Capítulo 9

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Cuando llego al conjunto de dormitorios de chicas, alguien apunta hacia mí. Unos uniformados me hacen una señal para que me acerque. Lo hago sin muchas ganas. Sé que debo declarar para que ellos encuentren al que le partió la cabeza a Linda. 

  —¿Es usted la señorita Antonia Nieto?—pregunta el policía con su voz de autoridad. 

Asiento. 

—Queremos hacerle unas preguntas sobre los sucesos de ayer. Estamos investigando específicamente lo que le sucedió a la señorita Linda Moncada. ¿La conoce? 

—Así es. Ella es mi compañera de cuarto. 

Los dirijo hasta la sala común, en donde nos sentamos en el incomodo sillón. Suspiro fuerte y empiezo a contar la historia dejando de lado el altercado con el grupo de drogadictos de mi novio. Estoy enojada con él pero no es para tanto. 

Ellos no me interrumpen hasta que termino, tomando apuntes rápidos en su agenda. 

—¿Sabe de alguien que quiera hacerle daño?—pregunta la mujer. Ella no parece creer mi historia. 

—Lo lamento, pero no—digo negando con la cabeza. La mujer policía frunce el ceño y mira a su compañero.  

—¿Sabe algo sobre el origen de la pelea? —pregunta el hombre con esa voz grave que asusta. Tengo que recomponerme para contestarle. 

—No, ni idea. Fue bastante confuso porque en un momento estaba bailando con mis amigas y en el siguiente, todos se estaban golpeando. No sé quien inició y menos por qué. 

Me siento analizada una vez más cuando la mujer posa sus ojos amarillentos en mí. Sus labios forman una linea y agacha su mirada para escribir en la libreta. El hombre luce sereno y sólo me incomoda cuando habla. 

—Tenemos unos cuantos vídeos parciales del lugar, señorita Nieto. La calidad es pésima pero nos haría un tremendo favor si puede venir a la estación y revisarlos. Por lo menos podría indicarnos los nombres de los que empezaron la pelea.

Eso me cae como un balde de agua fría. Intento no hacer ninguna señal que indique que les estoy mintiendo. Trago grueso. Empiezo a sentir que el aire se torna seco y una gota de sudor cae por mi espalda. 

—¿Vieron quien es el culpable del ataque de Linda? —pregunto tratando de desviar la atención. 

—Como le digo, pésima imagen. No podemos distinguir nada, a excepción de una chica pelirroja que estaba justo en el momento en que dos chicos empiezan a pelear —dice la mujer con una ceja levantada—. Hemos hecho el sondeo de cuantas pelirrojas hay. Resulta que sólo hay tres y sólo una vio a Linda Moncada luego de los acontecimientos. 

Genial. Ahora mi cabello hace que me apunten directamente.  

—¿Soy sospechosa?

—¿Lo es? —devuelve la mujer que de verdad empieza a caerme mal.

—Yo no hice nada. 

—Coopere con nosotros entonces —dice el hombre mientras cierra su libreta y se acerca hasta mí. 

—¿Creen que el grupo que empezó la pelea también agredió a Linda? —pregunto.

Sé que cada vez que abro la boca me estoy incriminando. Sin embargo mi curiosidad es más fuerte que cualquier otra cosa. 

—Estudiamos todas la posibilidades.

—No podría asegurar eso —digo negando con la cabeza.

—¿Puede negarlo? —vuelvo a sacudir la cabeza negativamente. 

—Entonces, ¿qué puede agregar a su historia?—sigue preguntando la mujer. 

Mala alianzaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora