CAPÍTULO 9

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23 Diciembre, 1985

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23 Diciembre, 1985. 08:15 horas.

Esa mañana se respiraba paz y armonía, como en cualquier lugar siempre que se aproxima la navidad. Los villancicos se escuchaban a través de una pequeña grabadora, porque, podrán estar locos, pero se daban cuenta perfectamente cuando la navidad se aproximaba. En parte, gracias a los enfermeros y médicos, quienes siempre iban desbordando el "espíritu navideño".

La mañana del día 23 de Diciembre, los enfermeros comenzaron a realizar decoraciones en las oficinas. Figuras de Santa Claus elaboradas con estambre fueron una constante y algo muy vistoso por aquellos días.

El señor Ricardo Antonio Valenzuela Jurado, nuevo director del Centro de Salud Mental, comenzaría sus funciones un día después, ingresando en sustitución de Federico Domínguez, quien fue destituido tras la ola de violencia en el instituto. También, quizás debido a esto, el personal del centro se mostraba con ánimos para recibir al nuevo integrante.

A la mañana siguiente, el personal celebraría una fiesta sorpresa para darle una agradable bienvenida al señor Ricardo Valenzuela. Y para su desgracia, desde luego que se llevaría una gran sorpresa.

24 Diciembre, 1985. 05:35 horas.

El señor Valenzuela había aplazado cinco minutos su alarma, pero por fin, ya sin dudarlo, se levantó de la cama. Tomó un vaso de agua con limón e ingresó al cuarto de baño para tomar una ducha caliente. Se demoró un poco, ya que se afeitó el vello facial de una semana.

Tras salir de la ducha, fue momento de elegir la vestimenta que utilizaría aquel día tan importante. El Licenciado Valenzuela se decidió por una camisa blanca, acompañada por un traje y pantalón de color negro, de marca Hugo Boss, deseaba lucir impecable en su nuevo cargo. La corbata de color gris que utilizó, de igual modo lucía espectacular, bien valió la inversión de 150 dólares. Tomó de una caja un par de zapatos negros, nuevos, brillaban tanto que eran capaz de reflejar su rostro en ellos. Se enfundó los pies con unos calcetines negros de algodón y se calzó los zapatos. Se peinó sin dificultad, pues días antes se había cortado el cabello. Y por último, se perfumó con aquella fina fragancia traía desde Europa.

Para el desayuno, el menú fue sencillo. Huevos revueltos con jamón, acompañado por salsa chipotle y pan tostado con una pequeña porción de mantequilla. Para beber, preparó un vaso de jugo de naranja natural y una pequeña taza de café negro.

Tras desayunar, corrió a cepillarse los dientes. Una vez con buen aliento, se acercó a la cama, donde besó a su mujer que vestía una bata blanca un tanto transparente. La besó en la frente, al tiempo que acariciaba sus delineadas curvas.

El Licenciado cogió las llaves de su auto, un Ford Mustang de 1982 y salió de casa.

Durante el trayecto de su casa hasta el instituto para enfermos mentales, en la radio del Mustang sonaban canciones de Creedence, por lo que se percibía un buen ánimo durante aquella mañana de día martes y día de cena por motivos de noche buena.

El Coleccionista De CráneosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora