29 Septiembre, 1986. 20:15 horas.
Habían sido meses de arduo trabajo. Luis Ángel tenía ya casi finalizada su obra. Aquella gran mesa se veía imponente ante cualquier ojo que la visualizara. Su gran tamaño podría albergar casi a cincuenta personas por ambos lados de su estructura. El mantel, elaborado con la más fina seda y un elegante color negro, resplandecía con el color dorado de sus bordes. Sin embargo, aquella gran mesa no tenía sillas, no, en las visiones no se incluían aquellos componentes. Además, si tuviera que invertir tiempo en elaborar las sillas, el pueblo terminaría por desaparecer, pues las cifras de las muertes oficiales rondaban cerca del número tres mil.
-Tengo que apresurarme, de no hacerlo, todo esto habrá sido en vano- pensaba constantemente Luis Ángel, mientras lo abordaba la idea de abandonarlo todo.
Además de la gran mesa, el monumento que se encontraba creando, iba tomando cada vez más altura, constantemente le afinaba detalles y pulía su gran "obra maestra".
Cada noche, al terminar su trabajo, acudía a su casa para degustar el gran banquete que su "Ángel favorito" le proporcionaba, así mismo, utilizaba las monedas de oro para satisfacer algunas de sus necesidades.
29 Octubre, 1986. 19:28 horas.
Tras una larga jornada de trabajo, la cual había comenzado a las cinco de la mañana, pues Luis Ángel quería aprovechar un poco más del día, el hombre llegó a casa, devastado físicamente, pues el trabajo que había realizado era sorprendente, casi inhumano. Pero, al final, todo había quedado a la perfección.
La estructura, la cual media varios metros de alto, por fin se encontraba terminada. Había cubierto todo el material de construcción con tela negra y había aplicado detalles en color blanco para hacer de aquel monumento algo más vistoso. También había aplicado detalles extra, para hacerlo más "real".
Solo faltaba el último paso.
El nuevo pacto con la muerte.
Ya no sería necesario llevar a cabo las técnicas que había aprendido tiempo atrás, pues desde ese día, mejor dicho, desde aquella noche en que realizó el pacto de manera fallida, a partir de esa fecha "El Ángel de la Muerte", también conocido como "La Santa Muerte", no dejaba de seguirlo a todos lados.
En ningún sitio fue abandonado por la muerte. Ella estuvo ahí durante su estancia en el Centro de Salud Mental, también en los actos homicidas, en las violaciones, en el secuestro de Humberto Vasconcelos, en las noches de pesadillas, en todo momento la muerte nunca se separó de él.
-Ojalá esta vez todo salga bien- pensó Luis Ángel haciéndose referencia al pacto con la muerte.
Apenas tuvo este pensamiento y el espectro se apareció ante él. Aquella noche parecía tener un tamaño más alto que de costumbre y desprendía una impresión más amenazante.
-Comencemos de una buena vez, debo de ir a recoger 277 almas más esta noche. No demoremos- advirtió el ángel.
Luego de unos veinte minutos aproximadamente, el "ángel favorito" se esfumó de la habitación, no sin antes condicionarle la salvación de la población al pobre hombre, el cual, sin dudarlo un instante, de inmediato aceptó.
2 de Noviembre, 1986. 05:57 horas.
Faltaban únicamente unos minutos para dar las seis de la mañana y Luis Ángel estaba decidido a cumplir con las condiciones que su némesis le había interpuesto.
Se dirigió hacia el monumento que había construido días antes, para darle los retoques finales, realmente aquella maravilla era algo sorprendente y a la vez, demasiado intimidante.
Una vez en el lugar, el hombre limpió el polvo que se había acumulado sobre el mantel de aquella mesa enorme. De igual modo, escaló (gracias a la estructura que utilizó en forma de escalera) hasta el punto más alto del monumento para darle unos retoques finales y asignarle un rostro a su creación.
Sobre los costados, Luis Ángel colocó sogas de gran tamaño para darle un mayor realismo, como si la estatua los invitara a subir a través de ella.
La cifra de muertos en todo el país, derivadas del virus letal, ascendía rápidamente y estaba a punto de alcanzar los seis mil cadáveres. Y no, su mentalidad de enfermero le decía y le hacía sentir que ya no podía permitirse más esa barbarie. Por lo que realizó el último paso del pacto.
Luis Ángel tomó una de las cuerdas, la ajusto a su cuello (quizá demasiado ajustada) y se lanzó hacia el piso. El hombre quedó colgado y murió de inmediato.
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El Coleccionista De Cráneos
HorrorEra una noche normal de Octubre en la Ciudad de México, o por lo menos eso parecía, hasta que apareció aquella extraña caja de regalo cerca de la estación de policía. El contenido de aquel paquete era realmente macabro, morboso, se trataba de un crá...