Extra 1

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Edward POV

Mis piernas no me responden en ese momento, simplemente se van detrás de Linda cuando la ven salir a toda prisa de la fiesta. Se ve alterada, y con razón. Su ex, el maldito que la trató como a una mierda y luego se dio el lujo de engañarla, está en frente comiéndose con la boca a otra tipa que no le llega ni a los tobillos a Linda. 

  —Espera —le digo en cuanto la alcanzo. Ya estaba abriendo la puerta de su auto —. ¿Estás bien? ¿Quieres que te lleve? Yo no he tomado nada... Si quieres... Bueno...

Maldita sea. No tartamudees.  

Linda se limpia la mejilla y sube la mirada al cielo para que no la vea llorar. 

  —Está bien —dice ella mientras rodea el auto y se sube en el asiento del copiloto. 

El tiempo de camino a la universidad se la pasa cambiando de actitud de manera extraña, al principio se secó las lágrimas y se sentó bien para dejar de llorar, luego se cogió la cabeza como si le doliera y volvió a sollozar y por último, me miró como si yo fuera culpable de algo, y se alejó lo más que pudo de mí. Si la puerta se hubiese abierto en ese momento, ella se habría caído inmediatamente.  

  —Creo que tengo hambre —dice en cuanto aparco el auto en el parqueadero de la universidad. 

—No creo que la cafetería esté abierta, ¿quieres buscar algún restaurante cerca? 

—No, está bien —dice mientras toma su máscara del disfraz —. Creo que en la nevera tengo lo suficiente para hacer un sandwich... 

  —Puedo ayudarte —me ofrezco. Sí algo puedo hacer, es cocinar. 

—¿Seguro? ¿No te molesta? Me harías un gran favor porque la verdad soy pésima en la cocina, a veces me da miedo intoxicarme yo misma. 

Asiento con gusto y bajamos del auto. Ella me dirige por el pasillo de las chicas con una distancia de casi un metro entre nosotros. Intento que eso no me duela, sé que ella no quiere estar conmigo y cada vez me recuerda lo distintos que somos, además con sus desplantes me hace entender que algo entre nosotros nunca va a pasar. 

Pero como le dije antes, no voy a obligarla. 

 Me muestra la cocina y me enseña en que lugar tiene cada cosa. Es pequeña y poco abastecida. Se nota que no pasa mucho tiempo cocinando y que si lo hace, sólo come pasta o verduras. Hago lo que puedo con la lechuga, tomates, encuentro algo de jamón pero nada de queso... ¿Puede ser un sandwich sin queso? No lo sé, pero espero que sepa bien. Pongo a calentar una paila y con una pizca de mantequilla, los caliento hasta que están dorados. 

Ambos comemos en silencio, por lo menos se lo está comiendo dichosa. Abre los ojos, degustando y moviendo sus labios delicadamente al masticar. Me quedo hipnotizado con algo tan cotidiano como es eso, incluso acongojada mastica tan lindo. 

Sus padres fueron muy precisos al nombrarla. 

Insisto en lavar los platos y la paila que usé. No voy a dejar que ella, en su estado, tenga que lidiar con quehaceres. 

En cuanto me voy a ir, ella me hala del brazo para que me siente en su cama. Aún se ve algo estresada y sus ojos vidriosos. Me quedo a su lado esperando que diga algo porque no quiero agobiarla con preguntas, de todas maneras, sé de qué se trata. John, el idiota de los ojos azules, es un patán egocéntrico que cree que las mujeres son basura y puede tratarlas como se le de la gana. El abuso psicológico a Linda duró casi todo su noviazgo, hasta que ella, en un evento público, lo descubrió con otra. Gracias a Dios que tuvo el suficiente amor propio para librarse de ese imbécil. Sin embargo, la marca parece seguir viva en sus recuerdos.  

Mala alianzaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora