Octavo Capítulo

17.9K 659 6
                                    

Había tomado una ducha algo rápida por los rastros de dulce que Thomas había dejado anteriormente en mi cuerpo por culpa de su juego anterior. No pude evitar, al limpiar esas partes de mi cuerpo, sonreír como una estúpida. A él le gustaba disfrutar el momento del sexo, quiero decir, disfrutarlo de verdad; nada rápido, sino lento, tener la claridad de que tiene el control en todo momento.

A los minutos de salir de la ducha, me vestí algo más arreglada. Me miré enfrente del espejo, suspirando largamente para poder relajarme a mí misma. El toque de su mano sobre mi antebrazo hizo que abriera los ojos enseguida y a los segundos ya estaba mirándole a esos ojos verdes totalmente libres de oscuridad, sólo brillaban hermosamente.

—No te moverás de mi lado. —Dije como para mí misma. Me dedicó una dulce sonrisa.

—¿No será mejor que estén solo ustedes dos? —Preguntó, fruncí el ceño enseguida.

—No. —Dije con determinación. —Quiero que estés aquí, por favor. —Mi tono estaba siendo el de una pequeña y tonta niña de seis años.

—Está bien. Ya ha llegado. —Dijo ladeando un poco el rostro hacia un lado, abrí la mirada de par en par sin poder evitarlo, él a su vez se alejó de mí, saliendo de la habitación. Esperé unos minutos mientras pensaba qué ella me preguntaría o me haría.

Respiré con apuro unas cuantas veces, se movió rápido hacia mí, haciendo que pronto vea la menuda y muy bella chica. Ella no lucía más de veinte y cinco años, y se veía como Caitlin: toda una señorita de clase.

Ella me observó, sonriéndome, para luego correr su vista hasta mi lado donde se encontraba Thomás, a quien le sonrió de la misma forma, pero con un toquecito especial. Al observar eso, mis labios se fruncieron con molestia pura, lo anterior no me había gustado ni siquiera un poco y no pude evitar el preguntarme a mi misma si ella había estado ya en esa cama antes que yo. Esa pequeña curiosidad estaba hirviendo debajo de mis muñecas.

—Allison, un placer. —Dijo acercándose a mí y saludándome con confianza. No respondí de ninguna forma a su saludo, sólo le observé fijamente. —Bueno, Thomás me ha dicho que le has pedido que se mantenga aquí contigo, lo cual quiero que sepas que está bien. —Dijo claramente y así comenzó a hablar largamente. Realmente en algunas cosas le tomaba suma atención, pero de pronto toda mi atención era arrebatada por su mirada y en la forma en que ella seguía mirando a Thomás. ---¿Eres virgen? —Como si de una cachetada se tratase, mi mente voló a la pequeña y tonta "conversación" que habíamos tenido Thomás y yo esta mañana sobre eso.

Solté una pequeña risita por lo bajo, negando al instante mientras le dedicaba una corta, pero coqueta mirada, a Thomás, quien estaba detrás de Mary mientras ambas seguíamos sentadas en la cómoda cama.

No me sorprendía la forma en que ella hablaba, la forma en expresarse. Decía todo como debía y de alguna o cierta forma eso me había gustado de ella. De muchas de las cosas que dijo, realmente comprendí sólo la mitad de ellas. Preguntó demasiado, muchas cosas a las cuales respondí con lo que ella necesitaba saber.

Me indicó cómo era el proceso con las pastillas anticonceptivas. Como comenzaría a tomarlas ese mismo día, me indicó que debía hacer abstinencia sexual o protegerme con preservativo por siete días, luego de eso podría ser todo normal.

Sabía que para Thomás lo de la abstinencia era una completa porquería, por lo que volvería a usar lo que en ese momento él ya no quería.

Creo que con sólo las preguntas le bastó para recetar y pasarme un envase de 21 pastillas, explicándome previamente cómo debía tomarlas y qué pasaba luego de que el envase acabara. Okay, no era nada del otro mundo. Además, el que no me revisara como yo pensaba, realmente me calmó demasiado, pues para eso no iba a estar preparada.

Mía & Para SiempreDonde viven las historias. Descúbrelo ahora