Capítulo 46

50 13 4
                                    

Somos los primeros en llegar al sitio, un muelle internacional de carga. No sé por qué Brandon sugirió este lugar, pero ya siento escalofríos. Mike, se estremece a mi lado como si estuviera recordando algo, se gira para enfrentarme pero no alcanza a hablar porque el sonido de varios carros acercándose lo interrumpen.

Retengo la respiración por unos segundos para calmar mi corazón mientras veo que una guardia armada se baja primero, luego veo a Lucas, que se mueve de manera despreocupada sin seguir las precauciones de sus guardaespaldas. Brandon también sale y se queda un poco absorto en cuanto ve a Michael a mi lado, luego una sonrisa macabra se dibuja en su rostro. 

Aprieto la mano de Mike en cuanto veo aparecer a Emilio Liroa, un hombre mayor con porte atlético y el cabello cenizo. Él se mueve más despacio, calculando la situación y viéndose menos cómodo con este encuentro. Para mi total sorpresa no viene solo, pronto se le une Hernán Santana. 

—El padre de Milly —susurra Mike a mi lado un poco impactado.

Asiento cohibida. 

  —Pedazo de mierda —exclama Lucas refiriéndose a Mike —, no esperaba que estuvieras aquí, hasta donde me acuerdo te ordené reunirte con Mark.  

  —Aunque no lo creas, no eres mi jefe, idiota —replica envalentonado. 

Lucas abre los ojos conmocionado, sus pupilas se expanden mientras su mano se dirige al arma de su cinturón y la saca como amenaza. Aunque no nos apunta, parece que estuviera dispuesto a dispararnos en cualquier momento. 

Mike aprieta mi mano y me empuja hacia atrás para poder cubrirme con su cuerpo. 

—¡Suficiente! —exclama el mismísimo Emilio Liroa. 

Todos le hacen caso, sus cuerpo se ponen firmes automáticamente mientras los guardaespaldas lo siguen de cerca. Emilio posa su mirada en mí como si quisiera leerme, no dice mucho pero en sus ojos no veo la maldad de su hijo, ni el deseo de herirme. 

A pesar de eso, mi cuerpo empieza a temblar, la ansiedad y el temor de ser superados en número me hace pensar que esto no fue una buena idea. 

  —Hasta donde me fue informado, usted señorita Nieto tiene la intención de hablar conmigo y pedir que los términos que especificó mi hijo mayor cambien. 

  —Así es —digo tragando grueso. 

—No sé ustedes, jóvenes, pero mis rodillas ya no soportan estar de pie mucho tiempo, acompáñenme a la oficina —dice apuntando hacia una pequeña cabina que está a la derecha, parece el lugar donde coordinan los desembarques.  

Caminamos bajo la mirada constante de sus hombres. Ellos entran primero y en medio de unas señas, escogen a tres para entrar y cuidar a su jefe. Lucas, Brandon, Hernán y Emilio son los siguientes, mientras nosotros nos miramos con aprensión y nos damos fuerza con un gesto significativo. Susurro «te amo» y Mike me da un beso en la frente. 

Nos indican donde sentarnos y lo hacemos con la mirada gacha. 

—Antes de empezar, debo advertirles que cuiden sus palabras. No vine hasta acá para recibir amenazas o algún ultimátum. Primero que todo, porque ustedes no son nadie y segundo porque hay muchas armas apuntándoles —dice Emilio con tranquilidad. 

—Supongo que quieres cambiar mi primer requisito. Parece que después de todo quieres conservar a tu novio —dice Brandon torciendo su rostro hacia un lado para parecer conmovido.

—Llegaremos a eso después —digo evadiendo el tema. 

—Cuando quiera, señorita Nieto. Mi tiempo es preciado. 

Mala alianzaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora