Capítulo 1

229 28 3
                                    

—¡Vamos pelirroja! —dice Mike desesperado por mi lentitud—. Se supone que debías quitarte la blusa. 

—No has respondido la pregunta que hice.

—Te has puesto demasiados calcetines. Eso es trampa. 

Michael necesitaba estudiar. Así que como una buena novia me ofrecí a ayudarle y le puse algo de picante al decirle que por cada respuesta buena, iba a quitarme una prenda. Lo que no sabía, es que había optado por ponerme casi todo mi guardarropa encima, así que iba a ser una larga sesión de estudio. 

—Responde entonces—le digo con actitud mandona.

—Sabes, me motivaría ver algo de piel—dice coqueto y sus cejas suben y bajan acompañadas de una mirada insinuante—. Eso me haría recordar cada párrafo del libro. 

—Esto es serio, Mike. Necesitas aprobar el examen. 

—¡Qué se pudra el examen! Quiero quitarte toda esa ropa ahora—dice tomando mi mano y haciendo que caiga en sus piernas. 

Sonrío para mi. En el fondo quería que tuviera una reacción parecida, quizás que se tardara un poco más para que pudiera estudiar. Pero no se puede tener todo en la vida.  

  —Si quieres filosofar con la situación, puedes hacerlo—le digo para que aproveche toda esas nuevas formas de pensamiento que está estudiando. 

—La verdad, en lo único que puedo pensar es que tú eres mi hogar ahora. Es lo que sé.  

Con agilidad me quita las cuatro blusas restantes que tenía sobre mi cuerpo para darle acceso a mi sujetador. Me había colocado uno de encaje rojo que resalta mis chicas D. Besa mi cuello con pasión, haciendo que un escalofrío me recorra desde mi cuero cabelludo hasta la punta de mis pies y con ello, mi fuerza de voluntad. Dejo de resistirme y él, en un movimiento veloz, se gira y caigo sobre la espalda en su cama. No voy a negar lo excitada que me pone cada vez que hace eso, como si ese pequeño golpe me hiciera despertar de mi letargo. Llevo mis manos a su camisa y se la quito sin pensar en sus botones. Algunos crujen pero ninguno se desprende. Cuando la tiro al suelo, me dirijo a sus pantalones pero sus manos sujetan las mías y las pone encima de mi cabeza.

—Quieta, bonita. 

—Pensé que no querías ropa. 

—No quiero tu ropa, pero esto va a ser algo lento y amoroso—dice en mi oído haciéndome estremecer y mi piel responde, erizándose.   

Lleva una de sus manos hasta mi espalda, le ayudo dándole espacio y eso hace elevar mi pelvis, la cual choca con la suya. Quizás fue ese pequeño movimiento "inocente" lo que hace que Mike empiece a devorar mi boca como si ahí estuviera la fuente de la vida. 

Con movimientos circulares, acaricia mis pechos y me hace suspirar. Empiezo a sentir el calor acumularse en mi zona sur y esas ansias de ser tocada más profundamente. 

Las sensaciones son alucinantes, es como estar en tu cuerpo pero desconocer hasta que punto puedes desconectarte y darle paso a tu lado salvaje. A ese que exige que sigas, ese que le gusta lo desenfrenado. Mi pobre parte consciente se hace a un lado y salta mi divertida y algo loca chica interior que hace un dúo perfecto cuando Mike se convierte en su versión más placentera.

Me quita el pantalón y luego una larga colección de shorts que me había puesto con la intensión de volverlo loco de ansiedad. Cada vez que quita uno, hace un gesto de inconformidad como si yo lo sacara de quicio. Y tal vez un poco, no puedo negarlo. 

—¿Acaso te pusiste toda tu ropa? —susurra entre jadeos. 

—Algo así. 

—Tengo que concederte que cuando te propones algo, vas por todo—dice entre besos. 

Mala alianzaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora