CAPÍTULO 2

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Tras ser aterrorizados o quizás amenazados, con aquel cráneo en honor al agente Horacio Anchondo, el cuerpo de policía se alertó y ampliaron las investigaciones para dar con el o los responsables

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Tras ser aterrorizados o quizás amenazados, con aquel cráneo en honor al agente Horacio Anchondo, el cuerpo de policía se alertó y ampliaron las investigaciones para dar con el o los responsables.

Cinco días después, un sobre misterioso apareció cerca de la estación de policía. Los miembros del departamento anti bomba examinaron el paquete y constataron que no contenía explosivo alguno, por lo que agentes policiales procedieron a echar un vistazo a lo que se encontraba en su interior.

Para alivio de los agentes, aquel paquete solamente contenía una hoja de papel. Aquel documento contenía unas coordenadas, las cuales, luego de examinarlas arduamente, pudieron identificar que dichas coordenadas indicaban el lugar donde se encontraba sepultado el ex agente Anchondo.

Tras conseguir el consentimiento de los familiares, el cuerpo de policía junto con el personal del cementerio, acudieron a echar un vistazo a la tumba. El personal del cementerio fue el encargado de abrir el ataúd, apenas al realizar esta acción, los miembros del cuerpo de policía ahí presentes quedaron sin palabras.

A los restos del fallecido le hacía falta el cráneo, sin embargo, tanto los agentes como el personal del camposanto, no fueron capaces de visualizar o detectar huellas o señales de que alguien había realizado maniobras para extraer aquel cráneo.

Una vez obtenida esta información, le fueron aplicadas pruebas de ADN al cráneo encontrado en la calle. Tras unos días de analizar las pruebas, los resultados arrojaron que aquel cráneo NO pertenecía al agente policial.

Sin embargo, aquellos resultados coincidían con las pruebas que se efectuaron al cadáver decapitado encontrado unos días antes dentro del bosque. Sin duda, aquello había sido planeado para burlarse de las autoridades policiales.

Un par de días después, en la periferia de la ciudad, vecinos de la localidad reportaron a las autoridades el hallazgo de un cadáver de cerdo, decapitado, con un cráneo humano colocado sobre el lomo del cerdo.

Aquel cráneo reportado a las autoridades, se encontraba de igual modo decorado con chaquiras. Sobre el contorno de los ojos, se encontraban chaquiras de color rojo, emulando lágrimas de sangre. Sobre la frente, tenía decorado un signo de pesos de color verde, emulando el símbolo universal del dinero. A la altura de los costados, contenía agujeros huecos, de igual modo, se encontraban decorados de color rojo.

Sobre la nuca, contenía la palabra "Cerdo vagabundo" 1935-1982, quizás aquellos números describían la fecha de nacimiento y defunción.

Al igual que al cráneo anterior, se le aplicaron los exámenes correspondientes para tratar de identificar el cuerpo al que alguna vez perteneció. Los resultados señalaron que dicho cráneo pertenecía al cadáver del ex agente Horacio Anchondo.

-Quizás esto es muy estúpido, o quizás, este cabrón ha tratado de confundirnos. No lo sé, debo admitir que si es confuso- declaró el jefe de policía.

Sobre los cráneos encontrados unos días antes, las autoridades decidieron reubicar el cráneo correspondiente en el ataúd del agente y semanas más tarde, dieron carpetazo al asunto. Sin embargo, tenían la esperanza de que no se volviesen a encontrar con alguna sorpresa parecida. Lo que ellos no sabían, es que aquello apenas iniciaba, su peor pesadilla comenzaba a tomar forma.

Las próximas dos semanas un reporte de desaparición alertó de nueva cuenta a las autoridades de la Ciudad de México. Una jovencita de 19 años se encontraba desaparecida, la última vez que se supo algo de ella, fue cuando salía de la universidad. Ya habían pasado seis días sin saber algo de ella.

10 de Noviembre, 1982. 10:30 horas.

Cientos de estudiantes ingresaban a las aulas de la Universidad Autónoma de México, otros más, las abandonaban. Todo parecía un día normal en Ciudad Universitaria. Pero no lo era, oh Dios, desde luego que no sería un día cualquiera.

Cerca de las once de la mañana, un estruendo alertó a los estudiantes y personal que se encontraban en la cafetería de Ciudad Universitaria. Aquello parecía una explosión, si, por el estruendo causado, seguro había sido una explosión.

El personal de la cafetería llamó al departamento de policía reportando el hecho, pensaban que quizás había ocurrido algún atentado en el lugar. La cafetería y la universidad estuvieron cerradas hasta que los policías terminaron de examinar la zona.

Al llegar al lugar, los agentes policiales pudieron localizar un pequeño cráter, dentro, se encontraba una cinta de una videocasetera. Uno de los peritos, se colocó un par de guantes en las manos, tomó el casete y lo introdujo dentro de una bolsa especial, bolsa donde ponían cualquier evidencia encontrada.

En la zona, también encontraron restos de lo que habría sido un explosivo casero. Afortunadamente, fue diseñado para causar un gran estruendo y no para causar pérdidas humanas.

Los agentes continuaron con la exploración, sin embargo fue lo único que lograron encontrar. Uno de los policías explicó al personal de la cafetería y de la universidad, que examinarían el material encontrado y los pondrían al tanto sobre cualquier detalle de la investigación.

10 de Noviembre, 1982. 14:00 horas.

El agente González, fue el encargado de la revisión del material encontrado en la universidad. Tomó la evidencia e introdujo la cinta dentro de una videocasetera de color negro ubicada en la estación de policía zona centro.

Comenzó la cinta y únicamente se veía una imagen distorsionada, no era posible rescatar algo de aquella imagen. Conforme avanzaba el tiempo, la imagen cambió y evidenció una habitación de hotel. Al paso de unos cinco minutos, un hombre encapuchado comenzó a hablar en la imagen.

Se encontraba sentado en una cama. Con un pasamontañas ocultaba su rostro. Su voz se encontraba distorsionada, se escuchaba muy grave.

-La leyenda apenas comienza, el temor invadirá pronto a toda la Ciudad de México. Mi colección, que hoy contiene tres cráneos, pronto pasará a ser de cientos, quizás de miles. Y ustedes, no podrán evitarlo- sentenció aquel hombre de la grabación.

Luego de dar este mensaje, la imagen fue cortada abruptamente. Al par de minutos, para infortunio del agente González, aquella imagen se restableció y proyectó aquellas imágenes que el agente Oscar González hubiera deseado no verlas jamás.

El Coleccionista De CráneosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora