E p í l o g o

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Final oficial.

Tomé el pomo de la puerta con manos temblorosas, debatiéndome en si era lo correcto abrirla. No quería enfrentar lo que se encontraba detrás de ella, no quería ver a el amor de mi vida a los ojos, y que me confesara algo que yo ya sé, y que he estando evitando durante más de una semana.

Con 18 años, Draco y yo nos graduamos del colegio (contando el año escolar que repetimos debido a la batalla de Hogwarts), y nada más salir decidimos vivir juntos y continuar con nuestros estudios superiores, como todo el mundo esperaba que tarde o temprano hiciéramos.

Él plan era tener un lindo apartamento para los dos, mientras yo estudiaba para sanadora y Draco para auror, se supone que viviríamos de nuestros trabajos de medio tiempo y el dinero que nos sobró en la venta de la gran casa Malfoy en el centro de Londres, lugar que Lucius y Narcisa nos dejaron, pero que decidimos vender.

Se supone que estaríamos ocupados todo el día, y que solo nos veríamos en la noche, donde todo sería amor y caricias. Se supone que viviríamos juntos, solos y felices hasta terminar los estudios y tener trabajos, para luego empezar a formar nuestra familia feliz. Tendríamos tres hijos y una hija, todos con nombres relacionados a las estrellas.

Se supone, porque solo la mitad de eso ocurrió.

Hoy, con veintidós años solo puedo decir que odio mi vida. Y aunque tal vez no sea así, me culpo a mí. Por no ser suficiente para él, por hacer más de una vez que se detuviera a esperarme.

Soltando un suspiro, abrí la puerta, él al verme se paró como resorte del sofá, mirándome con aquella cara de pena que últimamente utilizaba demasiado al verme. Me obligué a fingir una sonrisa y prácticamente lanzarme sobre él, abrazándolo con fuerza; como si así fuese a quedarse a mi lado. Reprimí un sollozo cuando no me devolvió el abrazo y sólo se dedicó a dejar que lo abrazara.

--Siento llegar tarde, ya sabes, noche ajetreada en el hospital.-- dije mintiendo a medias, estaba de licencia en el hospital dese hace una semana; pero él no podía enterarse.

--Aleksandra, tenemos que hablar, me has estado evitando y yo...

--¿Dónde quedo el "Cielo, Amor, Querida"? ¿Los años te hacen perder romanticismo? --comenté fingiendo voz de gracia, aún reteniendo las lágrimas que amenazaban con salir.-- Yo puedo recordártelo, si quieres...-- dije más que nada con desesperación, acercándome a él para besarlo.

--No, Aleksandra.-- dijo con voz seca volteando el rostro, dejándome a la espera de un último beso que jamás llegó.-- No podemos seguir así.

--¿Q-Quieres de cenar primero? ¿O p-prefieres ir directo a dormir? Podemos hacer lo que tú quieras, podemos ir a jugar qüidditch, o si quieres podemos salir...-- rogué dejando escapar al fin un sollozo, pasando mis manos por su cuello. Pero él, una vez más, me apartó. Rompiendo en pedacitos más pequeños mi corazón.

--Alek, no sabes cuánto lo siento...-- separando mis manos de su cuello y tomándolas entre las suyas, mirándome a los ojos.

--¡No lo sientes, yo lo hago!-- grité, rompiéndome. --¡Estaba trabajando, Draco, trabajando para mantenernos! Y tú solo estabas revolcándote por ahí con Pansy Parkinson, ¡mi mejor amiga!-- sollocé, soltándome bruscamente de él y dejándome caer al suelo, tapé mi rostro con mis manos, llorando tanto como lo he estado haciendo desde el miércoles, cuando vi a Pansy saliendo de mi departamento, siendo despedida de una manera demasiado cariñosa por mi prometido.

La Weasley FantasmaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora