramente como ella lo hacía siempre que estaba conmigo.

Yo no protestaría contra ello.

Era cierto, jamás le presté la atención suficiente, y sin embargo, se quedó ahí para mi por casi un año.

Y vaya que se lo agradezco.

...

Unas horas después, me encontraba en el colegio, todos estabamos reunidos en el teatro, escuchando lad palabras de bienvenida que nos daban el director y algunos maestros.

Recogí mi nuevo horario, eran 8 clases diferentes, 1 con un grupo diferente, la cuál sería mi clase extra, Pintura.

Estaba segura de que tenía la posibilidad de encontrar a alguien que me agradara lo suficiente como para intentar establecer una conversación. Claro, felicitaria a la persona que intentara establecerla conmigo a pesar de mi rostro tan indiferente.

Estaba paseándome por los pasillos con la esperanza de encontrar el salón que me correspondía.

Las malditas aulas no tenían numero, ¿cómo pretenden que encuentre la mía?

—¿Qué buscas, mocosa?— una profesora que desconocía me preguntó.

—Aula 503— respondí con el ceño levemente fruncido.

¿Mocosa? Será mi superior, pero esta vez me cabreó un poco su expresión.

—El último salón— señaló —La profesora Lilia acaba de entrar, deberías darte prisa y dejar de mirarme así— cuestionó.

Solté un quejido y caminé a mi aula, la puerta frente a mi estaba cerrada, tragué saliva y toqué.

La puerta se abrió, a unos metros de mí estaba una señora de unos 50 años mirandome fulminante.

—Primer día y llegando tarde, maravilloso, ¿cuál es tu nombre, señorita?— preguntó con la misma expresión.

—Me disculpa por mi vocabulario, pero si las jodidas aulas tuvieran su numero, no me tuviese en esta situación justo ahora— respondí con un notorio enojo —Katsuki ______, encantada.

—Katsuki, que forma tan... emotiva, adelante, toma asiento, al parecer nos vamos a llevar muy bien— levantó una ceja.

Sonreí, me agradaba esta profesora, lo admito, era la primera que no me llamaba la atención por mi no tan"fuerte" vocabulario.

Busqué un lugar con la mirada, todos estaban ocupados, excepto uno al fondo.

—Genial, justo lo que necesitaba ahora— dije para mis adentros con sarcasmo.

Me resigné y caminé sin prisa hasta dónde se suponía que debía sentarme. Junto a mi derecha había una chica rubia de ojos verdes, a mi izquierda, un chico de cabello marrón y ojos miel, de rasgos aparentemente coreanos.

—Soy Lilia Saori, su profesora de Álgebra y su tutora durante su ultimo año escolar en esta institución, espero que todos podamos ser buenos amigos— dijo con un tono cinico.

—Ohayo Lilia-sensei— saludaron todos, excepto yo.

La clase comenzó, explicó todos, absolutamente todos sus modos de evaluación y los que aplicaría con nosotros, parecían ser algo complicados, pero no había prestado atención del todo, no era lo mismo que el año pasado, me sentía menos atraida a esta clase, sabía que este año sería complicado para mi.

Draw ➵ Yuri Plisetsky y tú.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora